La Guardia Civil no detuvo a 'El Chino' pese a llevar ropa robada y cuchillos
Los dos agentes de la Guardia Civil de Tráfico que interceptaron a Jamal Ahmidan, El Chino, cuando viajaba en diciembre de 2003 por la carretera de Burgos, admitieron este lunes que sospecharon de él por su actitud nerviosa y los enseres que transportaba -cuchillos, ropa robada y un fajo de billetes- pero que no lo consideraron motivo suficiente para detenerle.
Así lo manifestaron en la vigésimo quinta jornada del juicio por el 11-M estos dos guardias civiles, uno de los cuáles destacó que, al pedirle la documentación, El Chino, que les mostró una “carta verde belga” con el nombre falso de Youssef Ben Salah, se puso “chulo” y les espetó: “racistas, os vais a enterar”.
A lo largo del día comparecieron en total una veintena de testigos, entre ellos el hermanastro del acusado Jamal Zougam, Mohamed Chaoui, quien desmintió que éste participara en el 11-M porque durmió con él en la misma habitación la noche anterior y ambos se despertaron sobre las 10.00 horas.
Por contra, un vecino de la finca de Chinchón en la que supuestamente se montaron las bombas que estallaron en los trenes aseguró haber visto a Zougam -presunto autor material de los atentados-, al que este lunes reconoció fotográficamente, arreglando el tejado de la casa, una vez que pasó por allí cerca con su coche.
Además declaró el sirio Safwan Sabagh, amigo de uno de los suicidas de Leganés Allekema Lamari, quien confirmó que habló con él por última vez el 27 de marzo de 2004 para contarle que al relacionarle la Policía con el 11-M le preguntaron por él y que al advertirle de que tuviera cuidado, Lamari le respondió: “no me cogerán vivo”.
La detención de Sabagh, que quedó en libertad tras comparecer ante el juez de instrucción, se produjo porque una huella dactilar suya apareció en un libro encontrado entre los escombros del piso de Leganés, y este lunes explicó que ese libro se encontraba allí porque se lo prestó a Lamari cuando estaba en prisión.
Lamari quedó en libertad en 2002 por orden de la Audiencia Nacional mientras se resolvía el recurso que interpuso ante el Supremo contra la condena de 14 años de cárcel que le fue impuesta en 2001 por integrar una célula del Grupo Islámico Armado (GIA) argelino, hechos por los que ingresó en prisión preventiva en 1997.
Hasta una maza artesana “de las que hacen daño”
Sin embargo, el testimonio más sorprendente de la jornada fue el de los dos guardias civiles de tráfico, destacados en el puesto de Buitrago de Lozoya, que relataron que cuando patrullaban en la madrugada del 5 de diciembre de 2003 observaron un vehículo marca BMW estacionado en un área para camiones y a un hombre que estaba intentando empujarlo.
Al acercarse a él le pidieron su documentación y el hombre, que traslucía “mucho nerviosismo”, les mostró una “carta verde belga” a nombre de Youssef Ben Salah, y al sacarla vieron que llevaba un fajo de billetes de 50 euros.
Uno de los agentes recordó que le preguntó si había pasado ese día por esa carretera, la N-I, “porque me sonaba su cara” de haberle parado por la mañana y “en estado muy chulo me dijo que no” y les espetó: “racistas, os vais a enterar”.
A continuación registraron el vehículo y en su interior hallaron “cuchillos y navajas”, una “maza artesana”, “de las que hacen daño”, y una maleta con ropa que llevaba las etiquetas y las alarmas de unos grandes almacenes, lo que les hizo sospechar que se trataba de mercancía robada.
Tras explicarles que venía de Bilbao de ver a su hermana, aunque sin saber precisar la dirección exacta de su domicilio, los agentes le multaron por portar armas, y al ser preguntados si no pensaron en detenerle, ambos subrayaron que no les pareció que fuera motivo suficiente y, además dijeron que había que hacer las averiguaciones pertinentes y “a esas horas no procedía”.
Al día siguiente, una grúa de un taller de Buitrago de Lozoya llevó a El Chino y a su vehículo, que estaba estacionado en el área de camiones porque no arrancaba, hasta la dirección que éste había indicado a los agentes en la denuncia, que, según recordaron, estaba en la zona de Vallecas o Lavapiés.
Ambos testigos reconocieron a Ahmidan tras aparecer su fotografía publicada en los medios de comunicación después de la explosión del piso de Leganés el 3 de abril de 2004, donde además de El Chino murieron otros seis responsables de los atentados, lo que comunicaron a sus superiores con una nota informativa.