Tenemos en gran estima al presidente del Parlamento de Canarias, Gabriel Mato, que se gobierna con una suerte de comportamientos que se alejan bastante de la doctrina oficial soriana. Eso no ha sido obstáculo, no obstante, para que haya tenido que abrazar la disciplina de su partido de un modo tan paradójico que sea preciso traerlo a esta sección para señalamiento público. Porque no tiene mucho sentido que un presidente del Parlamento, que lo es porque antes ha resultado elegido diputado, vote en contra de los presupuestos de la institución que preside. Lo hizo Mato la pasada semana cuando su partido, el PP, ordenó votar en contra de los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma, donde se incluyen los de la Cámara. No ha dimitido todavía Mato, ni lo ha hecho otro entrañable pepero, Borja Benítez de Lugo, miembro de la Mesa del Parlamento, a pesar de esa más que flagrante contradicción que en otros países del mundo civilizado se hubiera resuelto ya.