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Brookings considera la actual situación en Kirguistán una “oportunidad” para EEUU

MADRID, 17 (EUROPA PRESS)

Estados Unidos se encuentra con una “oportunidad” para consolidar su influencia en el centro de Asia tras la revuelta popular registrada en Kirguistán la semana pasada, según la Brookings Institution, uno de los grupos de analistas políticos más respetados de EEUU.

La posición estratégica del país es un factor esencial a la hora de considerar los fenómenos desatados en la capital Bishkek, que desembocaron en la huída del país del presidente depuesto, Kurmanbek Bakiyev, y la declaración de un Gobierno de Confianza Popular dirigido por la ex primera ministra Rosa Otunbayeva, del que dudan abiertamente a la hora de consolidar un régimen democrático.

Los expertos de Brookings aseguran que “no existen garantías de que la situación derive en la consolidación de un gobierno democráticamente electo” a pesar de las promesas realizadas por la líder interina del país tras su llegada al poder.

El grupo cita como ejemplo la llamada “Revolución de los Tulipanes” de 2005, por la que Bakiyev llegó precisamente al poder bajo la promesa de democratizar el país, algo que nunca llegó a suceder. “El riesgo de inestabilidad prolongada en Kirguistán, así como el de una posible guerra civil entre el norte y el sur, sigue siendo elevado”, asegura el análisis de la organización, que advierte de que “nuevos disturbios podrían dañar seriamente la economía de este pobre país, y con toda seguridad ralentizarán su recuperación de la recesión económica”.

EXPANSIÓN DE PROBLEMAS

“La inestabilidad del país afectará al centro de Asia”, según Brookings. La ex república soviética comparte frontera con China, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, y de unos años a esta parte, apunta el grupo de expertos, “se ha convertido en una importante núcleo comercial de paso para aquellos bienes destinados desde China a otros países centroasiáticos”. Por no mencionar que es un “importante corredor comercial entre el este y el oeste y el norte y el sur, especialmente empleado por la OTAN para enviar material de guerra desde el Báltico a Afganistán”.

En términos políticos, Kirguistán está rodeada de países con débiles gobiernos que podrían verse arrastrados por la violencia registrada en la ex república soviética, comenzando por Tayikistán, donde todavía se sufren las secuelas de la sangrienta guerra civil que estalló durante la década de los 90.

A corto plazo, “el levantamiento kirguís desembocará en un aumento de la censura en sus países vecinos contra sus respectivas oposiciones internas, ya sean reales o percibidas”. Es más, a largo plazo, Brookings advierte de que “la insatisfacción popular podría derivar en un terreno mucho más fértil para la aparición de fuerzas islámicas radicales”.

De igual modo, cualquier iniciativa de cooperación e integración económica a nivel regional, “crítica para el desarrollo a largo plazo de Asia Central”, se verá “coartada por la inestabilidad en Kirguistán y los esfuerzos de sus vecinos para aislarse de los disturbios en el país”.

BASE EN MANAS

Es de especial importancia la existencia de la base militar estadounidense que se encuentra en la localidad de Manas, punto estratégico clave en la campaña de Afganistán. Por el momento, el Gobierno en funciones se ha comprometido a mantener los acuerdos existentes, pero desde el grupo de estudios se entiende que Otunbayeva “ha sido mucho menos reconfortante” sobre las perspectivas a largo plazo.

Brookings entiende que que uno de los factores responsables de esta “ambivalencia” se debe a que el Gobierno interino parece haberse visto “ninguneado” a causa del respaldo dado desde Estados Unidos al presidente depuesto a cambio “de un tratamiento favorable en la negociación sobre la propiedad de la base”. Por contra, el Gobierno ruso ha criticado desde hace mucho tiempo a Bakiyev por corrupto y represivo, “apoyando presuntamente a la oposición”.

El grupo llega a argumentar incluso “la considerable ironía de que Rusia haya respaldado a fuerzas ostensiblemente democráticas mientras la administración estadounidense ha apoyado a un régimen autocrático”. Para la Brookings, es una “prueba fehaciente del desafío al que se enfrenta la administración estadounidense a la hora de equilibrar la consecución de sus objetivos al tiempo que defiende la democracia y los Derechos Humanos en el centro de Asia”.

UNA OPORTUNIDAD

Brookings destaca que si bien “los medios occidentales han declarado la victoria de la oposición como una victoria de Moscú y, por ende, una derrota de Washington”, el grupo de tendencia liberal-centrista, estima que cualquier éxito del Gobierno ruso “será breve, y supondrá un desafío para las controladoras autoridades rusas, al tiempo que representa una oportunidad para Estados Unidos”.

Según esta oportunidad, “América debe perseguir una diplomacia estable y de perfil bajo para asegurar que Kirguistán asume una ”responsabilidad evidente“ en la transición del país a un sistema ”democrático y estable“.

En conclusión, el grupo recomienda que apoye los esfuerzos del enviado especial de Naciones Unidas, Ján Kubi, para gestionar una transición pacífica hacia unas elecciones democráticas en Kirguistán “y trabajar para garantizar el respaldo de China y Rusia, explícito o implícito, para mejorar la calidad de vida del pueblo kirguís”.

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