Cruzar el Atlántico para salvarlo: el reto gigante de Ocean Cats

Embarcación participante en la Talisker Whisky Atlantic Challenge.

Efe

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El bote nunca para. Dos horas de remo, dos horas de descanso. Así vivirá el cuarteto formado por Sergi Franch, Martí Ramírez, Quim Planelles y Juanba Romero durante los próximos 35 días, en los que esperan cruzar el Atlántico a remo en una embarcación de ocho metros de eslora que incluye dos pequeñas cabinas en las que lo único que se puede hacer es dormir.

Lo hacen por su pasión hacia este deporte y al mar, por cumplir el mayúsculo reto que supone la Talisker Whisky Atlantic Challenge y por una meta aún más grande, la de luchar por unos océanos limpios.

Ocean Cats es un equipo formado por cuatro remeros españoles que tienen el objetivo de ser los primeros de 30 equipos de todo el mundo que, este lunes, partirán desde San Sebastián de La Gomera hacia Antigua, en el Caribe, para completar la regata más dura del mundo, que consiste en un recorrido de 3.000 millas náuticas (4.800 kilómetros).

“El récord actual está en 29 días y nos gustaría batirlo pero depende de la meteorología, lo que sí que depende de nosotros es ganar la carrera y eso lo vamos a batallar”, cuenta Quim Planelles.

Lo que también estaba en sus manos era no completar la travesía en vano y aportar a un problema que tras veinte años dedicándose al remo estos cuatro deportistas detectaron: el crecimiento radical de los microplásticos en el mar.

Así, aprovecharon los entrenamientos en la costa de Barcelona para portar una red especial que permite la recogida de microplásticos, con el objetivo de entregarlos al grupo de investigación de Geociencias Marinas de la Universitat de Barcelona, para que este proceda a un análisis que ayuda a conocer aspectos como la concentración, procedencia y composición.

Además de este muestreo, útil para mejorar el grado de conocimiento sobre los microplásticos, Ocean Cats ha impartido charlas a más de 600 alumnos de las escuelas públicas de Barcelona bajo la iniciativa Escuelas Oceánicas.

“No íbamos a dar una charla medioambiental sino que contábamos nuestra aventura del reto oceánico y captábamos la atención de los jóvenes, para luego invitarles a la reflexión de cuál era nuestro motivo real y qué es lo que está pasando en el mar”, ha comentado Planells.

El broche final de esta aventura será culminar esta exigente regata , cuya preparación ha consistido en hacer pequeños retos con travesías entre Cataluña y Baleares o Valencia y Baleares, así como con entrenamientos en la máquina de remo en la que han batido el récord mundial de 24 horas de actividad.

“Al principio nos marcamos unas pautas y hemos conseguido cumplirlas todas, de menos a más, algo que nos ha servido para saber lo que nos vamos a encontrar, porque han sido pruebas de cinco y seis días”, ha añadido.

Pero esto “no es solo remar” y es que pasar entre 30 y 40 jornadas en una embarcación no es labor fácil, y la buena convivencia con los compañeros, la concentración y el descanso pasan a ser fundamentales.

Se trata de deportistas que han cambiado completamente de modalidad y es que tras muchos años compitiendo en las habituales regatas de remo de 2.000 metros y mucha explosividad, han tenido que trabajar en la búsqueda de la “velocidad de crucero”.

“No es tan importante ejercer mucha fuerza en cada palada sino evitar lesiones a lo largo de estos 35 días, esto es muy exigente a nivel físico y hay que encontrar el punto óptimo en el que el barco corra sin que suframos un deterioro físico importante”, ha añadido.

Para aguantar el viaje, el equipo lleva un millón de calorías en comida, ya que por el gasto energético cada uno tendrá que consumir unas 5.000 calorías diarias, que obtendrán de comida liofilizada y de otros alimentos como barritas energéticas o geles y el “capricho” que han decidido incluir a bordo, jamón ibérico.

“Llevamos comida para 55 días porque también tenemos un plan de emergencia, al fin y al cabo estamos solos en el mar, de hecho, yo calculo que en tres o cuatro horas habremos perdido al resto de embarcaciones”, ha indicado.

Para la hidratación el equipo usará su desalinizadora que funciona con la misma energía que el resto de la barca, que es cien por cien solar y que también pondrá a funcionar el piloto automático y el sistema de detección marítima.

Abandonarán la costa de La Gomera con la ambición de ser los primeros en llegar a Antigua, pero también con la esperanza de que el impacto mediático de alcanzar una reto sobrehumano sirva para poner el punto de mira en el problema de los microplásticos.

“Es muy grave. Está todo lleno, no se llegan a ver pero están allí. Queremos aportar nuestro granito de arena y alzar la voz para poner por fin una solución”, ha sentenciado.

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