El Consejo de Derechos Humanos ''deplora'' la situación en Birmania
El texto también pide al régimen de Rangún que muestre contención y libere a todos los presos políticos, y fue adoptado al término de la sesión de urgencia celebrada este martes por el CDH para buscar una respuesta a la represión ejercida por la junta militar birmana. La resolución, que había sido patrocinada por la Unión Europea, fue, sin embargo, modificada después de intensas consultas con países aliados del régimen birmano como China y algunos no alineados para obtener el acuerdo general eliminando algunas de las partes más duras hacia el régimen de Rangún, y así las palabras el Consejo “condena fuertemente” fueron sustituidas por “deplora”.
Finalmente fue adoptado por consenso y sin votación, aún con las protestas de Birmania, que lo consideró “desequilibrado” y dijo que “no refleja la situación del país”. La resolución también pide que el relator especial de la ONU para Birmania, Paulo Sergio Pinheiro, viaje cuanto antes al país para realizar un informe sobre la situación.
“Capacidad de reaccionar ante una crisis urgente”
El presidente del Consejo, el embajador rumano Doru Romulus Costea, afirmó que la adopción de esta resolución ha sido “un momento importante” y dijo que con esta sesión especial el organismo ha mostrado su “capacidad de reaccionar ante una crisis urgente en los derechos humanos”. En conferencia de prensa, también se mostró muy confiado en que las autoridades de Birmania respondan positivamente a la petición de que cooperen con el Consejo para buscar una solución pacífica.
Pinheiro, por su parte, llegó a calificar de “histórica” la sesión, especialmente por el hecho de que se lograra adoptar una resolución por consenso y sin necesidad de votación. “Este consenso de 57 países -47 miembros del CDH y el resto observadores- debe ser suficientemente elocuente para el gobierno de Birmania. Son países de los cinco continentes, no es sólo ”occidente“”, afirmó el relator especial en la misma rueda de prensa.
Pinheiro afirmó que no tiene una “bola” de cristal para adivinar si el gobierno birmano va a invitarle a visitar el país, pero se mostró confiado en que ocurra, porque dijo, “los estados miembros que rechazan la presencia de un relator deben pagar un precio alto”. Dijo que es el Consejo el que “debe hacer todos los esfuerzos para que la misión que me han encomendado sea un éxito”.
Y sobre el contenido concreta de ésta subrayó que se trata de aclarar algunas cuestiones “muy objetivas: cuántos muertos ha habido, cuántos heridos, si se han hecho o no autopsias a los fallecidos, se han devuelto los cadáveres a sus familiares” y otras respecto a los desaparecidos. También dijo que Rangún debería permitirle visitar las prisiones, tener acceso a los detenidos y otras medidas que calificó de “mínimas” y normales.
Las autoridades birmanas han rechazado durante cuatro años que Pinheiro pueda visitar el país.
“Confinados en sus monasterios o algo peor”
Ni el presidente del consejo ni el relator quisieron entrar a comentar qué países habían pedido rebajar los términos de la resolución, alegando que ellos no habían estado involucrados en las negociaciones de pasillos, y reiteraron, en cambio, la importancia del consenso logrado.
La resolución también instó al gobierno birmano a garantizar la libertad de expresión y el acceso a los medios de información para el pueblo. Y saluda la decisión de Rangún de haber recibido al enviado especial del secretario general de la ONU, Ibrahim Gambari.
En su intervención durante la mañana ante el CDH, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, advirtió a las autoridades birmanas de que deberán rendir cuentas de lo que ocurre en el país. Afirmó que la desaparición de las manifestaciones de las calles birmanas “no ha sido voluntaria” y expresó su gran preocupación por la situación de los heridos “transportados a lugares desconocidos” y por los monjes que iniciaron las protestas hace dos semanas, “confinados en sus monasterios o algo peor”.
El enviado Gambari concluye su visita
Por otro lado, el enviado especial de Naciones Unidas, Ibrahim Gambari, abandonó este martes Birmania (Myanmar) sin dar a conocer el resultado de las conversaciones mantenidas con la Junta Militar, y su principal cautiva, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Finalmente y después de una humillante espera, el máximo jefe de la Junta Militar, general Than Shwe, recibió a Gambari, quién poco después se entrevistó con Suu Kyi, en un aparente intento de mediar entre los bandos. “Entiendo que Gambari está intentando mediar entre la Junta Militar y Suu Kyi, pero creo que, en el caso de que los generales hayan hecho alguna concesión, será una que no amenace su poder”, señaló un diplomático europeo que pidió el anonimato.
