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Cría cuervos... y te sacarán los tornillos

En La Palma, si crías cuervos, puede que te saquen los tornillos. Un grupo de estos pájaros viene actuando como una panda de pícaros en La Caldera de Taburiente. Los responsables del Parque Nacional de La Palma estudian esta sorprendente conducta ante el temor de que, algunas de las pillerías de las referidas aves, sobre todo la consistente en extraer gomillas de los chasis de los coches, provoque algún contratiempo más serio.

Son oportunistas y, posiblemente, las aves más inteligentes. Tienen, incluso, intuición y habilidad para imitar, aseguran los ornitólogos consultados. Los miembros de la aludida banda alada, formada por ocho cuervos, desde hace más de un año, se comportan como verdaderos granujillas en uno de los enclaves turísticos más concurridos del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Las gamberradas las suelen cometer en el mirador de La Cumbrecita. En concreto, además de esparcir por el suelo la basura depositada en las papeleras de la zona, se divierten, según explicó un agente forestal, sacando, a base de picoteos, las gomillas de las carrocerías de los vehículos estacionados en el aparcamiento, con capacidad para 16 plazas, habilitado en el entorno.

Los responsables del emblemático espacio natural de La Palma han mostrado su preocupación por las descritas gansadas de los citados paseriformes que, con cierto aire chulesco, se suelen pavonear ante el asombrado público mientras, en algunos de los pinos, muestran asimismo, con frecuencia, otras destrezas circenses.

Al efecto, se ha elaborado un informe. Según el técnico de actividades del Parque Nacional encargado del caso, Miguel Ángel Fernández González, las reseñadas chiquilladas, “las llevan realizando día tras día en el mirador de La Cumbrecita desde hace más de un año”.

Aparte de acercarse a los turistas tratando de llamar su atención para que les den algo de comida, subraya, el comportamiento de los mencionados cuervos “resulta pintoresco” para los visitantes ya que, “a menudo”, añade, “es motivo de disfrute” pues lo ven como un insólito espectáculo. Esta atracción ha surgido de forma espontánea. Las estrellas del número, comenta Miguel Ángel Fernández, se dejan fotografiar con la naturalidad de los famosos.

Los cuervos, apunta, siguen haciendo de las suyas. “Ahora hay uno que presenta una conducta muy curiosa: se cuelga en la rama de un pino para atraer a los espectadores”. La gente, añade, “piensa que le pasa algo malo, y cuando le parece se deja caer de espaldas y sale volando”. Es todo un artista y, según Miguel Ángel Fernández, “debe ser el más viejo”.

Estas gracietas de los cuervos tienen su gancho y pueden convertirse en un simpático reclamo turístico. Sin embargo, comenta, “hay otras cuestiones que son algo problemáticas”. En primer lugar resalta que “estas aves están estrictamente protegidas por la Ley” e incluidas en el catálogo canario de especies en peligro de extinción. Atentar contra ellas, enfatiza, “supone una infracción” .

Considera que las actuaciones de los desenvueltos córvidos “pueden derivar en algunas intervenciones correctoras” en el medio donde las llevan a cabo. También expone la necesidad de abordar si las referidas acciones pueden hacer “recaer alguna responsabilidad penal sobre el Parque Nacional por daños ocasionados en los vehículos estacionados en el mirador”.

En el caso de los contenedores de basura, dice, “se constata que los de tipo lapicero deben ser retirados ya que los cuervos los vacían con mucha facilidad en busca de comida y dejan las bolsas y los papeles tirados varios metros por los alrededores, dando muy mala imagen para los turistas”. Este asunto, abunda, “lleva ya más de un año siendo motivo de quejas por parte del personal de limpieza”.

En cuanto a los daños en los automóviles, destaca, “estas aves se han acostumbrado a picotear en los bajos de los vehículos para quitarles las gomillas que van en el chasis y que sirven para que no entre agua en determinados sistemas del coche”. A veces, precisa, ha contado hasta 30 gomillas esparcidas por el suelo. Se pregunta qué podría ocurrir “si tiran y rompen algún latiguillo de los circuitos hidráulicos de frenado de los coches y sus dueños no se percatan de ello”.

Asimismo, continúa, los cuervos “se posan sobre los coches pudiendo llegar a arañarlos y picotean cualquier goma que haya en la carrocería”.

Insiste en que “todo esto debe ser motivo de reflexión por si pudiera derivarse alguna responsabilidad legal si se realiza alguna denuncia, queja o demanda por parte de las agencias de alquiler de coches o particulares”. En el caso de taxis y guaguas, dice, “no es probable que ocurra porque sus conductores no se alejan de sus vehículos y ahuyentan a los cuervos si se acercan”.Propone, como medida general, advertir a los que aparquen en La Cumbrecita de que los cuervos pueden producir daños en los coches.

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