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Las elecciones del primer cambio posible

Manifestación convocada por Podemos en Madrid el 31 de enero entre Cibeles y Sol

José A. Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

Este domingo toca votar y botar. Cesará, al fin, el zarandeo de las encuestas en las que los peor parados dicen no creer; con el añadido de que la única encuesta válida son los resultados de las urnas, lo que no deja de ser una majadería porque, como indica su propio nombre, los resultados no son un sondeo. La cosa está entre el cambio, que es como llaman a la entronización de la decencia política y el “nosotros o el caos” al que se agarran los peperos atemorizados porque la gente tiende a dejarse llevar menos por el dicho conservador de que “más vale malo conocido que bueno por conocer”, devenido de forma interesada en expresión acabada de la sabiduría popular. Lo malo conocido sería el PP y lo bueno por conocer cualquiera sabe. Nada de particular tiene que el porcentaje de indecisos, a apenas 48 horas de abrirse los colegios sea significativamente mayor que en ocasiones anteriores.

La teoría de los contratos

No sé si Heráclito formuló la teoría de los contrarios antes o después de que los taoístas lanzaran la suya del yin-yang, que viene a ser lo mismo en chino. Lo que sí parece seguro es que el bipartidismo PP-PSOE vino mucho después a negar esa teoría que atribuye el orden del universo a la tensión entre opuestos, la que permitió al Hombre discernir y emitir sus primeros juicios de valor al distinguir entre el día y la noche, la salud y la enfermedad, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la juventud y la vejez y cuanto les cuadre, que nada hay sin su contrario. Incluso en el fútbol, ya ven. Pero, como les digo, el bipartidismo, aunque imperfecto negó esa teoría al mantener la tensión sólo formalmente y reducida a la alternancia en el machito. Fue también Heráclito quien estableció la imposibilidad de que podamos bañarnos dos veces en el mismo río, que en el caso que nos ocupa serían las riadas de promesas y compromisos electorales. Y conste que traigo a colación a Heráclito porque Ángel Gabilondo, aspirante por el PSOE a la presidencia de Madrid, tuvo la ocurrencia de afirmar que a su remoto colega le hubiera encantado twitter; no vaya a ser que esté enviando un mensaje encriptado y uno con estos pelos, que con los filósofos hay que tener cuidado.

El caso es que tenemos tan asumida esa teoría de los contrarios que, al negarla, el bipartidismo ha impulsado la aparición de los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, para demostrar que, en efecto, no hay uno sin dos: enseguida el personal de a pie los consideró sendos granos que les han salido a peperos y socialistas justo donde el contacto con las amadas poltronas es más intenso, o sea, las posaderas en lenguaje coloquial.

Obligado a discernir entre contrarios, me parece la mejor pista a seguir la del dinero que tan embrutecida me tiene a la derechona. Tanto que no midió el grado de encochinamiento del personal de a pie ni el alcance de los cambios generacionales y su choque con los atavismos del poder y de la política española que han culminado en el desenfreno de la corrupción. Que no es una lacra de estos tiempos sino que viene de siempre, de modo que la única novedad es el salto de la economía productiva, que dicen los redichos, a la financiera empapada del deshumanizado espíritu neoliberal que la ha perfeccionado; a la corrupción, se entiende. Siempre se ha tildado al pobre diablo enchispado de infame borrachuzo, capaz de las mayores bajezas tabernarias por oposición a lo simpático que estaba el señorito con su cogorza. Que viene a ser el equivalente etílico de esa Justicia que se ceba con los robagallinas y trata de forma muy considerada a los que han robado millones.

Pero a lo que iba. En este ambiente, es lógico que se alarmen no con la acumulación del hartazgo social, del que se sienten bien protegidos dentro de sus círculos. No les preocupó excesivamente la espontaneidad del 15-M, pensaron que ya se les pasará el cabreo, pero sí que inquieta a la derechona la aparición de Podemos y hasta de Ciudadanos que es la versión gatopardesca de ellos mismos. En este sentido, retorciendo un poco más la cosa, pudiera decirse que no deja de tener razón Albert Rivera al considerar que sólo pueden cambiar las cosas en España los nacidos después de 1978, siempre y cuando se refiera a la derechona que todavía no se ha percatado del favor que quiere hacerle. Lo que, por cierto, me parece bien en la medida en que Ciudadanos llegue a ser el vehículo de la derecha civilizada que seguimos echando de menos para tener un contrario que merezca la pena. Su disposición a pactar con el PSOE podría leerse en esa clave, en el supuesto de que no sea mero postureo preelectoral. Lo que comenzará a aclararse a partir del lunes, 25 de mayo.

