Las jornadas, a las que acudieron los alcaldes de Ingenio, Agüimes y Santa Lucía, sirvieron para confirmar la peligrosidad de las plantas regasificadoras, que en Estados Unidos tienen que estar en un diámetro superior a cinco kilómetros de cualquier otra actividad. Esta limitación significaría, en los casos de Granadilla y Arinaga, que esos puertos quedarían inoperativos para cualquier otra actividad que no fuera el gas, lo que destrozaría todos los empeños de sus promotores. En Arinaga, para que se hagan una idea, se pretende levantar la planta a 400 metros de distancia de otras edificaciones. Los expertos propusieron las plantas offshore, es decir, fuera de la costa, lo que permitiría alejar el peligro de incendio y de explosión mar adentro. Todo ello, si se confirmara la conveniencia del gas y no de otras alternativas, como la reducción del consumo de derivados del petróleo y el fomento de otras energías, como la éolica y la solar.