“No existe la deuda gratis”
Tras el éxito de Nosotros los mercados: qué son, cómo funcionan y por qué resultan imprescindibles (Deusto), Daniel Lacalle vuelve a la carga con Viaje a la libertad económica: por qué el gasto esclaviza y la austeridad libera (Deusto), su nuevo libro de divulgación económica. Mientras que en su primera obra Lacalle abordaba el funcionamiento de los mercados financieros a través de su experiencia profesional (consulte aquí la entrevista al autor sobre Nosotros los mercados), en Viaje a la libertad económica el economista español y gestor de fondos de inversión en la City comparte su particular evolución ideológica del colectivismo al liberalismo: un viaje personal en el que el autor disecciona las corrientes de pensamiento económico que han predominado en el mundo y su perspectiva sobre la coyuntura económica actual.
¿Qué te impulsa a escribir el nuevo libro?
Fundamentalmente que me preocupaban mucho, cada vez que voy a España, todas estas soluciones mágicas y estas ideas casi peregrinas que se nos están intentando vender como soluciones a la crisis. Creo que merecía la pena hacer una revisión de todos los modelos económicos que nos intentan decir que son la panacea, dar un repaso a sus riesgos y beneficios y, sobre todo, algo que también me preocupaba: eso que nos dicen de que tenemos que copiar a Japón, a Estados Unidos, a Venezuela, a Ecuador o a Bolivia, que también se oye aunque parezca mentira. Mi intención era que la gente conociera los números, las cosas positivas, las cosas negativas y sobre todo el hecho de que siempre se toman este tipo de soluciones mágicas a la ligera. La idea era hacer un análisis de cómo había pasado yo de una visión del mundo colectivista, intervencionista y neoclásica a liberal y por qué. Y además intentar responder a las dudas y a las preocupaciones de corte social desde una perspectiva liberal. Es decir, la creación de prosperidad y de oportunidades para las clases medias y bajas.
Tu particular viaje a la libertad económica parte de tu experiencia como estudiante en el sistema de enseñanza público español, hoy tan en el objetivo de la actualidad, y en el que sientes que no se apremia a ser emprendedor. Describes un proceso educativo de incentivos perversos en un sistema que al mismo tiempo es altamente valorado por la sociedad.
Ese es uno de los problemas de estos sistemas que valoramos de manera tan positiva, pero que tienen consecuencias muy negativas. Una educación pública que genera unas frustraciones enormes porque es una educación orientada a la “titulitis”. En la que se escupen centenares de miles de titulados universitarios cada año y en la que se pierde totalmente el valor de ese título y la valoración del esfuerzo y, sobre todo, la demanda de ese título. Piensa que en España salen prácticamente el mismo número de licenciados en Derecho cada año que en Reino Unido y Francia. Se genera un sistema de ciudadanos-soma en el que la gente sale con una carrera pensando que ha hecho todo lo que tenía que hacer para lograr un futuro mejor y se encuentra con que no tiene ese valor; gente que se mete en carreras sin saber si esa carrera tiene algún tipo de futuro profesional. A mí lo que me preocupaba era estudiar Empresariales y pasarme cuatro años escuchando que crear una empresa es malo, que no sirve para nada, que el riesgo es demasiado grande? Es una universidad que sigue orientada a una sociedad en la que tu objetivo era terminar o en la Administración o en una de las grandes multinacionales del Ibex y aspirar a que en veinticinco años termines de jefecillo de departamento.
Un sistema para generar funcionarios y colocados?
Sí. Además ese concepto tan peligroso de colocar, que lo que hace es devaluarte como profesional y como persona con respecto al empleador; te pone en una posición de inferioridad absoluta. Al convertir al estudiante en un candidato a empleado casi por la bondad caritativa de este tipo de conglomerados y del estado, lo que ocurre es que se devalúa monstruosamente la capacidad y la posibilidad de ese estudiante de poner en valor su trabajo. ¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de “mucho cuidado con destacar que como saques el cuello te lo cortan” y que es mejor esconderse en la comodidad de la masa? Esa especie de terror al riesgo y aversión al mérito. En vez de celebrar una persona que destaca, para que los demás no se molesten, no se le valora. Desde ahí ya se va creado un caldo de cultivo que te hace conformarte a una norma que encima no genera prosperidad, felicidad y oportunidades.
