''¿Dónde pueden esconder a un niño tanto tiempo?''
Ithaisa Suárez, la madre del niño Yeremi Vargas, que desapareció hace un año en Vecindario (Gran Canaria), afirma que no pierde la esperanza de volver a ver a su hijo, aunque se pregunta: “¿dónde pueden esconder a un niño tanto tiempo?”.
“No sé ya cuándo va a aparecer. Nos parece algo ya como si fuera un milagro, porque después de un año... no sé..., pero siempre mantenemos la esperanza viva”, explica Ithaisa, de 25 años, quien desde el suceso toma tranquilizantes y recibe el apoyo semanal de un psicólogo.
Este lunes se cumple un año de la desaparición de Yeremi Vargas, mientras jugaba con dos de sus primos en un solar a escasos metros de su casa, en la barriada de Los Llanos, en Vecindario (Gran Canaria), y pese a todos los esfuerzos llevados a cabo en su búsqueda no se ha dado con ninguna pista sobre su paradero.
La madre de Yeremi, quien desapareció con 7 años, reconoce que ha pensado “un montón de veces” con la posibilidad de que con su hijo ocurra igual que con otros niños de los que nunca más se supo tras su desaparición.
“Es una de las posibilidades que hay, que no vuelva a aparecer más, pero no quiero pensar que sea así. Lo extraño es que esto es una isla, ¿dónde pueden esconder a un niño tanto tiempo o lo que sea?”, se pregunta.
Aunque “dicen que el tiempo lo cura todo”, Ithaisa comenta que “en este caso no es así”, sino al contrario.
“El tiempo cada vez va en contra de nosotros -reflexiona-; estamos cada vez peor de ánimos, porque es lo normal, lo echamos de menos en todo. Parece que no ha caminado el tiempo, que nos hemos quedado estancados en ese día, porque el día a día lo vemos igual”.
La madre del menor, que este año cumplirá 9 años, dice que “siempre están en alerta” cuando salen noticias “malas” como “lo del crematorio de La Garita”, donde se buscaron posibles restos humanos tras la detención en enero de un hombre de 35 años acusado de intentar secuestrar de una niña de 9 años en la isla.
Ithaisa descarta, porque así se lo ha dicho la policía, que este individuo tenga algo que ver con la desaparición de su hijo y también dice que “no hay nada” que vincule el caso de Yeremi con el de la joven grancanaria Sara Morales, ocurrido en julio de 2006.
“No se sabe. Es una posibilidad como todas”, dice.
La familia de Yeremi sigue recibiendo un montón de cartas, “la mayoría de videntes”, pero Ithaisa asegura que no cree mucho en ellos, pues, a su juicio, “el vidente que supiera donde está mi hijo llama a la policía o va al sitio y lo comprueba”.
Como si fuera ayer
La madre recuerda como si fuera ayer cómo estaba vestido Yeremi cuando lo vio por última vez, “lo que estaba haciendo, con un cubito amarillo”. “Estaba todo sucio de tierra, de estar jugando afuera”, recuerda.
“El coraje que me da -añade- es que la última vez que lo vi ni siquiera pude despedirme, ni darle un beso, ni nada, porque tampoco una se va a imaginar esto”.
Aunque ya ha pasado un año desde la desaparición, afirma que todavía “el día a día” se hace “muy duro”: “es siempre lo mismo; llega la policía, habla con nosotros, pero no hay nada. Ellos dicen que sí, que siguen trabajando, porque tienen sus líneas de investigación, pero cuando les preguntamos que si la investigación va bien, ellos nos dicen que si fuera bien el niño estaría aquí”.
La madre de Yeremi valora los medios puestos para la investigación por la Guardia Civil, encargada del caso, y que ha incluido un equipo de la UCO, venido desde Madrid.
“Por ahora vemos que ellos están trabajando, pero como nos dicen, no tienen la bolita mágica y no pueden sacar de donde no hay”, comenta.
Sobre la polémica política habida en Canarias durante estas elecciones en torno a la desaparición de niños, Ithaisa zanja: “A mí lo que me importa es que busquen al niño, como sea, me da igual quien. Lo que quiero es que encuentren al niño y ya está, lo demás no me importa. Que lo encuentren, que lo busquen, que hagan por encontrarlo”.
Dice de la hipotética persona que supuestamente retiene a su hijo que es “una persona mala que no tiene corazón” y que no encuentra “palabras para decirle”.
“Ha separado a un niño de una casa donde era feliz”, dice la madre de Yeremi; “es mala, tiene mal corazón; ni está enfermo, ni nada. No va a haber ni una palabra que yo le diga que le ablande el corazón, después de haber estado España entera y medio mundo por Yeremi, y no lo ha soltado”.