Los forenses dicen que no había suicidas entre las víctimas del 11-M

En esta jornada trigésimo octava del juicio por el 11-M, al igual que sucedió en la del miércoles, también estuvo presente la huelga de hambre que siguen catorce de los diecinueve acusados que están presos, de los que dos de ellos, Abdelilah El Fadual y Hamid Ahmidan, abandonaron este jueves su protesta. Mientras, Rabei Osman El Sayed, Mohamed El Egipcio, y Youssef Belhadj dejaron la huelga de sed que también mantenían y Abdelmajid Bouchar fue hidratado.

Antes de que El Fadual y Ahmidan comieran el menú diario que se les da a los presos, los letrados de los catorce procesados entregaron un comunicado al tribunal en el que indicaban que sus clientes estaban dispuestos a llevar su protesta “hasta sus últimas consecuencias”.

“Nuestros 191 muertos y aquellos del 3 de abril”

En la sesión vespertina la directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, que declaró junto a otros tres médicos forenses, indicó que “no había signos indiciarios propios de un suicida terrorista” entre las víctimas y señaló que había una gran diferencia entre “nuestros 191 muertos y aquellos del 3 de abril”, en alusión a los siete autores de la masacre que se suicidaron en Leganés. Aunque no se realizó ningún estudio comparativo, Baladía recordó que uno de los cadáveres de Leganés tenía incrustado un pequeño objeto metálico, “típico del suicida terrorista que quiere morir matando y se adosa el material que va a utilizar para causar su muerte y la de otros”, pero dijo que tras examinarlo resultó ser una pila de un reloj.

Por su parte, los forenses que examinaron los restos humanos hallados entre los escombros del piso de Leganés manifestaron que establecieron el diagnóstico de “carácter suicida” por los “datos positivos” que les proporcionaron los exámenes de los restos -de los que dijeron que no tenían disparos, ni proyectiles, ni estaban bajo efectos tóxicos ni tampoco atados- y la ausencia de hallazgos que les hicieran pensar en una causa accidental u homicida. Tras señalar que en un principio los estudios antropológicos apuntaban seis cadáveres pero que los análisis genéticos confirmaron un total de siete, los peritos subrayaron que se hizo una evaluación cadavérica de los restos y que “se trataba de personas vivas en el momento de suceder los hechos (la explosión)”.

Especificaron que los síntomas que les hicieron hacer esa afirmación eran, entre otros, que había pérdida de sangre, los bordes de las heridas también tenían esta sustancia y las quemaduras eran de color rojizo, lo que de haber estado muertos antes de la explosión no sucedería, pues si se hubiera sido cadáveres “no habría separación de bordes en las heridas y las quemaduras estarían más endurecidas o amarillentas”. Junto a éstos también declararon los forenses que practicaron la autopsia del subinspector de los GEO Francisco Javier Torronteras, fallecido a consecuencia de la explosión de Leganés, y uno de ellos explicó que la profanación que sufrió su cadáver a los quince días de ser enterrado, el 4 de abril de 2004, la debieron llevar a cabo personas “no profesionales” porque era un “trabajo muy burdo”.

En esta jornada también depuso el médico forense José Luis Miguel Pedrero que cifró el número de damnificados por los atentados del 11-M en 1.841, lo que supone 17 heridos más respecto a los 1.824 que cifró la Fiscalía en su calificación provisional en noviembre de 2006. Además este jueves declararon varios testigos que por diversos motivos no lo habían hecho en la fase testifical, entre ellos Yahia Mouad Mohamed Rajah, amigo de Mohamed El Egipcio, con el que mantuvo las conversaciones grabadas por la Policía italiana en las que se atribuyó la autoría intelectual del 11-M, quien se negó a declarar a través de videoconferencia desde Italia, donde está preso.

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