Los bares de Malasaña aguardan la Fase 3: “Muchos no van a reabrir”

Esta semana, algunos locales de Malasaña pueden volver del confinamiento bajo condiciones muy estrictas: solo con servicio de mesas, sin poder pedir bebida en barra y con el 50% de asientos disponibles. Pero los que tienen licencia para cerrar más tarde -locales de copas y discotecas- tendrán que esperar a la Fase 3 para ponerse en marcha, con nuevas normas muy ajustadas que piden flexibilizar.

Sobre ellos charlamos en la serie de entrevistas de Barrio Futuro, un espacio e ideas y reflexión sobre la Malasaña que queremos que salga después de la pandemia, creado a través de charlas con agentes relevantes en el barrio y que hace unos días protagonizaban Eva del Amo y Adrián López, gestores del Picnic, el bar que lleva abierto 11 años en la calle Minas y que ha visto desfilar por sus escaleras a importantes figuras del cine, la música o el humor nacional.

“Hay muchas incógnitas: no sabemos cuándo vamos a poder reabrir exactamente, si vamos a poder sacar a todos los trabajadores del ERTE, si una vez abiertos va a venir el público...” explicaba Adrián resumiendo el clima de incertidumbre que atormenta a los bares estos días, que conoce bien por experiencia propia y por ser parte de la Asociación de Hosteleros de Malasaña (AHM), que agrupa a los locales históricos de Malasaña.

“Sabemos que muchos no van a reabrir cuando lleguemos a la nueva normalidad”, dice preocupado Adrián. Y otros no lo harán hasta la Fase 3, “si pueden, porque con las condiciones que se están poniendo no son rentables”, añade Eva. También añaden que la propuesta del Ayuntamiento de conceder nuevas licencias de terraza sobre aparcamientos es “ilusionante” pero que en barrios como Malasaña solo funcionaría la opción de peatonalizar calles y sacar las mesas a la calzada, incluyendo dentro de esta medida a los bares especiales. “Hay muchísimos puestos de trabajo en juego y sería una medida excepcional, durante unos pocos meses”, explica la copropietaria del Picnic y que fue primera encargada del Tupperware, el bar que abrió su familia hace más de 25 años en la Corredera.

“Es ahora cuando hay que ponerse serios para salvar estos locales y no decir luego qué pena que ha cerrado este sitio tan mítico de Malasaña”, añade mientras desde el Picnic reclaman una revisión de los aforos de los locales, que desde hace años son “desproporcionados”, denuncian y hacen que el negocio no sea viable económicamente. También piden “a los vecinos que ayuden a todo el tejido comercial del barrio en este momento excepcional”.

En los dos siguientes vídeos puedes ver y escuchar la conversación con Eva y Adrián:

La charla también sirvió para reclamar un espacio para las salas de fiesta “que son también salas de conciertos”, recuerda Adrián a la vez que reclama fórmulas para mantener la música en directo y asegurar la pervivencia de lugares como la Sala Maravillas o el Ocho y Medio -ambos lugares que conoce bien por su faceta de DJ- “un soporte fundamental para todo el tejido de la industria musical”, recuerda.

Con todas estas medidas, Eva y Adrián piden salvar “un barrio referente de la cultura alternativa a nivel europeo”, algo que los locales de música han ayudado a construir durante los últimos 30 años y confían en que “la gente no se quede bloqueada por el miedo”.

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