La “sorpresa” de Podemos y Susana Díaz

Podemos cogió a la derechona con el paso cambiado. Tanto que tuvo que improvisar malamente con la torpeza habitual. En los primeros momentos vieron en el ahora partido la añoranza de la desaparecida URSS, lo que no se le ocurre ni al que asó la manteca. Un reflejo del franquismo y la guerra fría. Luego se “actualizó” para seguir encharcándola al hacer de Podemos agentes de Venezuela, Cuba y hasta de Irán que estarían financiando la iniciativa sindicando sus aportaciones. Se olvidaron, ya ven, de Corea del Norte; y si no metieron en el baile a China fue porque los chinos están en todas partes y en disposición de propiciar buenos negocios.

Sin embargo, la revelación de sus financiadores no bastó para que la gente echara a correr despavorida y vieron la necesidad de desvelar también el objetivo de la conjura: Podemos pretende convertir a España en una “república bolivariana”, lo que ya es mucho conjurar. Sin explicar qué rayos tienen que ver los cubanos con semejante invención, que son más de Martí; y ni les digo de lo que pueda habérsele perdido a los iraníes en estos andurriales de infieles. No les quedó sino aferrarse a Venezuela porque fue uno de los países que encargaron a Monedero el estudio de una moneda común o algo por el estilo. Aunque lo más grave fuera que, encima, lo cobró con lo que quedaba palmariamente demostrada la financiación venezolana.

Como España ya no es centinela de Occidente, el objetivo de la conjura para hacer de España un “república bolivariana” no podía ser otro que darse el gusto de acabar con la democracia española. Lo que ocurrirá, con toda seguridad, si gana Podemos, como ha dicho y repetido Esperanza Aguirre, de los Aguirre de toda la vida. Podemos encarcelaría a sus rivales políticos y aunque no den por descontadas las ejecuciones sumarias, sí que han deslizado la imagen de las filas de ahorcados en la calle a razón de uno por farola; no sé si en Teherán o en Caracas. Y no exagero porque esas cosas han llegado a decirse y están en el discurso de más de un tertuliano de la derechona; como el maleducado de Eduardo Inda.

Por último, llegaron las embestidas contra Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón y el propio Iglesias. No entro en los detalles de las barbaridades, pero no me resisto a mencionar la de Antonio Hernando, portavoz del PSOE en el Congreso, que considera a Monedero “el Bárcenas de Podemos”. Está en su derecho a decir lo que le dé la gana pero, objetivamente, me parece que hay una notable distancia cuantitativa entre el dinero percibido por Monedero, incluido el que no declaró inicialmente a Hacienda, por un trabajo profesional y lo que se embolsó Bárcenas por el hecho de estar allí.

El caso es que, entre una cosa y la otra, han entorpecido el análisis tranquilo del fenómeno Podemos; estudiar lo que tenga de vehículo de la reacción social ante una situación insostenible; establecer hasta qué punto han agravado la crisis medidas del Gobierno que han llevado a extremos, impensables unos meses antes, el sufrimiento de la población a la que, encima, engañó para conseguir sus votos. Es ahora cuando comienza a ponerse de manifiesto que no había necesidad de llegar tan lejos aunque, de acuerdo con la mentalidad de la derecha de este país, sean un logro magnífico la reducción de salarios, la pérdidas de derechos laborales, el retroceso de los derechos políticos, el deterioro buscado de los servicios públicos para que medren los privados y todas esas maravillas de retroceso en la investigación, de fuga de cerebros, de jóvenes sin futuro; y sobrevolando el panorama la terrorífica tasa de paro de la que, según el mismísimo Rajoy, nadie habla ya porque ¡ha dejado de preocupar a los españoles!

