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La soledad vertebra la última etapa de los mayores

El contacto humano es primordial para la salud física y mental de los mayores. (Canarias Ahora).

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

María Jesús, de 84 años, vive sola en una casa del barrio en Las Palmas de Gran Canaria. No tiene hijos aunque se casó dos veces. Padece asma, hernia de hiato, artrosis y reuma, para las que toma diariamente bastante medicación. Un día cualquiera en su vida pasa por leer, ver la televisión, distraerse con la tablet y contemplar el mar desde el sofá de su salón. Y aunque tiene varios sobrinos que la visitan con regularidad, reconoce que “a veces lo que más me hace falta es hablar”.

Como ella, más de 1.700.000 personas mayores de 65 viven solas en España, según el último censo del INE de 2011. Aunque para asociaciones como la Fundación Amigos de los Mayores la cifra se eleva hasta 1.850.000. Dato que irá en aumento, ya que en la actualidad las personas mayores suponen un 18% de la población pero representarán el 38% en el 2050.

Para María Jesús uno de los momentos más gratificantes es la visita de Pino, una joven voluntaria del programa de acompañamiento de Cruz Roja que un domingo cada dos semanas llega a su casa y está un par de horas haciéndole compañía. María Jesús recalca que la voluntaria ha elegido “un domingo, un día de fiesta” para sentarse a su lado. Charlan de sus vidas, miran la tablet e incluso han ido al cine a ver una de las películas que le gustan a María José. El cariño que siente por Pino es tan especial que asegura entre risas que si se volviera a casar, la joven sería su madrina.

El sentimiento de soledad es uno de los factores más habituales entre las personas mayores de 65 años. Según los datos del Imserso, también de 2011, casi un 25% declara sentirse solo en ocasiones especiales. En las mujeres este hecho se agrava aún más, ya que el 44% de los hombres asegura que nunca se siente solo, frente al 28% de las mujeres.Para hacer frente a estas situaciones puntuales de soledad hay voluntarios que, como Pino, deciden invertir parte de su tiempo libre en personas que aún teniendo familia, reconocen que les hace falta compañía. Además, la contrapartida para la voluntaria también es significativa. “Me enriquece bastante venir a casa de María Jesús porque a veces estoy decaída y al hablar con ella me animo montón, salgo de aquí con un subidón. Se me hace el tiempo corto, cuando nos damos cuenta ha pasado más de una hora o dos”, confiesa Pino.

Casi el 100% de los mayores tienen un síndrome de soledad

Sin embargo, desde Cruz Roja se hace hincapié en que la soledad no significa literalmente que una persona viva sola en casa. Hay mayores que aun teniendo una familia numerosa se encuentran en una etapa de su vida en la que su entorno habitual ya no les cubre una serie de necesidades. Se sienten más vulnerables, débiles y solos. De hecho, la organización recalca que quien está más acompañado es quien declara sentirse más solo. Las razones se encuentran en que este acompañamiento no es una dedicación plena, sino habitual o de costumbre, como por ejemplo, hijos que pasan a ver a sus padres después de ir a trabajar. Estas visitas no suelen cubrir las necesidades del mayor, quien requiere atención y cuidados específicos. En este ciclo también entra en juego el síndrome del nido vacío, momento en el que los hijos se marchan de casa por trabajo o para formar una familia o cuando uno de los miembros del matrimonio ha fallecido.

La persona mayor siente que las sucesivas etapas que iban encajando en su vida se agotan: su trayectoria laboral ya finalizó, la crianza de los hijos también, a lo que se une que las personas de su entorno van falleciendo. Se produce un vacío en sus vidas que es muy difícil cubrir y les cuesta seguir lo que la sociedad aporta, de modo que se produce un desenganche que se incrementa a medida que pasa el tiempo. Por una razón o por otra, “casi el 100% de las personas mayores tiene un síndrome de soledad”, confiesa el responsable provincial del área de personas mayores de Cruz Roja en Las Palmas de Gran Canaria, Eduardo Pajuelo.

Ante este panorama la existencia de organizaciones que dediquen esfuerzos a disminuir esta sensación se convierte en necesaria. Cruz Roja cuenta con el programa de teleasistencia, un servicio gratuito durante 24 horas todos los días de año que, sobre todo, da respuesta inmediata a las necesidades del mayor a través de un aparato situado en sus hogares. Este proyecto, que arrancó en Las Palmas de Gran Canaria hace 26 años junto con Barcelona, Málaga y Toledo y que en la actualidad cuenta con 4.200 usuarios en las Islas, gestiona las llamadas de urgencia que efectúa el mayor desde su domicilio, tanto porque no se encuentre bien o se haya hecho daño. El personal de Cruz Roja valora la llamada desde la centralita y determina sí se debe avisar a los servicios de emergencia o al familiar. En este sentido, la ONG ya tiene el contacto de entre una y tres personas de su entorno – un familiar, amigo o vecino- para notificarles inmediatamente cualquier percance del usuario. El personal de la organización se guía no solo por lo que el usuario le traslada desde su casa sino también por otros sonidos, como gritos o dolor.

