La doble discriminación de las mujeres con adicciones: sufren violencia de su entorno y mayor juicio social

Imagen de archivo de medicamentos en una farmacia. EFE

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los hipnosedantes son la única droga en la que su consumo prevalecen las mujeres frente a los hombres. Así se reflejó en la Estrategia Nacional sobre Adicciones (el 65% de las personas que los toman son mujeres) y lo reafirman expertas en género y drogas. Estos tranquilizantes entre los que se incluyen nombres como el Lexatin, Valium, Trankimazin que suelen ser recetados para momentos puntuales son tomados en silencio por mujeres ante la mayor penalización que reciben de la sociedad cuando sufren una adicción. Soportar una mayor ansiedad, la presión por los estereotipos de género o la sobrecarga por los cuidados son detonantes, afirma la educadora social Patricia Martínez. Explica que la dependencia a estos medicamentos no se está visibilizando. “Hay que contemplar los efectos del género como la violencia o los procesos de penalización social, que también son violencia”, insiste. 

Este retrato de las causas que llevan a depender de estos tranquilizantes es compartido por Davinia Ramírez, directora del Área de Tratamiento, Igualdad y Recursos Socioeducativos de la Fundación Yrichen, que ha impulsado una campaña de sensibilización en Canarias para concienciar sobre el consumo abusivo de hipnosedantes entre mujeres y las causas estructurales que existen. Por su experiencia en esta entidad, especializada en el tratamiento de adicciones, “las mujeres acuden cuando ya llevan mucho tiempo sufriendo, priorizan el cuidado del otro antes que a ellas mismas, se ponen en último lugar”, aclara. Patricia Martínez añade en este sentido que las mujeres también sufren violencia de su entorno cuando se encuentran en esta situación, cargan con el miedo de que se les acuse de “malas madres” si  tienen hijos y con la incomprensión. Se trata de algo que no le suele ocurrir a los hombres, ya que está mucho más normalizado por parte de la sociedad que consuma alcohol en un bar de manera frecuente, por ejemplo, y no se les cuestiona tanto como padres. “Ante un mismo comportamiento como puede ser el consumo abusivo de cocaína o de alcohol se va a juzgar más a una mujer que a un hombre y eso es importante tenerlo en cuenta porque se producen violencias específicas”, matiza. 

Este juicio social, ligado a las desigualdades de género como la falta de reparto en las tareas del hogar o en los cuidados, la precariedad en el empleo, las dobles jornadas laborales… llevan a que precisamente sean los hipnosedantes las pastillas más consumidas porque permiten hacerlo fuera de la vista de los demás. La educadora social puntualiza también que hay que tener en cuenta las interseccionalidades, es decir, no solo no son iguales los problemas a los que se enfrentan hombres y mujeres sino entre mujeres de distinta clase social o procedencia, y entre diversas situaciones. Algunos de los trabajos que menciona como causantes de esa mayor ansiedad es el de las cuidadoras, las empleadas de hogar internas en domicilios o las camareras de piso que cuentan con poco tiempo para finalizar una habitación. Son todos estos los perfiles que visibiliza Yrichen en su campaña con lemas como “si la ansiedad no te cabe en el bolso, la solución tampoco” o “no cargues con ella tú sola”. No obstante, no solo están dirigidos a invitar a que las mujeres pidan ayuda, sino a que otras personas de su entorno reconozcan este problema y den la voz de alarma. 

La culpa es otro gran enemigo, recuerda Patricia Martínez y ocultar el consumo “acelera además los procesos de deterioro”. Davinia Ramírez también insiste en romper con el estigma social que aún existe sobre lo que es una persona con problemas de adicción. “Cualquier conducta humana que te lleve a una rutina que te genere malestar o algún tipo de problema es susceptible de adicción”, aclara, para añadir que en el caso de las mujeres, “se habla como un grupo homogéneo y cada persona tiene su historia, sus dificultades y características”. 

