25 años de la operación Estoc: el estudio que se anticipó a la preocupación por el océano

Imagen de archivo de la isla de Tenerife, vista desde el océano

Efe

Telde —

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El Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocán) celebran estos días los 25 años de operación de Estoc, una boya fondeada 100 kilómetros al norte de las islas que se anticipó a la preocupación global por conocer cómo están cambiando los océanos. 

La Estación Europea de Series Oceánicas de Canarias (Estoc) se puso en funcionamiento en 1994 para recoger regularmente información sobre varios parámetros del mar (temperatura, salinidad, pH, CO2 disuelto, clorofila...) sin una visión clara a largo plazo, sino siguiendo la estela de dos iniciativas similares que EEUU llevaba entonces seis años operando en Hawai (Hot) y Bermudas (Bats).

“Ninguno de los que empezamos con Estoc pensábamos que esto iba a dar para 25 años, ni remotamente”, ha confesado uno de los pioneros de esta estación, Octavio Llinás, en la apertura de la reunión que estos días tiene lugar en Gran Canaria para analizar cuál va ser el futuro de Estoc, más que para hacer balance de lo conseguido.

Y ello porque Estoc surgió más que de una necesidad de contar con series de datos de largo recorrido sobre el océano, algo que en entonces no se percibía, por “una intuición” que compartían sus cuatro socios fundadores, dos españoles y dos alemanes: el Instituto Canario de Ciencias Marinas (ICCM), el Instituto Español de Oceanografía (IEO), el Instituto de Ciencias Marinas de Kiel (IfmK) y el grupo de Geología Marina de la Universidad de Bremen.

Pero no había un proyecto a largo plazo, ni siquiera a diez años vista, sino una visión de trabajo que se fue prolongando conforme se iba consiguiendo financiación para determinados estudios, de dos en dos años, o de tres en tres, en una inercia que ha generado una amplia serie temporal de información los cambios en el Atlántico.

Prueba de que Estoc ha superado la visión inicial de sus impulsores es que solo uno de ellos, el IEO, mantiene su denominación de 1994, ha enfatizado Llinás. Los otros tres han cambiado de nombre o de estructura: el ICCM es Plocán, el IfmK forma parte del instituto Geomar y el grupo de Bremen es hoy Marum.

La Estoc está fondeada en un lugar clave en el Atlántico, donde termina uno de los giros centrales en la circulación interna de agua del océano, antes conectar con la corrientes de Canarias.

Un cuarto de siglo después de comenzar a funcionar, sus series temporales se han convertido en claves para todo tipo de estudios, porque la preocupación por la crisis climática hace tiempo que ha puesto en los océanos el foco de todo tipo de proyectos científicos, porque son los grandes reguladores del clima en el planeta y no hay tantas bases de datos con la riqueza y duración de la de Estoc.

Los datos de la estación canaria son coherentes con los que aportan otras fuentes sobre el cambio climático: las temperaturas en este lado del Atlántico están creciendo año tras año, aunque a un ritmo algo inferior al que se aprecia en el global de los océanos (a razón de 0,08 grados por década, frente a los 0,13 de media).

“Debemos ser lo suficientemente modestos para reconocer que no hemos hecho todo lo que queríamos. Hemos hecho lo que hemos podido, aunque haya sido importante. Y bien, ¿y qué hacemos en el futuro?”, ha planteado el director de Plocán a sus socios en Estoc.

Y la respuesta de este veterano de la oceanografía en España, que está a punto de terminar su mandato en la Plataforma de Canarias, ha sido clara: “El futuro de Estoc no puede ser una continuación de lo que hemos hecho hasta ahora. Sabemos más y tenemos más conocimiento de los problemas”, “la etapa que ahora empieza con esta nueva fase tiene más sentido que lo que hacíamos todos hace 25 años”.

El director general del IEO, Eduardo Balguerías, comparte su diagnóstico, pero advierte del principal problema: sigue faltando visión a largo plazo en las instituciones públicas que financian este tipo de investigaciones, aunque todas ellas hayan vuelto a hora su mirada hacia los océanos por temor a la crisis climática.

El IEO, ha dicho, lleva años funcionado con presupuestos con presupuestos prorrogados, como otros organismos del Estado, lo que dificulta asumir encargos a largo plazo. Y la Comisión Europea, que sí financia y coordina desde hace tiempo series de datos sobre el mar, en todo aquello que atañe a la pesca, tampoco ha tomado la iniciativa de pagar estudios oceanográficos a largo plazo.

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