45 años a la red narco de Vigo con lazos en Tenerife
La Audiencia de Pontevedra ha condenado a 45 años y cuatro meses de prisión a los trece acusados de formar parte, directa o indirectamente, de una red que traficaba con cocaína y hachís en Vigo y alrededores y que realizó varios envíos de droga a Tenerife a través de “mulas”.
El fiscal, que inicialmente pedía 113 años de cárcel, hizo unas modificaciones en sus conclusiones tras pactar con la defensa de los acusados que reconocieran los hechos.
El tribunal cree probada la pertenencia a un grupo criminal de Castor C., a quien impone una pena de 7 años y una multa de 650.000 euros; de Julio César D.G., condenado a 6 años y 6 meses; y de Daniel Ángel S.A. y Vicente L.D., condenados a 3 años cada uno.
Estima que estos formaban parte de un grupo criminal dedicado al tráfico de drogas “con cierta estabilidad, distribución de funciones específicas y carácter jerarquizado”, y por este delito aplica, a petición del ministerio fiscal, la extensión mínima legal: 6 meses.
Tanto a estos como al resto de acusados los condena la Audiencia de Pontevedra por un delito contra la salud pública en la modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud.
El tribunal no cree suficientemente acreditada la circunstancia atenuante de “grave adicción” a las drogas alegada por la mayoría de los encausados.
El policía encargado de dirigir la investigación, entre diciembre de 2007 y abril de 2008, a la red de distribución de cocaína y hachís ratificó en el juicio el carácter estable y la estructura piramidal de la misma, en cuya cúspide figuraba Castor C., alias “el Gordo”.
Tanto es así que éste “mandaba y el resto obedecía”, ha sintetizado el director de la investigación, en alusión a que determinaba los envíos y los destinatarios, fijaba los precios de las transacciones e incluso el margen que se quedaban los intermediarios.
Asimismo, se mostró “seguro” de que los estupefacientes intervenidos en varios registros domiciliarios eran propiedad de Castor C., ya que cuando entraron en la casa de Julio César D.G., que figuraba en un segundo escalafón de la trama, dijo: “esto -la droga- no es mío pero me lo voy a comer”.
A este lugarteniente lo trataba literalmente “como un esclavo”, pues “no era capaz de mover un lápiz” sin la autorización de su supuesto jefe, quien también dio órdenes a Francisco Javier Q. para que amenazara a un acreedor.
El director de la investigación relató cómo el supuesto líder de la trama cambiaba de móvil cada diez o quince días y que solo se comunicaba con sus compinches a través de SMS, cuya cuantía podía oscilar entre los 100 y 200 al día, de los que el 98% estaban relacionados con el tráfico de estupefacientes.
Una investigación desarrollada por la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional entre diciembre de 2007 y abril de 2008 permitió destapar a la organización.
Según el escrito de acusación del fiscal, Castor C. proveía a varias personas, entre ellas a Carmelo C.F. y a Constantino P.P., alias “El Vasco”, ambos residentes en Tenerife y a quienes la red gallega remitía las sustancias estupefacientes a través de “mulas” previas gestiones de diferentes intermediarios.
Una de esas “mulas”, Fernando D.P., fue detenido en febrero de 2008 en el aeropuerto de Los Rodeos con 551,2 gramos de cocaína en su cuerpo y fue condenado por estos hechos a cuatro años de cárcel por la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
En un registro posterior en el domicilio de Carmelo C.F., la Policía le intervino 1.000 euros supuestamente procedentes de la venta de drogas.
Poco antes había sido sorprendido otra “mula”, Carlos V.G., alias “Miri”, en el aeropuerto Tenerife Sur con 30,3 gramos de cocaína y 6,7 gramos de hachís que llevaba ocultos en su cuerpo, y quien consiguió deshacerse de otros 80 gramos de cocaína al arrojarlos por el retrete en un descuido de los funcionarios que lo custodiaban.
En el registro del domicilio de Constantino P. la Policía apenas se incautó de un móvil y 800 euros supuestamente procedentes del narcotráfico.
Sin embargo, en la casa de Julio César D.G., uno de sus intermediarios en Vigo, halló diversas cantidades de cocaína y resina de hachís, así como químicos para cortar la droga, que según el fiscal eran en realidad propiedad del líder de la trama.
A continuación se practicaron el resto de detenciones, entre ellas la de Marcos F.F., quien regentaba un bar en Pontevedra donde vendía la droga por dosis.