Investigadores de IAC cuestionan la teoría de evolución de las pirámides egipcias

Típica imagen de las pirámides de Egipto.

EFE

Santa Cruz de Tenerife —

Investigadores del IAC y de la Escuela de Arquitectura de Milán cuestionan la teoría de la evolución constructiva de las pirámides egipcias, al entender que las dos erigidas en Dahshur por Sneferu, padre de Keops, son un único proyecto arquitectónico asociado a fenómenos astronómicos.

La investigación ha sido publicada en la revista “Journal for the History of Astronomy” por Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y Giulio Magli, de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán (Italia), que defienden la hipótesis de que las pirámides Roja y Acodada de Dahshur simbolizan las coronas roja y blanca del Bajo y Alto Egipto, respectivamente.

El IAC explica en un comunicado que generaciones de egiptólogos han postulado “casi como un dogma” que durante el reinado de Sneferu (hacia 2575 a. C.), padre de Keops, constructor de la Gran Pirámide, se produjo un proceso evolutivo de ensayo y error en la construcción de pirámides.

La llamada “Pirámide Acodada” en Dahshur sería un magnífico ejemplo, que finalmente condujo a la primera pirámide perfecta, la llamada “Pirámide Roja”, construida en el mismo lugar por el propio rey en fechas posteriores.

Sin embargo ahora estos dos investigadores sostienen que las pruebas arqueológicas “distan de ser obvias” y que, por el contrario, una serie de indicios arquitectónicos, topográficos, epigráficos y astronómicos apuntan en dirección contraria: a un proyecto unificado, probablemente concebido desde el principio como tal, que incluiría a las dos pirámides y a sus edificios anexos.

A partir de esta idea se pueden inferir conclusiones similares para otras tumbas reales de la IV Dinastía, en particular en Guiza.

Bajo estos supuestos, las pirámides de la IV Dinastía en su conjunto parecieran formar un paisaje conceptual y sagrado relacionado no solo con el poder del faraón en vida, sino también con su divinización tras la muerte.

La investigación subraya la relación entre astronomía y paisaje y sobre el papel que podría desempeñar la observación del cielo no sólo en la orientación de las pirámides de la Dinastía IV, sino también en la elección de su enclave.

En el estudio se ha llevado a cabo un análisis detallado de la información disponible tanto desde el punto de vista cronológico y epigráfico, con una nueva lectura de la Piedra de Palermo (los anales de los primeros reyes de Egipto), como desde el simbólico y el astronómico, con un nuevo examen de los Textos de las Pirámides.

Al respecto, Giulio Magli cree que estas dos pirámides fueron terminadas, e incluso quizás concebidas, como un proyecto único para que el Rey Sneferu fuese capaz de mostrar su dominio absoluto del territorio “mediante la simple contemplación de sus fascinantes monumentos que alterarían para siempre el paisaje justo en la frontera entre las dos regiones históricas del país”.

Asimismo Juan Antonio Belmonte indica que ambas pirámides habrían sido definidas con un peculiar simbolismo astronómico (solsticio de verano y festival del año nuevo) que podría estar relacionado con la invención y el desarrollo posterior del calendario civil egipcio.

También se incluirían alineaciones astronómicas, pues las dos pirámides de Dahshur están casi perfectamente orientadas hacia el norte y sus corredores de acceso fueron construidos con una pendiente tal que ésta facilitaría la ascensión del rey a los cielos del norte, dominio de las “estrellas imperecederas, uno de los destinos favoritos del alma del rey difunto según los Textos de las Pirámides, añade.

Sneferu posiblemente murió en su trigésimo primer año de reinado, cuando estaban inconclusas partes de las estructuras asociadas la Pirámide Roja, en particular su templo funerario, que probablemente fue acabado de forma rápida por su hijo mayor y sucesor, Keops.

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