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Manuel Zumbado deja la Comisión Deontológica del Colegio de Veterinarios tras quince años al frente

El veterinario Manuel Zumbado ha estado al frente de la Comisión Deontológica del Colegio de Veterinarios de Las Palmas durante quince años.

Canarias Ahora

28 de diciembre de 2023 15:05 h

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Manuel Zumbado Peña acaba de dejar la coordinación de la Comisión Deontológica del Colegio de Veterinarios de Las Palmas después de quince años al frente de ella. Es profesor de Veterinaria Legal y Deontología en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, puesto en el que este doctor veterinario lleva 30 años, por lo que ha dado clases a 30 promociones de alumnos.

Entró cuando era presidente Manuel Morales Doreste y se va con Alejandro Suárez tras haber también trabajado con Enrique Rodríguez, a los cuales les agradece la confianza depositada y la ayuda. A los presidentes, a sus juntas directivas y a sus compañeros en la comisión deontológica. 

Empezó en 2008 al frente de esta comisión de seis colegiados por su conocimiento profesional y universitario. Sólo una compañera ha estado los mismos años que él mientras que el resto ha ido saliendo y entrando en los últimos años. La mayoría de los casos que se trata es de clínica diaria de pequeños animales aunque también otras ramas de la profesión. Hay una Comisión Nacional para posibles recursos y reclamaciones pero cada colegio tiene que tener su comisión provincial.

 “La gestión de estos quince años la valoro bastante bien porque he podido aportar mi experiencia a la profesión, además de recoger y aprender cómo se ve la profesión desde fuera. Desde aquí se ven las bondades y en algunos casos las miserias de la profesión. Una cosa es teorizar sobre el código deontológico y otra aplicarlo día a día de manera correcta y dándote cuenta que detrás son personas las que hay. Lo que se juzga aquí son las actitudes de las personas en la profesión”, afirma Zumbado.

“El asunto más complicado -añade el doctor- es el tema burocrático de documentación, que muchas veces no se les tiene en cuenta porque se piensa que eso forma parte del que trabaja en la Administración. Por desconocimiento no se trata a veces unos temas de manera adecuada”.  

 Las quejas y las reclamaciones suelen venir por entender que no se ha cuidado ni tratado bien al animal por parte del profesional pero las críticas son subjetivas y no siempre tienen razón. “La veterinaria no es una cosa matemática y a veces lo intentas todos pero no puedes salvar al animal. Sin embargo, los dueños se quejan por la relación que tienen con su mascota y culpan a veces al profesional, aunque no siempre con fundamento”.

Muchas veces las mascotas forman parte de la familia y en un momento determinado las reacciones son algo exacerbadas porque hay una relación muy cercana con el paciente, como ocurre en las clínicas de humanos. “Los veterinarios son personas que sufren igual y es una profesión que está considerada de alto riesgo porque hay más suicidios y trastornos mentales donde está el síndrome del quemado o el síndrome de fatiga por compasión”.

El veterinario se enfrenta a la muerte en mayor medida que otros profesionales, incluidos los médicos, ya que muchas veces el veterinario ve al animal desde que nace hasta que muere, mientras que en la medicina están distribuidos por especialidades. En la evolución de cada persona se pasa primero por la ginecología o la obstetricia, después por el pediatra y así va pasando por diversas fases de su vida: por odontología, dermatología o cardiología, pero todo por separado. Con los animales es distinto porque va todo junto“.

Con los casos habituales de eutanasia animal, los veterinarios van pasando por un estado de depresión y eso a veces no se entiende por parte de la sociedad. “Es que además somos una profesión privada, no hay veterinaria pública en los hospitales como ocurre con la salud de los seres humanos. Y como no te cobran en la sanidad pública parece que todo es gratis pero el veterinario sí hay que pagarlo porque es una profesión privada que no está sufragada públicamente”

Muchas veces los animales se mueren porque los traen a última hora los propietarios, que solo vienen cuando los ven muy mal y entonces ya no se puede hacer nada y mueren o hay que hacerles la eutanasia. “A veces los propietarios echan la culpa a los veterinarios cuando ellos no tienen ninguna en esos casos. Son animales que lo has visto crecer desde que nacen y les pones la vacuna y luego los vas tratando hasta su muerte tras diez o quince años”.

Están tan ligados a esos animales que después de un tiempo cambian de profesión y abandonan o preparan oposiciones para la docencia porque ya no soportan el sufrimiento que padecen en su consulta o en su clínica. “El estrés emocional es a veces muy fuerte. Esta profesión tiene una parte muy bonita pero también hay que contemplar otra, que es más complicada. La parte menos positiva es la que no se ve. Muchas veces los jóvenes ven películas en las que salen veterinarios y creen que es una profesión en la que todo es bueno pero desgraciadamente no es así”.

El veterinario tiene una relación con los animales porque cada año sabe que ve al perro para vacunarlo contra la rabia “mientras que uno solo va al médico cuando tiene una dolencia, a veces se pasa años sin acudir a la consulta del médico de cabecera. El funcionamiento de nuestra comisión deontológica ha sido felicitada por todos los presidentes del colegio. Es difícil convertirte en una especie de juez frente a los compañeros y muchos no se sienten capacitados o no quieren entrar en esa dinámica, que es incómoda. Porque además es altruista, no remunerada y voluntaria”.

La profesión veterinaria vela para que se desarrolle de manera correcta. “Los presidentes del colegio han sido felicitados por la labor de la Comisión Deontológica, por lo que significa que somos punteros. La gente lo que quiere es que su reclamación sea atendida y en ese sentido no hay ninguna objeción porque todas son atendidas y contestadas, incluso aquellas que no dan lugar al inicio de expedientes. Otra cosa es que se les dé la razón o se rechacen. Si desde el punto de vista deontológico no detectamos ninguna irregularidad y los reclamantes no están de acuerdo, pueden acudir a la justicia ordinaria”.

Cada reclamación de los dueños de animales se ve en la comisión y se piden las alegaciones a los colegiados implicados para tomar una determinación. “La Comisión Deontológica es consultiva y no ejecutiva y lo que hace es recomendar a la Junta Directiva la apertura de un expediente si hubiera lugar. O se recomienda o se rechaza y a veces ha habido discrepancias entre la Comisión y la Junta Directiva pero la mayor parte de las veces se acepta sin problemas nuestra propuesta, que está totalmente documentada y con un informe razonado y reglado. La reclamación más habitual es la de que el veterinario le atendió mal, que parece que no le gustan los animales o que está solo para ganar dinero. Muchas veces son argumentaciones subjetivas que no tienen una base razonable y otra así”.

Zumbado Peña lleva como profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria desde 1993, en octubre cumplió las tres décadas. “La asignatura de deontología profesional me ha servido mucho durante los 15 años que he estado al frente de la Comisión en el colegio y para darle a los alumnos una serie de recomendaciones de cómo deben actuar para en muchos casos evitarse problemas y reclamaciones”

“Yo he tenido también más de un cambio de impresiones con compañeros a los que los clientes han puesto una reclamación y ellos no estaban de acuerdo. Los clientes tienen derecho a reclamar pero otra cosa es si la reclamación es o no aceptable. Hay algunos compañeros reticentes que no lo han entendido pero la mayoría sí. Menos uno, el resto de los componentes de la Comisión Deontológica han sido alumnos míos”, concluye Manuel Zumbado.

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