El presidente iraní no cede ante presiones y busca apoyo popular a su postura

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, mantuvo este viernes su tono desafiante al dejar claro que la República Islámica no cederá ante las sanciones, al tiempo que recorría varias ciudades iraníes para recabar apoyo popular a su postura.

“Las potencias occidentales no podrán impedir la marcha del pueblo iraní que ya tiene el círculo de producción de combustible nuclear al que no renunciará ante las presiones”, dijo el mandatario iraní en un discurso en la provincia central de Yazd.

Esta opinión no refleja ningún cambio en la postura oficial de Ahmadineyad, ya que es la misma que ha expresado antes y después de que el Consejo de Seguridad de la ONU recibiera el jueves un borrador de resolución con sanciones a Irán por negarse a suspender el enriquecimiento de uranio.

Sus palabras del jueves y el viernes en las ciudades de Arkad, Meibod, Bafq y Jatam, todas en Yazd, así como en la localidad oriental de Tabas, fueron seguidas en todo momento de aplausos de los miles de iraníes presentes.

Gritos como “Alahu Akbar” (Alá es el más grande) y “muerte a EEUU”, también se escuchaban mientras que el mandatario iraní reiteraba que la tecnología nuclear es “un derecho legítimo del pueblo iraní”.

Durante su gira, Ahmadineyad también cuestionó la legalidad del Consejo de Seguridad de la ONU y aseguró que para el pueblo iraní sus resoluciones “no tienen ningún peso”.

“Paraos y no destrocéis vuestra credibilidad. No penséis en asediar o boicotear a Irán”, dijo Ahmadineyad este viernes en Jatam, dirigiéndose a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad -EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China- además de Alemania (5+1), según la agencia de noticias IRNA.

Los cinco grandes y Alemania presentaron ayer el borrador al Consejo de Seguridad, enmendado para obtener la aprobación de China y Rusia -contrarios a endurecer con firmeza las sanciones a Teherán- para que sea estudiado por los diez miembros no permanentes de ese organismo.

En el texto, redactado bajo el capítulo 41 de la Carta de la ONU -lo que no permite una intervención militar-, se exige a Irán que suspenda el enriquecimiento de uranio y el reprocesamiento y que clarifique las dudas que existen sobre los fines pacíficos de su programa nuclear.

“El pueblo iraní avanza en la ruta de desarrollo y prosperidad, y las amenazas y las presiones de los enemigos no le llevarán a parar su avance ni afectarán su voluntad”, recalcó Ahmadineyad en la ciudad de Jatam.

También insistió en que los “logros (de Irán) respecto al combustible nuclear son para servir al pueblo, y el pueblo es quien los mantendrá y los defenderá”.

En Jatam y en Tabas instó al pueblo iraní a unirse para construir el “Irán Islámico”, y reafirmó que “los iraníes resistirán hasta el final y continuarán su marcha para conseguir todos sus derechos nucleares”.

El Gobernante iraní recordó que Tabas “había sido escenario del fracaso de la conspiración del gran satán”, una palabra con la que el fundador de la República Islámica, el fallecido Ayatolá Jomeini se refería a Estados Unidos.

Ahmadineyad aludía así a la crisis de los rehenes estadounidenses, que surgió en noviembre de 1979, después de la victoria de la revolución islámica iraní - y duró 444 días-, cuando un grupo de estudiantes radicales entró en la sede de la embajada de EEUU en Teherán y retuvo a decenas de norteamericanos.

El entonces presidente estadounidense, Jimmy Carter, en un intento de liberar a los rehenes ordenó el envío de un comando, cuya operación fracasó después de que uno de sus helicópteros se estrellase en Tabas, en la provincia de Jorasán.

La crisis de los rehenes marcó el comienzo del empeoramiento de las relaciones entre Irán y EEUU, que congeló los fondos iraníes en sus bancos, calculados entre 11.000 y 12.000 millones de dólares, y rompió sus relaciones con el nuevo régimen islámico, que derrocó al Gobierno del Sha Mohamad Reza Pahlavi en febrero de 1979.

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