Sergio Alonso es socio de Germán Suárez y de Mario Rodríguez en la clínica San Roque de Meloneras, pero a diferencia de sus dos compañeros de inversión, procura siempre pasar desapercibido. Hasta ahora le ha venido muy bien el papel de hombre bueno y sabio, autor de célebres diatribas públicas contra el poder establecido y contra la política de la subvención. Sin embargo, ha sido incapaz en los últimos tiempos de asumir los retos que se le han propuesto, optando por un segundo y cómodo segundo plano. Pretende vivir de las rentas de sus dos o tres inteligentes discursos y que sean otros los que le saquen las castañas del fuego. Hasta que el otro día tuvo un rapto de protagonismo y aceptó acudir a la residencia de Camilo Saint-Saëns. Y encima dicen que no hablaron de clínicas. Vamos, hombre.