LEGADO AMAZIGE Y PATRIMONIO MUNDIAL

‘Tummit’, así se escribe gofio en la lengua amazige

Ahmed Sabir, catedrático de la Universidad de Agadir, en la Casa de Colón de Las Palmas.

Luis Socorro

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El origen norteafricano de los primeros pobladores de Canarias no se discute desde hace décadas. A las pruebas genéticas, se unen documentos históricos, registros arqueológicos y la similitud de la lengua guanche con el idioma amazige, aun vigente en regiones de varios países del continente. Sobre los paralelismos lingüísticos entre Canarias y Marruecos sabe mucho Ahmed Sabir, catedrático de la Facultad de Humanidades de la Universidad Agadir, como puso de relieve en el encuentro internacional celebrado esta semana en Gran Canaria sobre el legado amazige y los sitios declarados patrimonio mundial, foro en el que el catedrático de la ULPGC Maximiano Trapero argumentó por qué guanche es un término que engloba a todos los aborígenes del Archipiélago, tal como defiende la mayoría de los filólogos canarios. 

La toponimia es el nicho principal de los “paralelos lingüístico amaziges entre Canarias y Marruecos”, afirma Ahmed Sabir. “Muy cerca de Agadir, hay un pueblo que se llama Tildi, similar a Telde, y algo más al sur está Tazagurt, toponimio similar a Tazacorte, en La Palma”. Hay más ejemplos. Tamaraceite, en Gran Canaria, tiene su homólogo marroquí en la localidad de Tamaraset.

El catedrático Ahmed Sabir ha investigado en la bibliografía y en los archivos históricos en buscas de estos nexos de la lengua. “La obra de Abreu y Galindo ha sido un referente. Me llamó mucho la atención los topónimos desde el siglo XVI”. Pero no sólo en los nombres de lugares ha encontrado similitudes. La palabra tenique, un canarismo que reconoce la RAE, se usa para designar a determinadas piedras y tiene su reflejo en la región del Souss-Massa, con el vocablo ink-tinquen. Teberite, palabra que recoge la RAE en su diccionario histórico del español de Canarias y que refiere a las marcas que se le hacen a las cabras en las orejas, en amazige es tibritt.

Además de estas similitudes, el investigador Sabir encontró en un trabajo de Betancourt Alfonso que “la descripción de cómo elaboraban el gofio los guanches es la misma que hoy se usa en zonas rurales de mi país para manufacturar un harina muy similar”. Pero en lugar de llamarse gofio, en amazige es tummit. Hay otra semejanza, el mismo cereal que usaban los indígenas canarios es el que emplean esas comunidades amaziges del campo: la cebada. En la actualidad, los canarios hacen el gofio principalmente con millo (maíz), aunque también se elabora con trigo.

Este experto resaltó, en su ponencia Paralelos lingüísticos entre Canarias y las comunidades amaziges de Marruecos, que “algunos hablan de la extinción de los términos de origen amazige en las islas a partir del siglo XVI, pero vemos que quedan muchos paralelismos. El mismo Abreu Galindo indicó que la población canaria había perdido el lenguaje amazige, pero queda la oralidad, la escritura y el silbo”.

En declaraciones a esta Redacción, el profesor Sabir añora que “los universitarios canarios y marroquíes trabajen juntos y que no se den la espalda como en la actualidad”. Es un deseo que hacen suyo investigadores de ambas orillas, pero en el evento celebrado esta semana, al margen de varias comunicaciones presentadas por profesores de la ULPGC, las facultades de Geografía Historia y la de Filología aparentemente ha dado la espalda al mismo, dada la manifiesta ausencia de estudiantes y docentes al evento.

Guanches son todos

El catedrático de Filología y profesor emérito de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Maximiano Trapero, habló de Los guanchismos que quedan vivos en el español de Canarias, conferencia en la que resumió un cuarto de siglo de investigaciones en las que han confluido el estudio de la toponimia y un intenso trabajo de campo centrado en la recogida de todo un universo de manifestaciones orales. “Solo quedan nombres, ni una sola frase. Se trata de unas 4.000 palabras que siguen vivas en las hablas canarias”, sintetizó.

Trapero quiso en primer lugar defender el uso del término guanche, una palabra, dijo, que se utiliza en todas las islas, no solo en Tenerife. En este sentido, recordó que en Gran Canaria está presente en los topónimos de La Guancha de Gáldar para un cementerio colectivo o La Guanchía, un poblado troglodita de factura aborigen y que hoy continúa habitado, en la parte alta del barranco de Teror, entre otros.

En las demás islas también hay toponomia con la palabra guanche o derivados. La Real Academia Española (RAE), siempre en constante evolución, deja bien claro el significado de guanche: “Dicho de un pueblo que habitaba las Islas Canarias al tiempo de su Conquista”.

“Uno de los fenómenos lingüísticos que explica el uso de una palabra es el tabú, la utilización de un nuevo término que llamamos eufemismo”, señaló Trapero acerca de su teoría sobre el arrinconamiento de la palabra guanche en beneficio de otras expresiones para hacer referencia a la antigua población canaria, “y sin que esto suponga una minusvaloración” de las mismas.

Trapero indicó que varios textos medievales franceses hacen referencia a la palabra gala guenchir para nombrar el acto de esquivar o evitar un objeto, precisamente una cualidad que diversas crónicas atribuían a los aborígenes de Canarias, entre ellos un texto de Nebrija al contemplar a un esclavo canario esquivando piedras en el mercado de Sevilla. “Con tanto peligro se exponía a su verdugo tantas veces cuantas le ofrecía un cuarto de as de bronce”, dejó escrito el autor ante lo que le pareció “un milagro”.

Al magen de estas consideraciones, Trapero manifestó que los guanchismos están presentes en los nombres comunes. En el caso de la flora y la fauna, puso los ejemplos la tabaiba, el mocán, la irama, el guirre, el perenquén, la chajora, el coscofe, el marmojay, la garasera o el tabaste, mientras que en la actividad pastorial citó el goro, el guanil y la gambuesa, y en la alimentación el beleté, es decir, la primera leche de la cabra tras parir.

En el ámbito de la morfología del terreno, el Premio Canarias en la modalidad de Patrimonio Histórico mencionó los casos del juaclo (cuevas donde se guarece el ganado ante el calor y otras inclemencias metereológicas) o el letime (el borde de un precipicio). “Como anécdota”, agregó, “los pastores de El Hierro usan a diario los nombres de los colores de sus ovejas en las dos lenguas”, de donde provienen términos tan sonoros como íncana, firanca, sénaca, mástura o mérusa.

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