Una escala técnica en Kathmandu: visitas pasa uno o dos días en la capital nepalí

Viejos muros en Kathmandu.

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Kathmandu no suele pasar de ser la puerta de entrada a los grandes trekkings y expediciones a las grandes cordilleras himalayas. La capital nepalí suele ser el primer contacto de los viajeros con el país aunque muchos apenas pasan aquí las horas necesarias para descansar unas horas después de jornadas agotadoras de vuelos y sacar los permisos necesarios para entrar en los parques nacionales (el Trekkers’ Information Management Systems –TIMS- y los permisos especiales para cada una de las áreas que hayáis elegido para el viaje –Anapurnna, Langtang, Gaurishankar… -). Así que mucha gente pasa aquí lo justo y necesario para hacer el papeleo en la gigantesca oficina del Tourist Service Centre (Pradarshani Marg) antes de emprender viaje hacia los diferentes parques nacionales del norte del país. Y la verdad es que la ciudad tiene, pese a que a primera vista ofrece pocos visos de monumentalidad y muestra una imagen caótica y sucia, bastante que ver. Nepal es un país que ha mantenido bastante bien su esencia pese a la afluencia de un turismo cada vez más numeroso. Y eso se deja notar en las calles de su pequeña y animada capital.

No es mala idea dejar dos días para conocer los secretos de la ciudad; aunque si quieres puedes ver lo más importante en una jornada y no limitarte al concurrido Thamel, el barrio turístico de la ciudad dónde se concentran los albergues, los bares, las pocas discotecas del lugar y una avalancha asfixiante de tienda de productos de alta montaña. Lo mejor de Kathmandu es lo que representa: la antesala de las montañas más imponentes y míticas del mundo. Pero también es un lugar que ofrece pinceladas muy auténticas de lo que un día fue. La ciudad se asienta en un valle a poco más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, lo que le confiere un clima agradable durante casi todo el año: una especie de paraíso subtropical con temperaturas agradables y tiempo estable que sólo se ‘estropea’ en lo más crudo del invierno y durante las lluvias moderadas del Monzón (julio y agosto).

 Por eso fue uno de los centros más importantes para el control de las rutas comerciales transhimalayas entre el subcontinente indio y China. Y eso se deja ver en algunos de sus rincones dónde aparece en todo su esplendor la antigua arquitectura newari: una maravilla que mezcla de maravilla el ladrillo y la madera labrada y que es la seña de identidad de las dinastías locales Licchavi y Malla. En el valle de Kathmandú hay unos 2.500 templos, santuarios y monasterios. La pagoda se originó aquí y se extendió por toda Asia. Pese a que el terremoto de 2015 dañó muchas de estas construcciones históricas, las tareas de reconstrucción tratan de devolver el antiguo esplendor a la capital nepalí.

Iniciaremos la visita recorriendo la Kanti Path, una de las calles más importantes de la ciudad. Los casi 3,5 kilómetros de esta vía no sólo sirven para comunicar la zona de Thamel con el Río Bagmati (y por lo tanto al barrio histórico de Patan), sino para recorrer algunos de los monumentos y lugares más interesantes de toda la visita. A dos pasos del centro del Thamel tienes el Jardín de Los Sueños (Tridevi Sadak; Tel: (+977) 1442 5340), un precioso espacio verde con fuentes y viejos pabellones que servía de lugar de esparcimiento para los que residían en el vecino Palacio Narayanhiti (North Gate Road; Tel: (+977) 1422 7844), residencia de la familia real hasta la proclamación de la república y hoy reconvertido en museo. Antes de volver a la Kanti Path llégate hasta el Naag Pokari, uno de los muchos estanques históricos que se encuentran por toda la ciudad.

Lo mejor de la Kanti Path es que te permite ir y venir a un lado y a otro de la calle para ir viendo los pequeños y grandes lugares que se esconden en las callejas retorcidas de los barrios (antes de bucear en el laberinto de calles visita el estanque Rani Pokhari). Jyatha Marg, por ejemplo, -ver mapa, conduce a una zona del barrio de Tengal Naghal dónde puedes ver hasta media docena de templos en sólo un par de centenares de metros. Desde aquí puedes pasar por la zona comercial de Indra Chok antes de visitar uno de los lugares más singulares y espectaculares de la ciudad: una de sus plazas Durbar.

Durbar Square actúa de centro civil y religioso. Se trata de un apelativo que quiere decir Plaza del Palacio y se repite en otros dos lugares: en Patan (al sur del Río Bagmathi) y en Bhaktapur (al este del aeropuerto) . La explicación es sencilla. Hasta hace bien poco, Kathmandú estaba aún separada de estos otros dos centros urbanos que, literalmente, fueron tragados por la expansión urbana de la capital nepalí. Como en sus hermanas, en la Durbar Square de Kathmandu puedes ver uno de los antiguos palacios reales (Hanuman Dhoka) y una gran cantidad de, fuentes, patios, viejos templos y pagodas. Es un sitio bonito e importante para la historia del país. No sólo fue la residencia oficial más importante para los reyes nepalíes hasta bien entrado el siglo XIX (cuando se mudaron a Narayanhiti) sino que fue el epicentro espiritual de la nación: un lugar dónde se unen las diferentes tradiciones religiosas nepalíes (hindúes y budistas). El edificio religioso más importante del conjunto es el Templo Taleju pero no es el único que brilla. El lugar es una verdadera obra de arte que forma parte del patrimonio mundial de la Unesco. Al oeste de la plaza se encuentra el Mercado Callejero de Maru Tole, uno de los más populares, pintorescos y concurridos.

