Cada departamento de la Comunidad Autónoma ha tenido que ingeniárselas como ha podido para hacer frente al caos originado desde Economía y Hacienda. Los hubo que volvieron a la contabilidad tradicional del puñete, el lápiz, la goma y el cartapacio con facturas y órdenes de pago. Los hubo también que, en un rapto de destreza, rehabilitaron parcial y temporalmente el denostado y desaparecido PICACC para poder desbloquear obras urgentes, como las del polígono de la Vega de San José, en Las Palmas de Gran Canaria, donde se caían cascotes de los edificios a la calle. Unas obras que se paralizaron porque el contratista no recibía sus correspondientes pagos, que finalmente tuvieron que realizarse por el ya desterrado sistema del talón bancario. Y todo porque el SEFCAN no reconoce todavía que existe el procedimiento de obras contratadas por el procedimiento de urgencia. ¿Ya les dijimos que Soria lleva gastados en el invento 17,4 millones de euros? Pues eso, un dechado de gestión y eficacia de lo público, sí señor.