Guaguas, Pro Vida y 'cachorros' del PP dan su particular bienvenida a ZP

Los alrededores del Auditorio Alfredo Kraus, en la capital grancanaria, estuvieron este sábado por la mañana más concurridos de lo habitual. Y no era para menos, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, iba a dar un mitin. Así pues, había que aprovechar.

Los 1.800 simpatizantes, militantes y dirigentes del PSC en la Isla que quisieron aplaudir y vitorear tanto a Zapatero como a Juan Fernando López Aguilar, candidato socialista al Parlamento Europeo, coincidieron en la entrada del Auditorio con un nutrido grupo de trabajadores de Guaguas Municipales, que no quisieron dejar pasar esta oportunidad para reivindicar una salida a la frágil situación económica que mantiene a la empresa en la cuerda floja.

Los guagueros no se cortaron y se hicieron oír, incluso dentro del Auditorio. Algunos consiguieron colarse en el interior del recinto para intentar reventar el discurso electoral de Zapatero. Justo cuando el presidente iba a tomar la palabra comenzaron los gritos -“ladrones” fundamentalmente-, que rápidamente quedaron apagados por los aplausos y, por supuesto, por los vecinos de asiento, que no dudaron en echar de la sala a tan impertinentes espectadores.

Tampoco faltaron a la cita unos pocos defensores de la vida que, aunque con bastante menos ruido que los anteriores, manifestaron con una discreta pancarta y algunos carteles su rechazo a la reforma de la Ley del Aborto que ya ha puesto en marcha el Ministerio de Igualdad.

También andaban por la zona, como quien no quiere la cosa, militantes de Nuevas Generaciones del Partido Popular repartiendo ejemplares del último número del semanario Época, que dedica -además de la portada- seis páginas a su particular relato de una conversación que el líder popular en Canarias, José Manuel Soria, mantuvo con uno de los denunciantes del caso Faycán y que fue grabada -presuntamente por Soria- sin el consentimiento de éste último.

No les salió demasiado bien la jugada a los cachorros del PP -incluido su presidente regional, Sergio Falcón-, entre otras cosas porque la mayoría de los que pasaban por allí iban, lógicamente, a aplaudir a Zapatero y rechazaban con cara de pocos amigos el ofrecimiento de los jóvenes populares. Fue más una representación que otra cosa, un intento de meter el dedo en la llaga, que se quedó en eso, en la pretensión.

Pocos fueron los que aceptaron un ejemplar de la revista del Grupo Intereconomía, entre ellos un despistado inmigrante que paseaba con su bicicleta y que recibió el ejemplar de manos del mismo Sergio Falcón. Su cara de extrañeza lo decía todo.

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