Tenía más razón que un santo Jerónimo Saavedra cuando, hace pocos días, recomendó a Juan José Cardona, candidato a moverle la silla en la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, que volviera a la facultad. La Universidad produce muy saludables efectos a quienes por ella pasan, porque además de la faceta puramente académica, permite a los que a ella acuden con la mente despierta abrirse a nuevas facetas y fuentes del conocimiento y abrazar sentimientos y actitudes muy universales, y por tanto tolerantes y abiertas. Claro que están también los que pasan por la Universidad sin que ésta pase por ellos, pero queremos pensar que Cardona debió ser alumno aplicado cuando estudió Derecho. Y dado que se confiesa capaz de reconocer y corregir errores, quizás le convenga repasar la historia y sus propias vivencias personales para descubrir que por la vía del dogmatismo y el fanatismo no se llega muy lejos. Equiparar a unos respetables cátedros de Barcelona, integrantes de un reputado equipo de peritos en valoraciones públicas, la condición de “mercenarios” pagados por el PSOE sólo desacredita a quien profiere esos exabruptos. Y Cardona los profirió al enterarse de que los integrantes del Centro de Política de Suelo y Valoraciones de la Universidad Politécnica de Cataluña habían coincidido con la comisión de investigación del canódromo en que el PP había inflado las valoraciones para propiciar el pelotazo. Y el concejal de Urbanismo era Cardona.