Gambari emprendió viaje de regreso a Nueva York, con escala en Singapur, sin facilitar al cuerpo diplomático detalles sobre el contenido de las conversaciones, o sobre los próximos pasos que la ONU pretende dar para solventar la crisis birmana. Después aguardar durante cuatro días, Gambari tuvo la ocasión de trasmitir al general Than Shwe el mensaje del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que en nombre de la comunidad internacional pretendía expresar preocupación por la brutal represión en Birmania.
Gambari fue recibido en Napydaw, la nueva capital administrativa y atalaya defensiva en la que desde el pasado año se atrincheran el general Than Shwe y sus lugartenientes, entre ellos el segundo al mando, el general Muang Aye, dijeron fuentes diplomáticas. “Es descabellado creer que la visita de Gambari vaya a conseguir cambiar la naturaleza del régimen militar o que produzca cambios significantes”, indicó otro diplomático.
Concluida la entrevista de apenas una hora de duración, Gambari regresó a Rangún en un helicóptero militar para mantener una segunda reunión con Suu Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), y a quién ya vio el pasado domingo. Gambar se reunió de nuevo con Suu Kyi en la Casa de Huéspedes del Estado, situada cerca de la vivienda en la que la líder del movimiento democrático cumple arresto domiciliario desde junio de 2003.
Durante dos décadas, los generales birmanos han incumplido cada una de sus promesas de llevar a cabo reformas democráticas, pese a las protestas internas, las insistentes condenas por parte de la comunidad internacional y las sanciones impuestas por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos. “Gambari se topa con los mismos problemas que sus predecesores, la intransigencia de los jefes militares, su reticencia a permitir eso que ellos llaman injerencia extranjera y la desconfianza que les inspira todo lo que proceda de la ONU”, comentó una fuente diplomática de la UE.
Persona ''non grata''
La primera visita oficial de Gambari, en calidad de jefe de asuntos políticos del organismo, tuvo lugar a mediados de 2005, cuando ya la Junta Militar había declarado persona “non grata” a Razali Ismail, por entonces representante especial de la ONU para Birmania. Antes de que Gambari fuera recibido por el jefe de la Junta Militar, y en su intervención en la Asamblea General de la ONU que se celebraba en Nueva York, el ministro birmano de Asuntos Exteriores, U Nyan Wyn, defendió el empleo de la violencia para aplastar las manifestaciones en favor de la democracia, y culpó a “oportunistas” de lo sucedido en las calles de Rangún y otras ciudades.
La Junta Militar birmana sólo ha reconocido diez víctimas mortales desde el 25 de septiembre, cuando prohibió las reuniones públicas de más de cinco personas y decretó el toque de queda en Rangún y Mandalay, las dos principales ciudades del país. Por su parte, la disidencia denuncia al menos 200 muertos.
El ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, dijo este martes que creen que 30 personas han muerto y que otras 1.400 han sido detenidas desde el miércoles pasado, cuando empezó la represión de las manifestaciones antigubernamentales. “Creemos que al menos 30 personas han muerto y unos 1.400 ciudadanos han sido arrestados. Se trata de un régimen brutal y le hemos visto trabajar en los días pasados”, señaló Downer a la prensa de su país.
Entre los muertos oficiales admitidos figura un reportero gráfico japonés que falleció a causa de un tiro al corazón en la primera jornada de cargas contra las manifestaciones pacíficas, el 26 de septiembre. Downer calificó de “brutal” la respuesta del régimen militar birmano a las marchas pacíficas que encabezaron los monjes budistas.
Aunque las movilizaciones han sido aplastadas, en las calles de Rangún sigue siendo notable la presencia de tropas, continúan en pie numerosos controles de seguridad y no ha sido levantado el cerco en torno a los mayores monasterios. Birmania está gobernada por los militares desde hace 45 años y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió estrepitosamente ante la LND de Aung San Suu Kyi.