Y partiendo de ese sistema social de igualar a la baja, adviertes que el gasto que supone mantenerlo “esclaviza”. ¿Por qué nos tiene que preocupar la deuda, cuando la narrativa del gobierno y las autoridades europeas insisten en que es el camino para sostener el bienestar social?
Pues nos tiene que preocupar porque los países que han dicho que la deuda no es un problema como Reino Unido, Japón y Estados Unidos y que pagan muy poco por su deuda se están encontrando con los mismos problemas de tener que hacer recortes y unos enormes ajustes en lo que la gente percibe como “servicios esenciales”. Entonces, si lo que quieres es sostener el estado de bienestar, lo primero que tienes que hacer, precisamente como hizo Schröder en Alemania, es darte cuenta de que la única manera de sostenerlo es evitar meterte en la espiral de deuda, porque aunque pagues poco o te salga casi gratis, la deuda termina suponiendo una enorme carga que detrae recursos de lo que tú sí valoras como ciudadano. Cuando te dicen “la deuda es barata”, piensa en Japón que se financia prácticamente a menos del 1 por ciento y que ya tiene una deuda que supera en veinticuatro veces sus ingresos fiscales. Y piensa cómo a pesar de todo eso tienen que llevar a cabo recortes y reformas de mucho calado. Piensa en el número de funcionarios que se han ido a la calle en Estados Unidos y en Reino Unido en un entorno de deuda barata. No existe la deuda gratis y siempre la pagan los ciudadanos de clase media y baja. Y la deuda se paga o con una enorme inflación o con una enorme devaluación o con impuestos.
Sin embargo, no se perciben temores de default soberano ni por la banca nacional que se está hinchando de deuda ni por los fondos extranjeros que vuelven a comprarla. Si la cosa se pone difícil, siempre queda hacernos trampas trasladando un default parcial o implosión de la Seguridad Social, por ejemplo, mediante fuertes recortes a las pensiones puesto que tiene gran exposición a la deuda. ¿Ves eso posible en España?
No solamente es posible, sino que siempre va a terminar así. Y la razón por la que va a terminar así es porque siempre empieza con esos argumentos: no hay problema, los bancos lo absorben, España no va a caer porque hay muchos intereses? Además, la gente piensa que como nos vienen amenazando con que el sistema de pensiones es insostenible desde la época de los ochenta y ahí sigue? La gente se olvida cómo se está financiando el sistema y sobre todo de las innumerables reformas que se han hecho. Luego, claro que implosiona, lo que pasa es que no implosiona de la noche a la mañana a lo polaco y te confiscan los planes de pensiones, que puede pasar también. Lo normal es una implosión de destrucción gradual de la capacidad adquisitiva y de la capacidad de refinanciar esos servicios. De que implosiona, implosiona: pregúntale a cualquier persona mayor sobre su renta disponible comparada con lo que era la de su padre o abuelo. Ese es el tema de la represión financiera, que va erosionando la capacidad adquisitiva y la gente se va adaptando a que lo que paga es más de lo que recibe.
Pero de tus declaraciones recientes medios de comunicación parece que compartes el sentimiento de optimismo que se viene transmitiendo sobre la economía española desde antes del verano.
En España ha habido dos shocks, uno ha sido un shock de euforia completamente injustificado ?hasta 2007? y ese shock de euforia nos ha llevado entre 2007 y 2010 a negar siempre la mayor. Como país muy “burbujero” siempre hemos dicho que la culpa es de Obama, de los bancos, de Alemania? Hemos echado la culpa a todo el mundo, pero ¿qué pasa? Al decir “la culpa no es mía, sino de todos los demás”, cuando la crisis dura cinco o seis años pasas del shock de euforia y de la negación de la realidad al segundo shock, el shock depresivo. La razón por la que yo soy positivo con respecto a España es porque, primero, el shock depresivo tiene un efecto muy importante y es que el conjunto de la economía deja de hacer tonterías y empieza a tomarse las cosas con responsabilidad. Segundo, igual que tenemos a la vista el hecho de que en el año 2007 decíamos que la culpa era de los demás, en el año 2009 decíamos que ya estaba todo hecho y que había brotes verdes; lo que hace el shock depresivo es nublarnos la vista al revés: no queremos ver que las cosas están empezando a mejorar. Ahora, empezar a mejorar significa que tocamos fondo.
Entrevista completa en Truman