También reciben llamadas porque el mayor se siente solo y necesita hablar y en otras ocasiones requiere que se le recuerde una cita médica. El subdirector de Centro de Coordinación Autonómico, Texenén Grimón, detalla que otra de las funciones del servicio de teleasistencia es elaborar una agenda de cumpleaños y seguimiento ya que, según afirma, desde este programa no solo se da respuesta a las necesidades de la persona sino que se pretende ir un paso más allá y adelantarse a sus peticiones. El equipo humano de teleasistencia de la capital grancanaria -compuesto por 14 personas entre voluntarios y trabajadores- llama cada quince días a los usuarios para saber cómo se encuentran, les felicitan por su cumpleaños, les recuerdan sus citas médicas y sus pautas de medicación- siempre con autorización del médico-.

Asimismo, desde Cruz Roja también se intenta reducir las consecuencias de vivir solo con otras iniciativas como la teleasistencia móvil, gracias a la cual el usuario puede pedir ayuda desde la calle con un teléfono portátil cedido por la ONG. El aparato está diseñado de manera sencilla, de modo que con solo apretar el botón del volumen se emite una señal al centro de control. De momento, solo hay dos usuarios en Canarias, uno en La Gomera y otro en El Hierro, pero esperan poder extenderlo al resto de islas. También disponen de un Localizador de Personas con Deterioro Cognitivo (LOPE), un dispositivo con GPS que el usuario debe llevar consigo cada vez que salga de su domicilio. El sistema está ideado para que sí la persona sale de las zonas seguras el centro de control reciba la alarma y pueda avisar a un familiar.

Eempoderarlos para que participen activamente en la sociedad

La ONG Solidarios para el Desarrollo defiende un modelo en el que la persona disfrute de un envejecimiento activo y disponga de mecanismos que lo empoderen para que participe activamente en la sociedad. Por eso apuestan por un voluntariado, que más que ayudar, facilite esas herramientas. El colectivo tiene en la actualidad 100 visitas gracias al programa de voluntariados en Madrid, en Sevilla, en Granada y en Murcia y que consisten en acompañar al mayor durante tres o cuatro horas una vez por semana y charlar con ella, jugar a las cartas, ver la televisión o dar un paseo. Esta es una manera de promover las relaciones intergeneracionales gracias a actividades que incluyen tanto a personas voluntarias y a mayores. Asimismo, desde la organización resaltan que la evolución tecnológica presenta nuevas oportunidades para ofrecer cursos sobre cómo manejar ordenadores, teléfonos móviles, Internet y otras herramientas que favorezcan la participación de los mayores en la sociedad. En este sentido, desde Amigos de los Mayores destacan que es importante la actitud de la persona, que tenga pasatiempos, que continúe aprendiendo cosas nuevas a lo largo de la vida y que se mantenga actualizado en el campo de las nuevas tecnologías, ya que esto puede ayudarle a no desligarse de la sociedad y a estar más acompasado con las nuevas generaciones.

También la sociedad tiene su papel en esta situación. Hace años, la persona mayor era el centro de la familia y era considerado el referente y la figura a respetar. El responsable de Comunicación de Solidarios para el Desarrollo, Carlos Miguélez, subraya que en la actualidad domina una visión social en la que priman los valores asociados a la juventud y por contrapartida, determinados estereotipos negativos se relacionan con la vejez. Asimismo, añade que la desarticulación de las redes sociales y vecinales, la movilidad laboral que lleva a las familias a alejarse y los cambios en los centros urbanos que rompen la vida tradicional del barrio han contribuido al aislamiento.

Para mermar estos efectos Miguélez recalca que desde su ONG intentan dar a conocer la realidad de las personas mayores y sensibilizar a la población a través de charlas en colegios y vídeos como “La vida de Paquita” en el que se narra las vicisitudes de una mujer que solo recuerda de su vida “trabajar y trabajar”.

“La sociedad conoce parte de la realidad, pero necesitamos completarla con un panorama más amplio y ofrecer cauces de participación, de denuncia y de influencia en la esfera de lo político”, subraya Miguélez. Puntualiza que es necesario que los medios de comunicación modifiquen la manera en cómo se presenta a los mayores e incide en que las personas deben implicarse ya no por solidaridad, sino porque todos llegaremos a esta etapa de la vida. “Tenemos que buscar sinergias para dar vida a esos años”, apunta.

El sistema de dependencia agrava aún más la situación

Las ayudas sociales a las personas dependientes son fundamentales para su autonomía y bienestar. Sin embargo, los datos reflejan un panorama deficiente. Canarias es la comunidad que menos personas atiende del total de población potencialmente dependiente, concretamente un 3,42% frente al 7,15% de la media nacional. Pero además, es la región que más personas se encuentran esperando a que se resuelva el trámite de dependencia. Un 54% permanece en el limbo, mientras que la media española es de un 32,6%. Concretamente, 16.126 personas están en el Archipiélago a la espera de que se apruebe su expediente. Y la media de espera es de tres años, según el Gobierno de Canarias. De hecho en 2015, 1.492 solicitantes fallecieron sin haber recibido la prestación.

En cuanto a la financiación, el Archipiélago también está a la cola en gasto medio por habitante, que es de 48,59€ euros frente a los 113€ de media estatal. Ante esta situación, el presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, José Manuel Ramírez, reitera que Canarias tardará muchos años en revertir la situación ya que tiene una pesada losa de nueve años entre la gestión de la exconsejera del Ejecutivo regional Inés Rojas y los recortes del gobierno de Mariano Rajoy, que se cifran en 42 millones de euros desde que accedió a la Presidencia.

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