La otra cara de La Graciosa, montañas de basura y plásticos en las calles de una isla protegida

Un solar repleto de residuos en La Graciosa

Natalia G. Vargas

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Nadie se salva de los efectos del cambio climático. La ONU ha señalado en su último informe a la humanidad de la destrucción paulatina de las regiones, los mares y las poblaciones del planeta. La crisis climática lleva años siendo una urgencia, pero los gobiernos aún siguen armándose para combatirla. La Graciosa, un pequeño territorio canario de 29 kilómetros cuadrados, podría ser un “laboratorio de estrategias interesantes”, según el profesor de economía sostenible en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Matías González. Sin embargo, en los supermercados aún se ofertan bolsas de plástico y en los núcleos donde se concentra la población en esta isla se acumulan las montañas de basura y los escombros.

En la reserva natural de La Graciosa no abundan los contenedores de basura. Un camión recoge puerta a puerta los residuos de cada casa, pero cuando los vecinos y turistas sacan las bolsas fuera de hora estas se quedan ahí hasta que vuelva a pasar el camión. Entonces, los gatos y las aves terminan esparciendo los restos por la isla. La Consejería de Transición Ecológica explica que la recogida de residuos urbanos depende del Ayuntamiento de Teguise, actualmente en manos de Coalición Canaria. Por su parte, los escombros y el material de obra corresponden al Cabildo de Lanzarote (PSOE). 

El Cabildo adjudicó en 2015 la gestión de la Planta de Transferencia de Residuos de La Graciosa a la empresa Tratamiento Integral de Residuos (TIR) Zonzamas, la misma compañía responsable del Complejo Ambiental de Zonzamas, en Lanzarote. La concesión se realizó por 1,2 millones de euros durante el mandato de Pedro San Ginés (CC). 

Según ha explicado la corporación insular a esta redacción, esta compañía trata los desechos en La Graciosa antes de que sean derivados al vertedero de Lanzarote. Este proceso se realiza en una planta construida bajo tierra en el centro de la isla, en una zona conocida como Las Agujas. Sin embargo, muchos de los desperdicios permanecen acumulados en las zonas menos visibles de esta joya turística, que recibe a más de 330.000 visitantes al año. Canarias Ahora ha intentado, sin éxito, contactar con la empresa para conocer los motivos. 

Protección europea 

La Graciosa, además de ser una reserva marina, está protegida también por la Red Natura 2000. Se trata de una “red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad”, el principal instrumento con el que cuenta la Unión Europea para evitar la destrucción y la desaparición de las especies y los tipos de hábitat del espacio comunitario. El Gobierno canario pretende aumentar la protección de este territorio a través del Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Archipiélago Chinijo, cuyo borrador se mantiene abierto a información pública hasta el próximo 4 de octubre. 

La acumulación de colchones, bañeras, restos de vehículos y materiales de construcción en los solares de la isla es punible, según fuentes de la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias. “Es sancionable, por supuesto. Esos residuos tienen que ir a puntos limpios”, apuntan desde el área que dirige José Antonio Valbuena. Transición Ecológica solo podría intervenir a través de la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural si hubiera una denuncia de los agentes de medio ambiente de la corporación insular. Preguntadas por la posibilidad de convertir a La Graciosa en un laboratorio para la gestión sostenible de los residuos, estas mismas fuentes remiten al PIRCAN (Plan Insular de Residuos de Canarias) y a la ley de Economía Circular.

La basura del turista

Aunque la población censada en La Graciosa no supera las 800 personas, durante el verano y las temporadas altas de turismo conviven en este pequeño territorio insular miles de personas que van y vienen. La isla apuesta, como hizo el resto del Archipiélago en el pasado, por el turismo de masas.

La Consejería de Turismo, preguntada por Canarias Ahora sobre la posibilidad de instaurar proyectos de turismo sostenible, asegura que el área está trabajando en planes de sostenibilidad en destino. Una herramienta mediante la que las autoridades responsables deben velar por satisfacer las necesidades de los turistas protegiendo el espacio natural. A través de esta convocatoria, las administraciones locales deben presentar sus proyectos al Ejecutivo autonómico para que puedan ser cofinanciados por fondos de la Unión Europea, del Estado y de la comunidad autónoma. Según Turismo, en 2021 se financió un plan de 4,9 millones de euros del Cabildo de Lanzarote que incluía a La Graciosa. 

Tal y como advierte el profesor Matías González, las administraciones “no deben favorecer un incremento adicional de visitantes” sin haber planteado antes soluciones a la gestión de residuos. Antes de abrir las puertas al turismo ilimitado, González también propone revisar la gestión de las aguas residuales. Según avanza este experto y confirman algunos vecinos, la mayoría de los residentes tienen fosa séptica en sus hogares, haciendo que parte de esas aguas residuales “acaben en el mar”. 

Por el momento, la cantidad de residuos que acaban en el océano “no es tan grande como para producir afecciones importantes”, porque la población que vive de forma permanente en la isla no supera las 800 personas. En 2017, el Gobierno regional aseguró que la instalación de una depuradora en La Graciosa estaba a punto de finalizar para responder a una demanda histórica de los vecinos. Sin embargo, según algunos visitantes y residentes, no funciona. Para evitar que la basura “se coma” a La Graciosa, Matías González propone aplicar estrategias de economía circular. “Es difícilmente justificable que entren a la isla residuos de plástico si no está garantizada antes su recuperación”.

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