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Morales y el 'culebrón' del Cabildo grancanario

Antonio Morales habla con Juan Manuel Brito en un pleno del Cabildo

José A. Alemán

Dice Antonio Morales, presidente del Cabildo grancanario, que lo de Juan Manuel Brito y Podemos va de culebrón. Nadie puede saberlo mejor pues a él corresponde impedirlo en beneficio no de su partido, de Brito o de Podemos, sino de la gobernación de la isla: por mucho que diga Morales que el conflicto no la afectará, estas situaciones siempre tienen consecuencias. Entre otras, que el ciudadanaje se harte.

Como saben, el conflicto arranca de la expulsión de Podemos de Juan Manuel Brito, que fuera su cabeza de lista electoral y de que desde el primer momento practicó aquello tan isleño de si te vi, no me acuerdo. Hizo buenas migas con Morales y procedió a simplificar la doble militancia que permitía Podemos dedicando sus mejores esfuerzos a introducir en Gran Canaria a Sí Se Puede, vía Tenerife negándose a informar de sus actividades políticas al partido que lo promovió. Desconozco los detalles de su actuación que apunta, objetivamente, a la lógica de que vio más fácil convertirse en el número uno de Sí Se Puede en Gran Canaria que afanarse por situarse en Podemos donde los cargos orgánicos estaban ya ocupados. Nada en principio censurable, dada la aceptación por el partido de la doble militancia, si no fuera por su manifiesta deslealtad a Podemos que lo respaldó y pidió el voto para él. Asimismo, se habla de determinadas interferencias de Podemos-Madrid a favor de Sí Se Puede lo que, posiblemente, hizo pensar a Brito que todo el monte es orégano y la tenía ganada. La fe provinciana y subdesarrolladota en el centralismo.

Desde los primeros momentos se advirtió el juego de Brito que no informaba al partido de su actuación en el Cabildo al verse vicepresidiendo. Y la dirección de Podemos haciendo el canelo tolerando la situación el tiempo suficiente para que se consolidara la línea de Brito. Había, incluso, quienes daban por descontado que en unas próximas elecciones estaría en otras listas, la de Sí Se Puede, por ejemplo, o la de Nueva Canarias (NC). Estas especulaciones son, a mi entender, un tanto prematuras aunque no improbables. Lo que interesa en este momento es que Podemos no actuó cuando debió hacerlo; que tiene su parte de responsabilidad en el culebrón que anuncia Morales y que no ha sido capaz de plantarle cara a las interferencias de Madrid, que en esto poco ha aportado la “nueva política”.

El miércoles pasado, Antonio Morales recibió a Meri Pita, secretaria autonómica de Podemos. Pita, como ya apunté, ha demorado más de lo debido abordar el asunto de Brito, pero lo ha enfocado bien al colocar al presidente insular ante la tesitura de aclarar con quien considera que tiene un acuerdo, si con Podemos o con su vicepresidente. No sé hasta qué punto es sincero el propósito de Morales, de aguardar al informe jurídico para decidir qué hacer, si cabe aplicar la ley antitransfuguismo o qué. Lo único que le falta ya es anunciar que aguardará a que los tribunales fallen los recursos contra su expulsión de Podemos interpuesto por Brito. No deja de tener su coña que después de tanto tiempo ignorando al partido, como si no existiera, salga ahora reclamando. Son las actitudes políticas que llevan a la gente a detestar el oficio. A veces pienso que Morales no obra por razones de ecuanimidad, para evitar ser injusto con Brito, que lo ha sido durante lo que lleva de mandato con quienes lo promovieron. Diría que mueve a Morales ganar tiempo para que el asunto, el culebrón, se pudra y pueda Brito acabar su trabajo de demolición de Podemos, cosa que le colocaría entre los que ven en el partido de Iglesias un serio competidor político. Está, desde luego, en su derecho a hacer este tipo de política; siempre y cuando abandone sus actitudes “buenistas” y asuma que puede acabar perjudicando a la gobernación de la isla.

Y dice Antonio Morales que no está dispuesto a ceder ante los caprichos de Podemos. Uno, por fortuna, hace ya demasiado tiempo que pasa de estos partidos que aquí padecemos, pero lo de Morales es grave. Calificar de capricho la reacción, tardía, contra un comportamiento como el de Brito no es, desde luego, la mejor manera de solucionar el problema. Allá ellos.

La luz que nos ilumina

El ineféibol Mariano Rajoy dijo hace unos días que con la lluvia bajará el recibo de la luz. Además de insistir en que llovería con toda seguridad. No sé si estaba el hombre pensando en el vuelo de las oscuras golondrinas que anuncian el verano, si vio a la Virgen en la cueva y a los pajarillos cantando al levantarse las nubes y caer el chaparrón. Todo es posible con este hombre, incluso que nos crea bobos para lo que, por cierto, le hemos dado motivos. Aunque me temo que el bobo es él si piensa que tragamos que el Gobierno, un gobierno cualquiera, no puede, en situaciones como ésta en que se dispara el recibo de la luz, hacer nada que no sea esperar a que caiga agua del cielo. Es decir, que no puede actuar sobre el 60% del importe de la factura que depende del Gobierno. Sin olvidar que es el Estado, que son los gobiernos, los que han consolidado el dominio absoluto del sector por un primer oligopolio de producción en manos de las cinco eléctricas que tienen, encima, un segundo oligopolio, el que transporta la energía hasta los domicilios consumidores. Existen unas 350 empresas dedicadas a este transporte, pero sólo las cinco grandes eléctricas señaladas concentran el 90% del mercado.