LA VISITA A PATAN.- Más allá del Río Bagmati se encuentra Patan, hasta hace poco ciudad independiente y hoy otro de los barrios de Kathmandu; eso sí, un barrio con personalidad y con su propia Durbar Square. El Museo de Patan ocupa las dependencias del viejo palacio. Merece la pena entrar: primero para ver desde dentro esta enorme aglomeración de edificios, pabellones, pequeños jardines y estanques que son una lección en vivo de la arquitectura y arte newari. Históricamente, la población nepalí es mayoritariamente hinduista, pero Patan es el centro de la comunidad budista desde tiempos inmemoriales: en el barrio puedes ver hasta cuatro grandes estupas que según la tradición local, datan de los tiempos del mítico Emperador Ashoka (siglo III AC) –imprescindible la gran Estupa de Ashok (Bangalamukhi Sankhamul Road)- . Pero el gran edificio religioso de Patan es el Hiranya Varna Mahavihar (conocido como el Templo Dorado), un gran adoratorio budista famoso por dos cuestiones: la primera por su arquitectura y ornamentación y la segunda por alimentar y cuidar a miles de ratas. En los alrededores de Durbar Square puedes ver otros muchos templos: los más espectaculares son Char Narayan; Hari Shankar; Bimshen y el Tajelu.

SUBIR HASTA EL TEMPLO DE LOS MONOS.- El Templo Swayambhunath es uno de los lugares religiosos más venerados de todo Nepal. La filiación de este enorme complejo de templos, estupas y dependencias es budista pero también es venerado por la población hinduista de la ciudad. Se le conoce, popularmente, como el Templo de los Monos, por la gran cantidad de estos animales que campan a sus anchas por los edificios y el denso bosque que los rodea y es uno de los lugares que hay que ir a ver sí o sí, si visitas la ciudad. La mejor manera de llegar hasta esta colina desde donde se domina gran parte del valle, es caminando. Swayambhu Marg parte desde el puente Shobha Bhagwati (a dos pasos de Thamel) y asciende de manera directa hasta la Puerta Swoyambhu Bhagwan Pau. Otra opción es, sin perder la referencia de la calle principal, callejear y subir por las callejuelas, veredillas y escalinatas que escalan hasta el pie de la colina. Es una opción recomendable: te toparás con viejos templos, adoratorios, viejas casas y la proverbial amabilidad de las y los nepalíes.

El Templo de Los Monos es también uno de los monumentos más antiguos del valle. La tradición apunta a que el lugar fue visitado por el emperador Ashoka en el III antes de Cristo, pero las piedras más antiguas muestran inscripciones que hablan del origen del templo en el siglo V o VI. Todo el santuario se organiza en torno a una enorme estupa que ocupa el espacio central. Alrededor de este enorme edificio circular hay multitud de otros adoratorios menores, templos y dependencias para monjes. El conjunto forma parte del listado del patrimonio mundial de la UNESCO. No es mala idea subir hasta aquí para ver atardecer.

PASHUPATINATH Y BOUDANATH.- El Templo Pashupatinath (Pashupati Nath Road; Tel (+977) 1447 0340) está dedicado a la figura del dios Pasupati, una de las deidades locales que encontraron acomodo en el concurrido panteón hinduista. Es el templo más antiguo del valle (no se sabe cuando se construyó) y, también, una de las obras maestras de la arquitectura hinduista a nivel mundial. El complejo se sitúa en las orillas del Baghmati y es sólo el principal de una docena de templos que se desparraman por una amplia zona boscosa. Desde aquí se puede acceder con facilidad a la Estupa de Boudanath (Boudhanath Sadak; Tel: (+977) 986 331 9626) otro de los grandes centros religiosos del valle. Este edificio se encuentra en el camino que unía Kathmandu con el Tibet y fue, desde siempre, un lugar de descanso y oración para los tibetanos que pasaban por aquí. Los refugiados tibetanos se instalaron en sus alrededores y construyeron una pequeña ciudad y un número importante de edificios religiosos. Muy cerca de aquí se encuentra el Centro Cultural Taragon (Boudhanath Sadak) una institución que alberga una importante biblioteca, salas de exposiciones y un museo centrados en las culturas del Himalaya (sólo por ver su estupenda arquitectura merece la pena).

UNA EXCURSIÓN A BHAKTAPUR.- Si vas a estar más de dos días en Kathmandu merece mucho la pena dedicar una jornada a visitar esta vieja ciudad situada a unos pocos kilómetros de la capital. Si Patan es el centro budista del valle, Bhaktapur es su contrapunto hinduista. Pero con una ventaja. Su lejanía con el centro de la capital la ha salvaguardado del caos del urbanismo desordenado y su patrimonio arquitectónico está bastante mejor conservado que en otras zonas. Como sucede en los otros dos centros, la Plaza Durbar ejerce de centro civil y religioso. Aquí destaca el famoso Palacio de las 5.000 ventanas, el conjunto real más bonito y mejor conservado de los tres. Lo mejor de Bhaktapur es callejear e ir encontrándote con los templos, los viejos edificios y los detalles. Como la Ventana Peacock, una de las obras cumbre del tallado de la madera nawari que forma parte del imponente Templo Dattatreya o el Hanuman Ghat, santuario dedicado a Shiva.

Fotos bajo Licencia CC: Keith Roper; Juan Antonio Segal; Allan Grey; Aleksandr Zykov; Jorge Láscar; chripell; Inda Agudo; Sílvia Martín

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