Las dunas de Tenerife, único vestigio de un gran seismo
Un campo de dunas al sur de Tenerife logró preservar hasta el siglo XX unas formaciones de arenas, las llamadas sismitas, que son el único vestigio encontrado en Canarias de un terremoto, datado entre 3.000 y 9.000 años, que pudo superar la magnitud 6 en la escala Richter.
Este seísmo pudo quintuplicar los valores previstos en la vigente norma sismorresistente para la aceleración sísmica del suelo en Canarias, afirma en una entrevista a Efe Luis González de Vallejo, catedrático de Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense de Madrid y director de la División de Riesgos Geológicos del Instituto Volcanológico de Canarias.
La identificación y el estudio de estas estructuras paleosísmicas encontradas en El Médano (Granadilla de Abona) es la primera investigación sobre este asunto realizada en Canarias y su autor es precisamente González de Vallejo, que se encuentra actualmente inmerso en la investigación de depósitos de grandes tsunamis en Tenerife y Lanzarote y sus relaciones con los mega-deslizamientos de Canarias.
El investigador señala que en la Península existen datos de sismicidad histórica desde épocas muy antiguas que se remontan a la dominación musulmana.
Pero “¿qué pasó en Canarias antes de lo que recogen los datos históricos, es decir antes del siglo XV? En realidad en Canarias contamos con una información sísmica histórica muy limitada, y es a partir de la década de los 70 del pasado siglo cuando ya se dispone de registros sísmicos más o menos completos”, añade.
Sin embargo, puntualiza el catedrático, la investigación paleosísmica permite complementar los datos de sismicidad histórica aportando información sísmica de gran valor, particularmente importante en regiones de escasa información, como el caso de Canarias.
Los efectos de los terremotos en los suelos de tipo arenoso producen deformaciones que, mediante técnicas geológicas y geotécnicas, permiten estimar la intensidad del terremoto y su edad.
La identificación en Canarias de las huellas de estos grandes terremotos -las llamadas sismitas o estructuras sedimentarias de origen sísmico- reviste especial dificultad por ser escasos los depósitos de arenas y por la intensa acción antrópica desarrollada en las zonas del litoral donde se encuentran preferentemente los suelos arenosos.
En el caso de Tenerife las obras para la construcción de la autopista del sur en la década de los 60 del pasado siglo, dejaron al descubierto unas capas de arenas compactas que habían permanecido cubiertas por dunas.
Las condiciones especiales de preservación que se dieron en El Médano, permitieron la observación de las sismitas, evidenciando su origen sísmico por una fuerte sacudida del terreno arenoso saturado en agua, produciendo el denominado fenómeno de la licuefacción de las arenas.
Las investigaciones han estimado la aceleración que sufrió el terreno durante el paleoterremoto, y que fue al menos del 20% de la aceleración de la gravedad, lo que representa un valor de aceleración muy superior al esperable en Canarias según la Norma Sismorresistente.
“No sabemos si fue uno o varios terremotos, pero al menos hubo uno de magnitud superior a 6 en la escala Richter”, explica Luis González de Vallejo, quien precisa que se trataría de un fenómeno excepcional y poco frecuente, ya que Canarias se encuentra en una zona de sismicidad moderada, donde los terremotos esperables no superarán la magnitud de 5.
Respecto a la posibilidad de investigar la existencia de paleoterremotos en otras islas, el catedrático apunta dificultades tanto por falta de recursos económicos para financiar la investigación en ciencias de la Tierra, como por la escasez de investigadores especializados en esta materia.
Luis González de Vallejo ha sido galardonado en 2013, junto con la investigadora del IGME Mercedes Ferrer, por la Sociedad Geológica de América (SGA) por su libro Geological Engineering, premio que supone “un respaldo” a su labor educativa en ingeniería geológica “y prestigia internacionalmente” la formación de los estudiantes universitarios españoles en esta materia.
De hecho, apunta el catedrático, la publicación premiada por la SGA ha sido adoptada como libro de texto en numerosas universidades, entre ellas la Universidad de Berkeley.