Es cierto que el icanismo vive sus horas más complejas desde que Mauricio lo inscribió en el registro correspondiente del Ministerio del Interior. Pero no es el único ismo que las pasa canutas en momentos tan convulsos a la par que neoliberales. El centrismo canario -y nos referimos en estos momentos sólo a aquél que nada tiene que ver con el que también pretende hacer suyo el veterano camarada Mauricio- también se ha instalado en un inquieto desconfort, valga el palabro. Miran para Olarte y lo ven silbar; miran para Luis Hernández y se dan cuenta de que le da igual, que ya tiene seguro de responsabilidad civil. Y miran para el Centro Canario de Nacho y aquello huele a recauchutado. Este miércoles se reunieron a comer unos cuantos capos del centrismo grancanario de toda la vida, de los que han ocupado altos cargos incluso, y el común de los caretos reflejaba mucho desconcierto, una mosca del quince y, sobre todo, mucha orfandad. A ver si un alma caritativa los saca de tanta desazón.