Descubierta una 'supertierra' que servirá para probar los modelos atmosféricos planetarios

Impresión artística de la atmósfera de Gliese 486b

Nekuni

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Una nueva supertierra caliente que orbita la cercana estrella enana roja Gliese 486, situada a tan solo 26 años luz del Sol, servirá para probar los modelos atmosféricos para planetas rocosos.

Durante los últimos 25 años, los astrónomos han descubierto una gran variedad de exoplanetas compuestos de roca, hielo y gas debido a la puesta en operación de instrumentos astronómicos específicamente diseñados para su búsqueda. Además, gracias a la combinación de diferentes técnicas de observación, han sido capaces de determinar una gran cantidad de masas, tamaños e incluso densidades planetarias, lo que permite estimar su composición interna y elevar a varios miles el número de mundos descubiertos fuera del Sistema Solar. Sin embargo, estudiar las atmósferas de estos planetas rocosos, lo que hará posible caracterizar plenamente los exoplanetas similares a la Tierra, es extremadamente difícil con la instrumentación disponible en la actualidad. Por este motivo, los modelos atmosféricos disponibles de planetas rocosos siguen sin estar probados.

En este sentido, los astrónomos del consorcio CARMENES (Calar Alto high- Resolution search for M dwarfs with Exoearths with Near-infrared and optical échelle Spectrographs), en el que participa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han hecho público recientemente un estudio, liderado por Trifon Trifonov, astrónomo del Instituto Max Planck de Astronomía en Heidelberg (Alemania), sobre el descubrimiento de una supertierra caliente que orbita la cercana estrella enana roja Gliese 486, situada a tan solo 26 años luz del Sol.

Para ello, los científicos emplearon las técnicas combinadas de fotometría de tránsito y espectroscopía de velocidad radial, y contaron, entre otros, con las observaciones del instrumento MuSCAT2 (Multicolour Simultaneous Camera for studying Atmospheres of Transiting exoplanets), instalado en el Telescopio Carlos Sánchez, de 1,52 m, en el Observatorio del Teide. Los resultados del estudio se publican en la revista Science.

El planeta descubierto, bautizado como Gliese 486b, tiene 2,8 veces la masa de la Tierra y es solo un 30% más grande. “Al calcular su densidad media a partir de las mediciones de su masa y su radio, se deduce que la composición es similar a la de Venus o la Tierra, que poseen núcleos metálicos en su interior”, explica Enric Pallé, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y coautor del artículo sobre el hallazgo, publicado en Science.

Gliese 486b gira en torno a su estrella anfitriona en una trayectoria circular cada 1,5 días y a una distancia de 2,5 millones de kilómetros. A pesar de estar situado muy cerca de su estrella anfitriona, el planeta ha conservado probablemente una parte de su atmósfera original, por lo que es un candidato ideal para examinar con la próxima generación de telescopios espaciales y terrestres.

Para Trifon Trifonov, astrónomo del Instituto Max Planck de Astronomía en Heidelberg y autor principal del estudio, dijo en un comunicado “la cercanía al Sol de este exoplaneta es emocionante porque será posible estudiarlo en mayor detalle utilizando potentes telescopios como el próximo Telescopio Espacial James Webb y el ELT (Extremely Large Telescope) actualmente en construcción”.

Gliese 486b tarda el mismo tiempo en rotar alrededor de su eje de giro que en describir la órbita alrededor de su estrella anfitriona, por lo que siempre muestra la misma cara hacia la estrella. Aunque la estrella Gliese 486 es mucho más débil y fría que el Sol, la irradiación es tan intensa que la superficie del planeta se calienta hasta al menos 700 K (unos 430 °C). Debido a ello, la superficie de Gliese 486b probablemente se parece más a la de Venus que a la de la Tierra, con un paisaje caliente y seco, surcado por ardientes ríos de lava. Sin embargo, a diferencia de Venus, Gliese 486b posiblemente tenga una atmósfera tenue.

Los cálculos realizados con los modelos existentes de atmósferas planetarias pueden ser consistentes con los escenarios de superficie caliente y atmósfera tenue del nuevo planeta porque la irradiación estelar tiende a evaporar la atmósfera, mientras que la gravedad tiende a retenerla. Determinar el equilibrio entre ambas contribuciones es difícil en la actualidad.

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