Mientras dentro se dilucidaba entre galgos y podencos, en los alrededores del Ayuntamiento se producían enfrentamientos verbales entre las asociaciones de vecinos a las que el PGO de Santa Cruz favorece (por legalización de viviendas ilegales, como en el barrio de Valleseco) y a las que perjudica (vecinos que se quedan con su casa fuera de ordenación cuando saben que enfrente de las suyas está previsto la construcción de torres de hasta diez plantas), como es en las cercanías de La Salle hacia el revalorizado Cabo Llanos. Algunos vecinos se habían enterado de que su casa quedaba en el limbo este mismo martes, mientras que otros confesaban haberlo descubierto en víspera de Nochebuena. El más abucheado, con diferencia, fue el alcalde Zerolo, que también resultó el más aplaudido por los seguidores áticos concentrados allí. Le siguió en desventuras Nacho González, al que le sacaron ciertos colores familiares. El alcalde defendió sus tesis como pudo, pero se hizo un lío al hablar de que las viviendas de la capital no perderán valor, sino todo lo contrario. Cuando lo terminemos de entender lo explicaremos menudo.