El 'Boss' se come Anoeta
El día en que Bruce Springsteen tenga una mala noche sus fans se lo tendrán que perdonar después de tantos años derrochando energía y pasión sobre el escenario. Y este martes en San Sebastián no iba a ser menos.
Para los donostiarras ha sido una larga espera, pero Springsteen ha recalado por fin en el estadio de la Real Sociedad y lo ha hecho en la segunda etapa de su Magic Tour por Europa, que tras su paso por Madrid cerrará en Barcelona los días 19 y 20.
El jefe de los jefes del directo se ha comido Anoeta como si en vez de estar en el tramo final de su gira la acabara de iniciar, con una fuerza apabullante que ha convertido en un incesante delirio las primeras filas y ha ido calentando gradualmente al resto.
El arranque con Tunnel of love no movió demasiado a quienes se habían decidido a pasar el concierto de pie en el campo, sólo los irreductibles situados cerca del escenario dieron la batalla desde el principio y se vieron recompensados por el Boss, que atendió a varias de sus peticiones.
En tres horas de concierto, Springsteen ha vuelto a combinar algunos de los temas de su último álbum, el Magic que da nombre a la gira, con canciones de discos anteriores, como la inevitable Born to run, que ha dejado para la tanda de bises.
Tras Radio nowhere, que parece no caerse del repertorio, llegó No surrender y con ella el calor del público, que ya más animado empezó a corear el estribillo.
El Boss comenzó entonces a recoger los carteles con los títulos deseados y acometió Growin' up, seguida de una impresionantísima interpretación de Atlantic City, en un momento en que el sonido además mejoró.
Invitación al escenario
La vitalidad con que se entrega el músico en cada canción y el buen rato que parece pasar acompañado por los fantásticos y reencontrados miembros de la E Street Band se intuye más que profesional, aunque probablemente el rato de su vida lo ha disfrutado la joven a la que Springsteen ha subido al escenario para cantar el estribillo de Mary's place.
Ese tema ha encendido a un público que esta noche no estaba mucho por los saltos, pero que ha recibido con entusiasmo otros temas, como The rising o Badlands, el último antes de los bises.
Ya habían sonado otros como Because of the nigth, una sentida Sandy, con probables imágenes de Asbury Park proyectadas en el escenario, y unas estupendas Last to die y Long walk home, de la que Steve van Zandt, inseparable de su pañuelo negro a la cabeza, cantó unas estrofas.
No se hizo esperar Springteen tras la primera despedida y pronto regresó a escena con su banda para cerrar definitivamente su primera visita a San Sebastián. Dijo adiós con Bobby Jean, Dancing in the dark, American Lan y una versión de Twist and shout aderezada con La bamba.
Se ha quedado el Boss al borde de las 30 canciones en esta noche donostiarra de luna casi llena y en la que, algo poco habitual, se han visto algunas estrellas.
Le han escuchado 40.000 personas, a las que ha regalado su inmenso vigor, sus canciones nuevas y las de siempre y la grata compañía de la E Street Band.