“Los beneficios colaterales de la agricultura ecológica en La Palma son impresionantes”
Una apuesta por la sostenibilidad y la soberanía alimentaria. La filosofía de la ecofinca Platanológico, ubicada en el núcleo turístico de Puerto Naos, en Los Llanos de Aridane, es “buscar la forma óptima de producir alimentos de la mejor calidad y contar con un lugar donde la gente pueda aprender, en el que podamos exponer nuestros métodos”, ha señalado a La Palma Ahora Francisco García Lázaro, coordinador del proyecto, que se puso en marcha hace unos ocho años en un terreno de 15.000 metros cuadrados. Esta finca dedicada al cultivo de plátano ecológico es la única de Canarias que oferta un programa de visitas.
Ecofinca Platanológico es una extensión agraria dedicada en su mayor parte al cultivo ecológico del plátano y al desarrollo de proyectos relacionados con la agricultura ecológica. “Nuestra finca se encuentra adaptada y equipada para eventos y visitas, y cuenta con senderos transitables y un huerto escolar”, explica Francisco. Platanológico es “una forma de entender la agricultura como medio de desarrollo y sostenibilidad, y por ello basamos nuestros proyectos en la divulgación y transmisión de estos valores, todo esto durante un agradable paseo por un jardín botánico subtropical, siendo el cultivo del plátano el eje de un ecosistema sostenible en producción agrícola”, añade. “Entendemos el sistema productivo como un ecosistema más, eso sí, encauzado a la producción de alimentos, construyendo el bosque comestible”.
García Lázaro, que es científico, experto en el flujo de materia y energía en ecosistemas, desarrolla en la ecofinca una labor científica y divulgativa. “Me planteé por qué no poner a funcionar los ecosistemas locales, tanto los bosques como los agrícolas, porque explotar un sistema no es tirar una carga de dinamita y barrer lo que flote”, advierte. “Explotar un ecosistema es ponerle a funcionar en la mejor de sus expresiones, ayudarle a que se mantenga como se ha venido desarrollando durante miles de millones de años; nosotros lo que hacemos es recoger la sobreproducción, pero el ecosistema se mantiene estable, inalterable, vivo”, asegura. La Palma, en su opinión, “reúne unas condiciones muy interesantes a nivel planetario, es un vergel, un diamante”.
En Platanológico se ofrece al visitante “la posibilidad de conocer uno de los cultivos bandera de Canarias, cómo se puede trabajar de una manera no lesiva para el medio; no se valora mucho el plátano, no hay ningún lugar donde se muestre al consumidor o al visitante cómo trabajamos este cultivo”. “A los turistas no les gusta la utilización de venenos, y si fuéramos más hacia lo ecológico tendríamos más turismo”, afirma. “También es muy importante la valorización del agricultor canario, el agro, la fuerza de la gente, el tesón”, subraya.
“Mi finca tiene 15.000 metros cuadrados y de ella vivimos tres familias, cuando normalmente con una familia basta, pero nosotros necesitamos mucha más mano de obra, pero no nos gastamos tanto en insumos; nuestro método está basado en las leyes naturales y tenemos el cuaderno de campo a disposición del público, ojalá nos copien”. “Producimos en torno a un 10-15% menos que las fincas convencionales, y para mí el dinero no es lo importante, pero hay gente que le puede motivar que tengamos un precio plano todo el año de 0,80 céntimos por kilo, mientras que los convencionales están en torno a los 0,27 céntimos”. “El 90% de lo que comemos en La Palma es importado y eso es un pecado, en una isla que es eminentemente productora, con condiciones idóneas”, recuerda.
“Necesitamos más gente trabajando en las fincas, ahora las explotaciones ecológicas son en torno a un 16% en La Palma, si fuéramos el 50% o más posiblemente no habría paro, pero no solo por las fincas sino porque también se necesita gente que coja pinillo y así no se quemaría el pinar, gente que tenga más vacas”, apunta. “Los beneficios colaterales de la agricultura ecológica en La Palma son impresionantes”, sostiene.
Francisco lamenta que “se haya perdido hace tiempo el contacto con la naturaleza”. “Nuestra soberbia es muy grande, pero como le estamos viendo las orejas al lobo hay una inquietud colectiva por cambiar todo el sistema; por este compromiso dejé mis trabajos anteriores, que eran muy interesantes y bonitos, y no me podía quejar en cuanto a los salarios; pero me fascina la naturaleza, quiero poner mis conocimientos al servicio de mis hijos y también de la sociedad, porque si tus vecinos lo están pasando mal, tú no podrás ser feliz, es tratar de ayudar, de evolucionar conjuntamente como sistema”, concluye.