El crecimiento económico no se asocia con un mayor bienestar emocional
MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
El crecimiento económico no se asocia con un mayor bienestar emocional a largo plazo, según un estudio de la Universidad de California del Sur en Estados Unidos que se publica en la edición digital de la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
El economista Richard Easterlin, al que se debe la expresión la 'paradoja de Easterlin' y fundandor del campo de estudios sobre la felicidad, presenta un trabajo que supone el cuerpo de evidencias más amplio hasta la fecha que demuestra que la mayor tasa de crecimiento económico no da lugar a un mayor aumento de la felicidad.
La investigación, que incluye a 37 países, ricos y pobres, de tendencia capitalista y ex-comunista, muestra con resultados concluyentes que a largo plazo el sentido del bienestar en un país no crece con sus ingresos.
En contraste con los estudios a corto plazo que han mostrado una correlación entre el crecimiento económico y la felicidad, el estudio evaluó la relación entre felicidad y crecimiento económico en cada país durante una media de 22 años y al menos diez años.
Según explica Easterlin, “la paradoja de la felicidad y los ingresos es que en algún punto en el tiempo tanto entre los países como en ellos la felicidad y los ingresos correlacionan positivamente pero con el paso del tiempo la felicidad no aumenta cuando aumentan los ingresos del país.
El investigador destaca que con el aumento de los ingresos tan rápido en ciertos países, parece extraordinario que no existan encuestas que registren una mejoría marcada en el bienestar subjetivo que los principales economistas y políticos de todo el mundo esperan encontrar. Easterlin pone como ejemplo a Chile, China y Corea del Sur, tres países en los que los ingresos por cabeza se han doblado en menos de 20 años.
A lo largo de este periodo, tanto China como Chile mostraron declives no significativos a nivel estadístico en la satisfacción vital. Corea del Sur mostró inicialmente un aumento no significativo en las estadísticas a inicios de los 80 del pasado siglo, pero en cuatro encuestas realizadas entre 1990 y 2005 la satisfacción vital disminuyó ligeramente.
Easterlin plantea que si el crecimiento económico no es la principal vía para una mayor felicidad habría que centrar la política más directamente en las preocupaciones personales más urgentes relacionadas con cosas como la salud y la vida familiar más que en la mera escalada en los bienes materiales.