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Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

BIG GAME

Tal y como es habitual, una cosa es la teoría y algo muy distinto es lo que sucede en la realidad. Sobre todo, porque en los planes de Oskari no estaba el salvar al Presidente de los Estados Unidos de América… Sí, el mismo que reside en la Casa Blanca.

El caso es que, sin comerlo ni beberlo, Oskari se verá inmerso en una conspiración que pretende apartar al máximo dirigente del país norteamericano -considerado una persona débil y pusilánime por gente de su entorno- y sustituirlo por el vice-presidente, un político con bastantes menos escrúpulos.

Lo que diferencia a Big Game, película dirigida por el director finlandés Jalmari Helander –realizador responsable de la pequeña joya Rare Exports- es que la película no está escrita por un anglosajón, sino por un guionista nórdico, el propio Helander, quien da una visión mucho más ácida y crítica de las teorías conspiratorias, tan del gusto del cine norteamericano. Además, Helander incide en algunos de los defectos de su propio país, dado que Oskari quiere parecerse a su padre, pero, por mucho que lo intente, no lo es. Ni siquiera es capaz de tensar el arco con el que tiene que ir a cazar su primera presa, algo que su propio padre sabe. Es lo que ocurre con las tradiciones.

Otro elemento que diferencia a esta película de otras similares es la relación humana que entabla el Presidente de los Estado Unidos, William Alan Moore, -Samuel L. Jackson- con Oskari (Onni Tommila) relación que será cada vez más cercana, sin ser tan artificial como en otras películas. Queda patente que ambos personajes se respetan y llegan a tener un nivel de lealtad y compromiso para con el otro que los humaniza enormemente.

Después está la segunda lectura. En ella vemos cómo la directora de la CIA (Felicity Huffman), el vice-presidente (Victor Garber) o Herbert (Jim Broadbent) tratan de solucionar un problema que el propio sistema ha creado. Sobre todo en un país, los Estados Unidos de América, que tiene la costumbre de solucionar las cosas de la peor manera posible. En esto, como en otras cosas, Helander es políticamente muy incorrecto, algo que se puede permitir como ciudadano de un país donde las libertades están bastante mejor salvaguardadas que en los Estados Unidos de América.

Ignoro si esta película se logrará ver en las pantallas españolas, dada la estrechez de miras y el excesivo afán mercantilista de los tecnócratas que han llenado las distribuidoras nacionales, pero si por un casual Big Game logra llegar hasta nuestro país, les recomiendo que le den una oportunidad. Se lo van a pasar muy bien, no solo por lo que les he contado, sino porque todo el dinero invertido en esta película –la más cara de la historia del cine finlandés- está muy bien gastado.

Me quedo para terminar con una frase de Oskari, -“Hay que ser muy duro en Finlandia”-, toda una reflexión del director sobre el paso de la infancia a la adolescencia en este país.

© 2015 Subzero Film Entertainment, Altitude Film Entertainment & Egoli Tossell Film

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