Recursos tradicionalmente pensados solo para hombres

Las expertas coinciden al señalar que tradicionalmente los recursos para el tratamiento de las drogas están pensados desde un punto de vista androcéntrico, es decir, “están adaptados a las necesidades de los hombres y no recogen las de las mujeres”, afirma Patricia Martínez. “No es tanto que tengamos unas necesidades especiales como que las necesidades que tenemos no están contempladas porque ni siquiera se ven. Por ejemplo, el consumo de psicofármacos está invisibilizado, se medicaliza a las mujeres más que a los hombres”. Se trata de recordar que con el género se produce una desequivalencia y esto “no significa minimizar lo que a los hombres les pasa”. 

Otro dato a destacar es que cuando los hombres acuden a los programas de ayuda suelen ir acompañados de una mujer de su entorno: hijas, parejas, nietas.... Por el contrario, las mujeres acuden solas, no suelen contar con apoyo. “Las ves como escondidas”, apunta Davinia Ramírez, que añade que en ocasiones son derivadas a Yrichen por Salud Mental y les cuesta sentirse identificadas con este problema de adicción. Esto es fruto de que pese al aumento en el consumo de tranquilizantes no ha incrementado la percepción del riesgo que este lleva consigo. 

Patricia Martínez agrega que en los programas de prevención se realiza un trabajo  para que las mujeres puedan identificar el género como una cuestión estructural. “Venimos incidiendo en la necesidad de redistribución de los cuidados, y visibilizar todo de lo que nos encargamos las mujeres y que al final redunda en que cobramos menos pensión, somos las que pedimos reducción de jornada o tenemos de media menos salario”, resumen para entender el conjunto de factores que hacen que la incidencia de esta problemática sea diferente para hombres que para mujeres. Ramírez también recuerda que los estereotipos de moda y todas esas exigencias impuestas socialmente sobre las mujeres al final afectan a la salud. En cuanto a la pandemia, puntualiza que aún no existen datos de cómo ha afectado en el consumo de estas sustancias, pero sí que percibe que a la entidad donde trabaja las personas llegan contando otros problemas añadidos a los que ya tenían, como estar en ERTE o la incertidumbre, entre otros. 

“¿En qué podemos mejorar nosotros?”, es la pregunta que Davinia Ramírez asegura que se formularon desde Yrichen para tratar de ayudar mejor a las mujeres con estos problemas, que rompan la barrera y accedan a estos recursos. Explica que entre los cambios que se han implantado en la entidad destaca el de modificar los horarios, ya que por temas de conciliación las mujeres no podían acudir por las mañanas. Otro aspecto importante es que percibieron que en las terapias de grupo ellas podían hablar de aspectos como la violencia o la sexualidad de forma más libre cuando no había hombres, por lo que decidieron separarlo por género. 

Sobre este punto, el director de la Fundación Yrichen, Juanjo Pérez, espera abrir próximamente la que sería la primera comunidad terapéutica para mujeres con perspectiva de género. Se tratará de un piso para mujeres que tienen problemas de adicción y en el que se podrán quedar durante varios meses incluso con los menores. “Respondemos a una necesidad crítica que es que las mujeres que son víctimas de violencia de género y sufren adicciones no pueden acudir a un recurso de los que existen de este tipo”. Así mismo, pretende contar con una comunidad terapéutica femenina en la prisión de Juan Grande y renovar lo antes posible la subvención con la que cuentan actualmente para un proyecto en el que participan 30 mujeres de Gran Canaria y Fuerteventura llamado Envejecimiento activo 3.0 destinado a aquellas que tienen una situación socioeconómica complicada, que han pasado procesos de adicción o están en ellos. La forma de trabajar con ellas es a través de medios tecnológicos mediante los que se han generado comunidades de apoyo de trabajo virtuales y que afirma que ha tenido una respuesta positiva y que está funcionando muy bien. Otra de las iniciativas que pretenden impulsar desde la fundación es la colaboración internacional con un proyecto en el Sáhara.

La actual campaña de sensibilización se encuentra instalada en guaguas municipales de Las Palmas de Gran Canaria y en las de la compañía Global. En ella se recuerda que los números de atención para solicitar ayuda son: 828025418 o el 928723400. 

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