Niños palestinos son ''una embajada que muestra la cara más dura de los conflictos''

Un total de diez niños y dos monitores procedentes de dos campos de refugiados palestinos pasan por primera vez sus vacaciones en Canarias gracias a una iniciativa de la ONG Asociación Paz Ahora que trae a España a 80 niños que se convierten así en “una embajada infantil que muestra la cara más dura de los conflictos”.

“La vida diaria de estos niños en los campos de refugiados no se conoce”, denunció el presidente de la Asociación Paz Ahora, Julio Rodríguez, quien señaló que para ir a clase tienen que pasar un control militar todos los días “donde son vejados e insultados por ser palestinos y ser considerados posibles terroristas”, por lo que son desnudados para comprobar que no llevan bombas.

A los cooperantes “se nos considera enemigos y se nos intenta convencer de que estamos colaborando con terroristas, aunque sean niños de 10 años y trabajemos en hospitales o escuelas, como si ser terrorista fuera algo genético”, algo presente en “todo conflicto con un componente étnico tan fuerte”.

Por ello, la iniciativa no es sólo humanitaria, sino también “pedagógica” por inculcarles “la resolución no violenta de los conflictos” y de “embajada”, ya que ellos mismos explican su vida diaria.

Los pequeños, con edades entre 9 y 11 años, pasarán tres semanas en Gran Canaria, con la visita de un fin de semana a Tenerife, y una última semana en Madrid, donde se reunirán los 80 niños y 20 maestros que, repartidos en ocho ciudades españolas, “conocen otra realidad”.

“No vamos a solucionar la guerra, no vamos a pararla” con esta iniciativa que forma parte del programa 'Vacaciones para la paz' de la ONG, “pero queremos que los niños sepan de la solidaridad que hay con ellos en otros sitios y que conozcan un mundo diferente”.

Se trata, destacó la presidenta de la Asociación Comunidad Palestina en Canarias, Lola Kurson, “de hacer ver a nuestro pueblo que estamos con ellos, que no pierdan la esperanza, la ilusión porque un día podrán superar el trance que están viviendo y vivir en paz, libertad y justicia”.

No hay controles

Todos las familias que tienen niños palestinos acogidos coinciden en que lo que más les sorprende a los pequeños cuando están en Canarias es que no hay controles: “la tranquilidad de ir por la calle y no ser revisados continuamente”. También la forma de vestir de las mujeres, con pantalones cortos, y el bikini en la playa.

La mayoría de las familias de acogida tienen algún arraigo con Palestina. Así, José Dorta, canario, y su mujer, canaria de origen palestino, tienen acogida a una niña de nueve años que se une a sus tres hijos y a su nieta de diez meses. “La niña está encantada” y disfruta en el mar, viendo las playas y los barcos.

Toni Alid, hija de palestino, tiene acogidas a dos niñas y afirma que, cuando se jubile, se irá a Palestina a trabajar en los campos de refugiados. Por ello, la experiencia de la acogida es “un sueño hecho realidad”.

La comunicación en algunos casos, ya que los niños sólo hablan árabe o inglés, y la comida son los principales inconvenientes porque “comen muy poco o no les gusta todo”.

Amada, palestina que lleva siete años viviendo en Canarias con su marido, también palestino, no tiene este problema con el niño que tiene acogido y que se une a sus cuatro hijos, ya que habla árabe y cocina comida típica de su país de origen.

Elda, que tiene acogidos a los dos monitores, una chica y un chico que vienen con el grupo de niños, es canaria sin ningún lazo con palestina salvo “la simpatía por la causa”. Ella no sabe ni árabe ni inglés. A través de compañeros se comunicaron los primeros días y, a partir de ahí, “con gestos y sonrisas”.

Los jóvenes, de unos 20 años, le han mostrado las imágenes de los campamentos a través de Internet y ella todavía se emociona cuando recuerda que “fotografían hasta lo que tengo dentro de la nevera”. “Les sorprende el estado de bienestar que tenemos y que tengamos comida de reserva, sobre todo perecedera”.

Tanto los monitores como los niños mantienen un contacto diario con sus familias a través de Internet y del teléfono, mostrando también su sorpresa por “ser tan fácil poder hablar desde su propia casa con los suyos”.

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