Son muchos los que comparten el diagnóstico de Podemos, aunque discrepen del tratamiento que, en ocasiones, calificaron de primario y de populista y no seré yo, desde luego, quien les niegue su razón, la que tampoco les falta a los maximalistas que lamentan que haya aflojado en algunos extremos. Aunque pienso que la evolución de Podemos se debe a que ha asumido la política como el arte de lo posible y que ha ido de sus primeros planteamientos a una integración en el sistema con ánimo de regenerarlo desde dentro. Espero que no muera en el intento.

Es aquí donde deberíamos pararnos y esperar el resultado de las elecciones del domingo que viene y de las generales de finales de año para evaluar el éxito o el fracaso de Podemos; no el estrictamente electoral sino el otro, el de gobernar mediante pactos y sus resultados. Parece que existe voluntad de llegar a acuerdos con el PSOE y pienso que esa podría muy bien ser la vía para que los socialistas recuperen el papel que les corresponde en la izquierda, el que ha perdido con el compadreo bipartidista. Ese acercamiento lo hace posible, desde el lado de Podemos, la moderación en determinadas propuestas. De todos modos, me parece significativo que esa integración crítica en el sistema, que le permitirá conocer mejor las cabras que guarda, ha hecho que los mismos que acusaban a Podemos de antisistema se rasguen ahora las vestiduras al observar su progresiva integración en el sistema cuando, en buena y sincera lógica, debería alegrarles. Con el programa en la mano, Podemos está más en la socialdemocracia de la que se ha ido alejando el PSOE, que sólo en ella puede reencontrarse. Le sigue costando mirar a la izquierda a la que, no obstante, señala como referente nominal. Lo que sea, sonará.

En este punto conviene no perder de vista a Susana Díaz. Es mujer malamañada y juega fuerte. No es casualidad que si durante la campaña electoral se dirigió en todo momento a Rajoy y no a su candidato a la Junta, siga ahora en la misma tónica de atribuirle al presidente del Gobierno central las maniobras contra su investidura. Sin tener presente que Podemos y Ciudadanos también participan del bloqueo. Cada uno con sus cartas y sus motivos, claro. Si logra desviar la responsabilidad de esas segundas elecciones a la oposición ganará enteros dentro del PSOE. Por un lado, habrá demostrado una firmeza que se echa de menos en el partido y por el otro las nuevas elecciones podrían darle la mayoría andaluza que no alcanzó en las anteriores propinándole otro golpe al PP que podría sufrir un nuevo descalabro cuasi fatal. Por mucho que ponga por delante que para ella Andalucía es lo primero, me parece evidente que su apego a la patria chica no le conduce a despreciar la oportunidad que le da su actual posición para situarse en su partido y en la política de ámbito estatal.

El caso de Ciudadanos

Ciudadanos es el otro partido emergente surgido de acuerdo con la teoría de los opuestos. Bueno, más que surgido, salido del ámbito catalán en el que ya cuenta con alguna experiencia. Se define como de centro que es la ubicación que reclama, ya de forma sistemática, la derecha española. En lo que nada hay que reprochar si están en el centro de verdad.

Lo primero que choca es que los mismos que divulgan toda clase de sospechas sobre la financiación de Podemos nada dicen de la de Ciudadanos. Y digo que choca porque no se me ocurre otro verbo: chocante no es, pues se sabe que sus fondos proceden de la patronal y del mundo de las finanzas, de los sectores que han captado el signo de los tiempos y que ya no confían en el PP. El volumen de sus escándalos de corrupción, en millones de euros y en número de ellos, rebasan lo soportable y está obligando al Gobierno a actuar por el qué dirán, lo que genera nuevas tensiones en el PP. Y ya en plan malévolo estoy por decir que no molesta menos la absoluta falta de discreción en sus manejos que ponen de manifiesto las numerosas grabaciones que circulan por ahí con conversaciones nauseabundas y comprometedoras. En un país donde hasta los entrenadores de fútbol se comunican con sus jugadores y auxiliares tapándose la boca para que no lean en los labios sus instrucciones indica hasta qué punto se creían impunes. Sin contar que en el ámbito de las democracias en que está España se admite que cada cual financie a quien le cuadre siempre y cuando se dé a los electores la posibilidad de saber quiénes financian a los partidos que les piden el voto. Es esa cosa que llaman transparencia, práctica habitual en otras democracias pero que en España es exigencia tildada de demagógica y casi de antisistema.