Estos datos son de hace un par de años, pero no creo que las cosas hayan cambiado en lo sustancial. Más bien han ido a peor y ni siquiera ha sido capaz Rajoy de arrimar el chándal de su desmañado “running” mañanero para echarse al campo (que no al monte) enfundado en algún taparrabos chamánico con un mazo de almirez con que golpear alguna sartén vieja con que acompañar su desastrada danza de la lluvia. Lo que sea, incluso hacer el comanche, para mantener francas las puertas giratorias; que La Moncloa, ya saben, no es para toda la vida.

Es evidente que Rajoy no quiere ni por nada indisponerse con las eléctricas hasta el punto de pretender que nos creamos que nada tienen que ver, pobrecitas, con el incremento de los recibos de la luz en porcentajes que hacen aún más hiriente la indefensión de los usuarios. Es la fatalidad y para que no nos hagamos peor mala sangre de la que ya arrastramos, tampoco hace nada para que entendamos de una maldita vez el puñetero recibo. Quiere hacernos creer que son cosas del mercado y espero, si no es mucho esperar, que las normas para regular la actividad de los lobbies las acompañen mecanismos que protejan a los usuarios. Para variar. Aunque supongo que será necesario dar más de una batalla si sigue la querencia del Gobierno, ahora en minoría, de burlar al Parlamento con el auxilio del PSOE mediante acuerdos entre los dos partidos principales que desvirtúan o atenúan las decisiones del Congreso. Da la sensación de que si el PP añora los tiempos en que prescindía del Parlamento para cargar por decreto la crisis sobre los de siempre, acabó por unírsele el PSOE que también echa de menos el bipartidismo “imperfecto”. Están, los dos, juramentados contra los ya casi no tan nuevos partidos y evitan darles chance. Sobre todo a Podemos al que presentan como la piel de Satanás. Se les ve más de la cuenta el plumero.

Mucho habría que decir de todo esto. Entre otras cosas, dilucidar si realmente Podemos y Ciudadanos son el reflejo de una sensibilidad política que la diferencie de las generaciones que no vivieron la guerra civil, pero sí su prolongación bajo la larga dictadura franquista. La generación nutriente de los nuevos partidos ha dado demasiadas muestras de desprecio a lo que hicieron las precedentes para que podamos estar seguros de no equivocarnos si confiamos en ellos.

Esther Monzón, directora de Salud

José Manuel Baltar nombró directora del Área de Salud de Gran Canaria a Esther Monzón, políticamente vinculada a Unidos por Gran Canaria, el partido de José Miguel Bravo de Laguna. El nombramiento ha provocado no pocos cabreos en CC-Gran Canaria y para esta tarde (escribo el jueves) se ha anunciado una reunión insular para discutir un asunto ya resuelto por cuanto Monzón se dio de baja como consejera del Cabildo y tomó posesión de su nuevo cargo. El nombramiento, ya saben, ha tenido sus más y sus menos por cuanto no ha gustado a más de un nacionalero grancanario, por tratarse de una persona de otro partido y no haberse tomado Baltar la molestia de consultarlos, según dicen. Fernando Clavijo ha contestado a las protestas recordando que a él se le otorgó libertad para proceder a nombramientos y está claro que el nuevo consejero de Sanidad, beneficiario de esa libertad, la ha extendido al nombramiento de Monzón. De paso, propina Clavijo su pequeño alfilerazo al perverso canarión.

Sin embargo, ya al margen de las pequeñas miserias a que nos tienen acostumbrados, estamos ante una nueva y buena oportunidad para reclamar la necesidad de mejorar la cultura política y partidista isleña. Es decir: que acabemos de diferenciar entre los cargos y los nombramientos en los que predomina la ideología y los que se refieren a cuestiones técnicas, cual es el caso. Según he podido saber, Esther Monzón es una profesional, reconocida incluso por colegas suyos más inclinados a la izquierda y a los que ha parecido bien su nombramiento. Imagino que otros no estarán de acuerdo, como es natural. Cosa distinta es el problema interno de CC-Gran Canaria, que no levanta cabeza, quizá porque no la tiene con peso suficiente para que se le consulte y no están en Tenerife dispuestos a soltar prenda.

Festival de Música a teatro vacío

La pregunta y créanme que lo siento es algo retórica porque bien sabemos lo que hay: el Gobierno ha dado los pasos precisos para cargarse el Festival de Música, una vieja aspiración ática. La iniciativa es atribuida a los “canariones”, que lo iniciaron en Las Palmas y cuando se dio el paso de su regionalización bien sabíamos que tenía contado su tiempo al tratarse de un acontecimiento cultural presentado de fijo como capricho elitista que no encuentra eco popular. Y demasiado duró, valgan verdades. El resultado del “tratamiento” a la vista está: el público se ha retraído y aquellos lugares a los que se llevó por la cosa popular-popular del nacionalerismo tampoco respondieron.

