El asunto gira alrededor de si Lobo y su equipo se atreverían en estos momentos a convocar una segunda vuelta electoral ante su adversario, que recurrió aquellos comicios y ha ganado, al menos por el momento. Ha vencido la tesis más conveniente para el equipo rectoral, pero quizá la más dañina para la Universidad: recurrir ante la Justicia, que tardará unos años en contestar. Mientras, la vida continuará casi igual en la institución, hasta que se produzca una nueva resolución judicial, lo que coincidiría con el final del actual mandato rectoral. En el caso de que volviera a ser negativa para Lobo y los suyos esa resolución, la Universidad se enfrentaría a la afrenta colectiva de haber estado gobernada de modo ilícito durante todo un mandato. Es un riesgo demasiado elevado que no se merece la institución.