Obligada a ocupar y acusada de usurpación: “Ni es fácil ni es cómodo vivir así”
A finales de julio, Hanan Kamel Crespo tuvo la vista oral de un juicio en el que se le acusaba de usurpación y le pedían una multa de seis euros diarios durante seis meses o, en caso de no poder pagarla, un arresto domiciliario. El caso es que, como no tiene vivienda, el arresto debería producirse en la cárcel de Tahíche, la prisión de la isla de Lanzarote.
Hanan había ocupado una casa abandonada en Costa Teguise hace algo más de un mes pero lleva más de seis meses sin hogar. En ese tiempo ha vivido en cinco casas de amigos y conocidos, y al final decidió okupar. “Yo quiero que se sepa que he okupado por necesidad y que es una forma de exigir que me ayuden”, dice. “Ni es fácil ni cómodo vivir así y yo no quiero seguir en esa casa”. Durante el juicio llegó al acuerdo con los propietarios del inmueble de abandonar la vivienda en el plazo de un mes y medio, pero preferiría no agotar el plazo. Si no encuentra nada, volverá al mismo punto en que estaba antes.
La situación de la vivienda en Lanzarote sigue siendo un problema grave para mucha gente. Hay pocos inmuebles en el mercado y su acceso es restringido al menos por dos motivos: por el precio, ya que no está al alcance de todo el mundo, y por las condiciones que exigen los propietarios, que quieren como inquilinos a funcionarios o personas con trabajo fijo o que exigen varios meses de fianza por adelantado.
Hanan vivió anteriormente en Lanzarote. Volvió hace un año y medio con su pareja y su hija de cuatro años, pero se separó. Al principio se quedó en la vivienda porque su marido tenía otras alternativas provisionales, pero pasaron ocho meses y él tampoco encontró casa, así que volvió a la suya. Desde hace varios meses, Hanan trabaja en un restaurante y cobra unos 900 euros, así que podría pagar hasta 350, calcula, pero no hay nada por ese precio. Ahora está de baja médica porque la situación le está afectando. “No vivo así por gusto”, dice, y cree que la gente se tiene que dar cuenta de que, en estas circunstancias, la okupación es una necesidad. “Yo quiero pagar”, asegura. Mira los anuncios de pisos todos los días y cree que la situación está empezando a mejorar porque ahora se ve algún anuncio más que hace unos meses, aunque sigue habiendo mucha demanda. Por otra parte, no puede, ni quiere, marcharse de Lanzarote, porque tiene la custodia compartida. “Ni me voy a ir con mi hija ni sin mi hija”, asegura, porque quiere que la niña también esté con su padre. Tampoco puede alquilar fácilmente una habitación porque tiene una hija. “Es increíble”, dice.
La casa a la que ha accedido no está terminada y no hay luz ni agua “ni posibilidad de engancharse”. Coge el agua de alguna gasolinera, aunque algunas ya han cerrado los grifos, o de las duchas de la playa, y la luz de un pequeño motorcito. Como no tiene cédula de habitabilidad tampoco se puede empadronar. Lo peor del caso es que la situación judicial a la que se enfrenta nace de la Policía Local de Teguise, que la identificó como okupa de esa casa y propició que los propietarios la denunciaran por delito de usurpación unos días después ante la Guardia Civil, conociendo su nombre y apellidos. De hecho, en la propia denuncia se señala que la Policía Local “se pone en contacto con el propietario, el cual interpone denuncia”. Fue después de la denuncia cuando recibió la visita de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Teguise. Pero ya todo el procedimiento contra ella se había puesto en marcha…