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Ribera Sacra imprescindible: notas de viaje desde los abismos del Miño y del Sil

Piedra, vid y agua. Tres de los elementos básicos de la Ribeira Sacra gallega.

Viajar Ahora

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Pasar a los pedos; esto es, a toda prisa. Ese es el primero de los errores recurrentes cuando se transita por estos parajes de las provincias de Ourense y Lugo. Lo ideal es ir con pausa y aprovechar la ocasión para pasar noche en algunas de las localidades de la comarca (la mejor opción es la histórica Monforte de Lemos), pero también puede verse lo más importante en una excursión bien aprovechada o en un viaje desde o hacia Galicia desde El Bierzo. La primera vez que estuvimos por aquí, hace ya muchos años, la N-120 era la principal vía de comunicación entre el centro de la Península y Santiago de Compostela. Eso nos obligó a dar un rodeo impresionante antes de seguir viaje hacia Madrid, pero también nos permitió aprovechar la ocasión para visitar la Ribera Sacra y, ya de paso, hacer una pequeña parada en Las Médulas (ese paisaje alucinante creado por la actividad minera de los romanos hace ya más de 2.000 años). Las otras dos veces que estuvimos ya fuimos a propósito para poder disfrutar mejor del lugar. Y la última vez que estuvimos por Galicia, la A-52 nos dejó bastante lejos del Sil cuando volábamos hacia la comarca de Sanabria. Ahora, para ver la Ribera hay que ir a la Ribera: y eso está bueno.

La ruta que te proponemos da comienzo en la localidad lucesnse de Chantada. Desde aquí parte la carretera LU-533 que nos conduce rápidamente hacia los márgenes del valle del Miño. Y aquí te vas a encontrar con dos de los tres elementos que conforman esta comarca singular: el paisaje fluvial marcado por los valles profundos y feraces (aquí están algunos de los robledales mejor conservados de España), y los campos repletos de vid, origen de una de las denominaciones de origen más importantes de esta parte del país (DO Ribera Sacra). El tercero de los elementos que definen este paisaje es la gran cantidad de grandes monasterios que se instalaron en la zona durante la Edad Media. Y de ahí el nombre de Rivoira Sacrata en latín. Vas a ver verdaderas joyas de la arquitectura monástica española: y paisajes de infarto, y cañones imposibles, y bosques preciosos, y pueblecitos encantadores, y viejos castillos, y castros de tiempos de los celtas… Y comer bien y beber mejor.

Santo Estevo y los viñedos de Chantada.-Si tienes más de un día para deambular por la comarca podrás ir y venir de una orilla a la otra visitando los numerosos miradores y lugares históricos que pueblan las ribas del Miño y del Sil y haciendo las incursiones necesarias al ‘interior’ para poder ver los hitos patrimoniales y naturales de la zona. Si no es así, te recomendamos pasar desde la zona de Chantada a la orilla oriental del Miño para costear unos kilómetros antes de ir hacia el pueblo de Ferreira de Pantón. Cruza el río por el puente de la propia LU-533 y haz una primera parada en el Mirador de Santo Estevo para ver el paisaje de viñedos desde la perspectiva contraria. Y ya de paso anda a ver la Iglesia de Santo Estevo (Lugar de San Esteban), una de las muchas joyas románicas de la zona. Desanda un poco lo andado y baja otra vez hasta la orilla para tomar la LU-617 hasta el pequeño puente de piedra que vuelve a cruzar hacia las laderas cubiertas de vides. Y aquí volverás a alucinar en colores (en color verde sobre todo). Verás como la vid llega al río y sube cubriéndolo todo como una verdadera alfombra verde. Sigue río abajo por la LU-P-1804.

La costa divina.- La carretera LU-P-1804 recorre la orilla oriental del Miño a pocos metros del cauce regalando fotos preciosas casi metro a metro. Parada obligada en Belesar. Esta pequeña aldea está partida en dos por el río con casas a los dos lados del Miño. Belesar es famoso en Galicia por la calidad de sus vinos. Hay algunas bodegas para visitar, una pequeña iglesia barroca (San Bartolomé de Belesar –siglo XVIII-), terrazas cubiertas de vid y algunas manchas de bosque autóctono. Desde aquí también parten algunos barcos que ofrecen excursiones de varias horas recorriendo el río (Embarcadero de Belesar). Estamos en uno de los lugares más bonitos de la Ribera Sacra. Si seguimos camino hacia adelante podremos internarnos en una enorme porción de bosque ribereño y hasta darnos un chapuzón en la playa fluvial de La Cova.