Total que, entre una cosa y la otra, quedó claro que los nuevos responsables del asunto no sabían muy bien de qué va la cosa. Debieron pensar que era cosa de soplar y hacer botellas. Son muchos los años que han de dedicarse a dar a conocer el proyecto, a difundirlo, a mantener una presencia en otros festivales, a armar una agenda en la que se prevean intérpretes con años de antelación, para lo que es importante el crédito y la confianza que merezcan los organizadores, etcétera, para que una movida de estas dimensiones sea posible. Mucho se jugó con la promoción de valores canarios para justificar el golpe dado al Festival, señal evidente de desconocimiento de cuantos fueron los creadores que recibieron encargos del Festival al que debieron su primera oportunidad. En definitiva, han echado a perder algo que costó muchos años y esfuerzos colocar donde ya estaba. Esperemos que para compensarnos organicen un festival de murgas en la seguridad de que nadie lo tachará de elitista. Es lo que les va. Confiemos en que rectifiquen y que estemos aún en tiempo.

Trompada viene de Trump

Antes de que el léxico isleño se viera invadido por toda clase de barbarismos, se decía “trompada” a todo golpe propinado en las narices (ajenas, por supuesto) con el puño cerrado. No faltaban isleños menos evolucionados y más de medianías que llamaban al mismo golpe “piñazo” en referencia a las piñas de millo prietas y duras.

Justamente a trompadas con el mundo anda Donald Trump que no sé yo si le han inquietado, para empezar, los movilizaciones USA en su contra. Hay quienes ya indican que son más los que permanecen en sus casas que los millones que protestan. Lo he oído en alguna tertulia televisiva. El mejor arranque fue el del tertuliano de Los Desayunos de La 1 que se arrancó diciendo que mucho rajar de Trump pero nada se dice Rusia o de China o de que Xi Jinping fue recibido con alfombra roja y honores de ordenanza a pesar de que no es país que destaque por su respeto de los derechos humanos que tantísimo llena la boca al mester de rojería.

No voy a negar que algo de eso hay. Incluso les diré que mi malsana curiosidad me llevó a vigilar posibles muestras de optimismo ante la decisión con que el primer dirigente chino se dice dispuesto a encabezar la globalización definitiva de los mercados, con la libre circulación de cuanto esté dispuesto a circular para hacer rabiar a Trump. Reconozco que no encontré a nadie satisfecho, aunque no faltaran los que señalaron la paradoja de que los EE.UU., apóstoles históricos del liberalismo y de los mercados puros y duros, se vean sustituidos en esos menesteres por quienes son, después de todo, sucesores de Mao Tse Tung. En cualquier caso, no cabe desde la perspectiva europea establecer comparaciones lineales de semejante calibre pues rusos y chinos se han movido siempre en escalas de valores diferentes a las del mundo occidental que es el que ve amenazadas las suyas establecidas, en buena medida, por los propios EE.UU. No fue gratuita la iniciativas del otro Donald, Trusk, presidente del Consejo Europeo que definió el cambio introducido por su tocayo como “amenaza externa”, junto a las intenciones declaradas de China, que quiere afirmarse como primerísima potencia, la agresividad rusa y el islamismo radical que puede tener una reacción contra las bofetadas de Trump que conduzca a un recrudecimiento de los atentados en Europa que sigue siendo, al fin y al cabo, parte del mundo a destruir.

Bastante significativo del estado de ánimo europeo, aparte de lo dicho por Tusk, es el rechazo en la Eurocámara de Ted Malloch como embajador americano en Bruselas. Antes incluso de que sea efectivo el nombramiento, el Parlamento lo rechazó como enemigo declarado de la UE. Sólo los eurófobos apoyan a Malloch con el impulsor del Brexit, Nigel Farage, a la cabeza. Hay quienes todavía esperan que la dinámica política de Washington lime las iniciativas de Trump, pero ocurre que si Malloch está a muerte con la UE y puede ser embajador en Bruselas; si el encargado de la protección medioambiental es Pruit, que niega el cambio climático; si Betsy DeVos es la encargada de Educación y está dispuesta a privatizar la red de escuelas públicas; si el expresidente Obama se ha sentido obligado a salir a la palestra para indicar que Trump está poniendo en grave peligro los valores americanos; si millones de ciudadanos británicos han firmado ya para que se anule la visita del presidente al Reino Unido, ya me contarán el camino que lleva.

Quizá sea oportuno recordar que Napoleón, si mal no recuerdo, advirtió a Europa de que el mayor peligro no le vendría de Rusia sino de China. Lo recuerdo siempre que veo un mapa de los continentes y observo la inmensidad de la superficie del globo que ocupan estos dos países y lo poquito que luce el conjunto de los países de la UE. Menos mal que ahí está Tenerife para equilibrar un poco la cosa, pero aceptarán, espero, que no en grado suficiente.

 

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