La sobada plateada en el avión sorprendió mucho al personal, que sin embargo ya venía algo escaldado con el comportamiento de Suárez Gil en algunos actos institucionales. Cuentan testigos presenciales que hubo mucha vergüenza ajena o azoramiento general, dicho en fino, durante una recepción con el alcalde de Praia. Allí Suárez Gil se excedió un poco con las confianzas, como tratando de demostrar al respetable lo bien que se maneja en Cabo Verde y lo mucho que, supuestamente, se le quiere y se le respeta por aquellos lares. Los que no le conocían llegaron a pensar que él era realmente el anfitrión, y no el asombrado alcalde local, al que debemos prevenir de tantas confianzas, que lo mismo le monta una moción de censura, se lleva a Aurelio Ayala un par de semanas y hasta le gana las elecciones. A ver.