El entorno de Cabo do Mundo.- Desde el Mirador de Cabo do Mundo (O Lagar) se obtiene una de las fotos paradigmáticas de la Ribera del Miño. Aquí, el río dibuja un ángulo cerradísimo que convierte a la orilla opuesta en una cuña cubierta de bosque. En esta parte de la Ribeira, se acumulan las pequeñas aledas que se distancian unas de otras con apenas unas hectáreas de vid. Es un lugar interesante con varias cosas que ver: la Iglesia de San Martiño de Cova (otra joyita románica); el Castro de Arxeriz (antiguo poblado celta anterior a la romanización de la Península Ibérica) y el Ecomuseo de Arxeriz (Pazo de Arxeriz; Tel: (+34) 692 94 16 67), una antigua casona rural –los famosos pazos gallegos- que se ha convertido en museo de ciencias naturales y antropología.

Camino de Ferreira de Pantón.- Salimos del entorno del río por la carretera LU-P-4102. Si aún no estás saturado de románico aprovecha la ocasión para hacer una parada breve para ver San Miguel de Eiré (Rúa Ourense, 72 –O Mosterio-). A esta pequeña construcción se le conoce en el lugar como O Mosterio (El Monasterio) y es lo único que queda de un antiguo cenobio femenino del siglo XII que hunde sus raíces algunos siglos antes (para hacer la iglesia se aprovecharon algunos elementos prerrománicos). Y tú dirás. Otra iglesia… Pues sí. Pero es que esta merece la pena de ver por varias razones: la primera es que es un rara avis por sus proporciones y formas (como esa torre campanario que surge del crucero) y la segunda es que es de las mejor conservadas de esta parte del país. En Ferreira de Pantón podremos ver otra joya de la arquitectura religiosa medieval (El Mosteiro do Divino Salvador –que se puede ver por dentro-) y el Castillo de Maside (LU-P-5901, 81), uno de los mejores ejemplos de arquitectura defensiva feudal de España (es del siglo XI).

Hacia los Cañones del Sil.-Os Peares es el pueblo en el que el Sil se une al Miño aumentando de manera considerable su caudal. El pueblo, en sí, no tiene mucho que ver, pero merece la pena hacer una parada para ver el lugar dónde se funden las dos aguas (y comprenderás el chascarrillo local que dice que el Sil lleva el agua y el Miño la fama). Y también es el lugar ideal para volver a cruzar el río para ir buscando la orilla sur del Sil. Acá, la espectacularidad del paisaje se multiplica un par de veces. El valle encajonado del Miño, aquí se convierte en un verdadero cañón de paredes verticales en el que los bosques de castaños y los roquedos toman el protagonismo casi absoluto de las vistas. Desde Os Peares hay que asomar se hacia los cantiles para visitar dos lugares de interés histórico de primer orden. El primero es el Mosteiro de Santo Estevo de Ribas de Sil (Tel: (+34) 988 010 110), sin duda alguna el gran monasterio de toda la Ribera Sacra. Este edificio combina el románico de sus orígenes (siglos XII y XIII) y el barroco. El monasterio hoy se ha convertido en un exclusivo alojamiento de la red de Paradores Nacionales por lo que puedes ver el claustro y visitar la antigua iglesia. Y el otro lugar que tienes que ver (después de hacer una paradita de un par de minutos junto al Molino de los García –a la vera de la carretera OU-0508-) es el pequeño Santa Cristina de Ribas de Sil. Este monasterio no tiene la grandeza de su vecino de Santo Estevo, pero está en un lugar precioso: rodeado de un frondoso bosque de castaños –en el camino haz una parada en el Mirador de Pena da Cividá en Xariñas de Castro-. Ya antes de llegar habrás pasado junto varios miradores. No dejes de visitar el de Vilouxe.

Miradores, miradores, miradores… y un castillo.- Los caminos que transcurren por las dos orillas están repletos de miradores. Ir y venir es una de las tareas del turista cumplidor: pero si quieres limitarte a las vistas más brutales ya te hemos hablado del Mirador de Vilouxe y ahora nos queda por sugerirte el llamado Balcón de Madrid con unas vistas brutales sobre el cañón. El Río Mao es uno de los torrentillos que bajan hacia el Sil desde esta banda de la Ribeira. Ahí puedes hacer un descanso de tanto abismo para recorrer las pasarelas que acompañan el cauce durante casi un kilómetro. Para amantes de la arqueología queda la Necrópolis de San Vitor, un curioso cementerio esculpido en la roca vinculado a un antiguo asentamiento de ermitaños del siglo X. Y terminamos la ruta propuesta en el pueblo de Castro Caldelas, con su espléndido Castillo como lugar de interés más que notable (reconvertido en museo etnográfico).

Fotos bajo Licencia CC: vpogarcia; Darío Álvarez; Raúl Hidalgo; amaianos; José Antonio Gil Martínez; N O E L | F E A N S; Pablo Camarero Pérez; Tomas Elias Gonzalez Benit; Amio Cajander

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