No culpes a la Guía Michelin si la alta gastronomía es así

Premiados Guía Michelín.

Javier Suárez

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La Gala Guía Michelin 2023 trajo consigo el mayor número de Estrellas Michelin constatado nunca en España en una sola hornada, con 29 restaurantes en España consiguiendo su primera distinción, tres que consiguen la segunda, dos que consiguen la tercera y 13 nuevas Estrellas Verdes. A eso hay que sumar los reconocimientos específicos a la sala, joven chef y chef mentor. Aún así, para algunas personas la noticia es una foto final donde –es cierto- hay una mayoría abrumadora de hombres, pero analicemos por qué hemos llegado a esta situación y pensemos qué poner de nuestra parte para que las tornas cambien.

Se preguntarán ustedes por qué digo que no hay polémica o que mucho de lo hablado desde el martes pasado, día de la gala, me parece sacado de contexto y de lugar. La razón es muy sencilla: lo creo porque los inspectores de la guía no otorgan sus reconocimientos por cuotas de género de quien lleva la chaquetilla de chef, sino a los proyectos de restaurantes que le hayan gustado, punto final. Porque no olvidemos algo, la estrella no es para un cocinero, es para un equipo completo que incluye cocina y sala, por muchos que algunos se empeñen en sostener lo contrario.

Si ustedes me preguntaran sobre una cocinera canaria que pudiera ganar o debiera tener ya la Estrella Michelin, permítanme decirles, no sin cierta tristeza, que no tengo ninguna en mente y creo tener un conocimiento amplio de la cocina y los restaurantes que tenemos en Canarias. Pero es más, hablando con el periodista Jorge Guitián, el más firme defensor de la igualdad, de los derechos de la mujer y de otorgarle el protagonismo fundamental en la gastronomía, sostiene que no sabría “si tendría tres cocineras de toda Galicia que pudieran tener la Estrella Michelin ahora mismo, y eso es lo más triste. Mi crítica sobre la noche no iba dirigida en absoluto hacia la Guía Michelin, sino hacia el momento que está viviendo la alta cocina y qué motivos se están dando para que las mujeres se estén haciendo a un lado en la carrera que es la alta cocina.”

A raíz de esta conversación cruzada de Twitter les dejo un hilo que mantenían María Nicolau, Pablo Pizarro y Ricardo Fernández, tres de los profesionales de la gastronomía e incluso de la formación que más respeto de lo que anda por las redes sociales por ser personas que se mojan, dan la cara y opinan con datos y reflexiones que considero muy interesantes.

Ese es el gran problema de base, los sacrificios que exige un nivel como el que la Guía Michelin imprime y que no todas las personas (bien hombre o mujeres) están dispuestos a llevar a cabo. Pilar Salas responsable de gastronomía de EFE y finalista en dos ocasiones del Premio Nacional de Gastronomía me confesaba que “ha sido un año donde la guía ha premiado a muchos jóvenes de nuestro país, se ha fijado en zonas rurales muy interesantes compartiendo el foco con las grandes ciudades y, como me decía Lydia del Olmo del restaurante Ceibe, que también ganó una estrella, hay que dar visibilidad a los proyectos bonitos, es verdad que la mayoría son de hombres, pero cada año hay más mujeres presentes y pisando con fuerza”.

Lo de algunos en las últimas horas me parece una polémica forzada porque aún no he leído a ninguno de los que se queja sobre el que “no hay mujeres” mencionar a cuáles  de ellas les hubieran dado las estrellas. Quizás y solo quizás, es que tampoco las conocen o no las hay por lo que me parece perfecto la decisión que toman los inspectores de la guía obviando cualquier tema de paridad y otorgan la estrella a quienes consideren oportuno. 

No olvidemos que la estrella la gana todo el restaurante, conformado por cocineras y cocineros, camareras y camareros, jefas y jefes de sala o sumilleres. Lo que sí me parecería una vergüenza es crear una categoría femenina como sucede en otros premios gastronómicos porque el feminismo no se gana separando, sino uniendo y poniendo en valor con las mismas reglas del juego a la mujer y al hombre.

No he leído a muchos de los que se quejan estos días opinar sobre los Soles Repsol, la Guía Macarfi o algo que sí veo absolutamente demencial como es separar los hombres y las mujeres en dos listas diferentes como hace 50 Best, eso sí que es discriminación ¿o es que a la hora de cocinar lo hacen diferente?

Es cierto que todos podemos poner de nuestra parte y la prensa gastronómica o esos que andan criticando estos días por doquier al respecto, busquemos y pongamos en valor a esas mujeres que están liderando cocinas y que por algún motivo u otro, no se estén visualizando. No pretendamos que la Guía Michelin haga el trabajo que no hayamos sido capaces de hacer nosotros de manera individual. Eso sí, sin condescendencia o cambiando las formas de ver los platos, técnicas y resultados estén cocinados por un hombre o una mujer. Yo me comprometo a seguir insistiendo y tratando de avanzar día a día en ese camino. Siempre menciono en esto a mi compañera de Canarias Ahora Jennifer Jiménez, una de las periodistas más comprometidas con el feminismo que conozco y que si viera en mí algún atisbo erróneo, no les quepa duda que será la primera en hacérmelo ver. 

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