Lo que sí ha trascendido de Ciudadanos son las “amistades peligrosas” de Albert Rivera. Es decir, sus devaneos y colaboración con grupos ultras que él mismo consideró errores de principiante. Ningún inconveniente habría en creer en su sinceridad si no fuera porque se empeñó en negar que fue militante del PP, cosa que se demostró ser cierta. Eso, qué quieren, mosquea porque no creo que haber sido militante del PP deshonre a nadie. Él sabrá.

No mosquea menos el hecho que se proclame liberal y verlo tan de acuerdo con la vertiente neo hoy dominante; y que salga en la tele con que su modelo económico de referencia es el danés que, si no tengo mal entendido, está en el ámbito de la socialdemocracia, para marcar las distancias con Podemos, al que coloca la chapa de venezolanismo flagrante. En este caso, ya no es que oculte las partes de su biografía política que estima poco favorecedoras sino que trata directamente de engañar a los electores dándoles un referente que no le corresponde, obligándonos a viajar al norte europeo cuando no hace falta ir tan lejos, pues, como indicara en su momento El País las tesis de la fundación FAES, que preside José María Aznar, están más cerca y son las que aparecen al menos en su programa económico con el que tanto ha tenido que ver su economista de cabecera, Luis Garicano, que no tira precisamente por la socialdemocracia. Nada les digo de la ocurrencia de otorgar sólo a los nacidos después de 1978 la capacidad necesaria para regenerar la democracia, no vayan a pensar que lo mío con Rivera es cuestión personal.

El “recambio” del PP y la “querida presencia”

Poco a poco me he convencido de que Ciudadanos es para sus financiadores el “recambio” del PP de Rajoy. Hace unas semanas les dije que el hombre está en vías de amortización de la que sólo podrá escapar, por un tiempito, si el domingo obtiene una victoria rotunda. En caso contrario, arreciarán las exigencias de que empiece a retirar sus efectos personales. No quedaron contentos los peperos con los resultados de las europeas y cada vez son más ostensibles los disentimientos tras las andaluzas. Y a algunos tampoco les gustó que anunciara en la tele que repetirá de candidato a la presidencia del Gobierno. No hay acuerdo siquiera en si deben o no prolongar el bloqueo a la investidura de Susana Díaz, a la que insisto, conviene no perder de vista. Le conviene sobre todo a Pedro Sánchez. Si Rajoy no cede y hay nuevas elecciones andaluzas en vísperas de las generales, el PP podría sufrir un nuevo descalabro. Ahí lo tienen apretado por la mayoría de los dirigentes andaluces del PP para que mantenga el bloqueo, apostando a que, al final, Podemos y Ciudadanos evitarán la repetición de las elecciones. Y apretado también por los dirigentes peperos de otras comunidades para que haga exactamente lo contrario y permita a Díaz formar Gobierno. A Rajoy le ocurre lo peor que puede ocurrirle a un gallego al que gusta dejar al tiempo arreglar las cosas. De por medio, como habrán supuesto, el deseo de los dirigentes andaluces de negociar la forma de quedar mejor colocados en los grandes municipios andaluces, corriendo el riesgo de que se les pase el arroz; y el temor de los de las comunidades de que la situación andaluza acabe por alejar a sus votantes. Y Rajoy que ni sí, ni no, ni todo lo contrario; a la espera, quizá, de que el domingo la mayoría silenciosa lo saque del apuro.

Si me pusiera en plan conspiranoico, diría que si Ciudadanos juega a convertirse en “recambio” del PP debe estar Albert Rivera frotándose las manos. Cosa que me produce un cierto regocijo porque, si consideramos al PP el genuino representante del centralismo mesetario, que sigue viendo en Castilla (la Castilla de los venidos de fuera, no la de los propios castellanos) el eje integrador de las Españas, tiene su coña que sea un partido catalán, aunque no nacionalista, la prefiguración del relevo del PP. No sé si me paso, pero, qué quieren, sospecho que algo tiene que ver con este enfoque del problema la “querida presencia” de Aznar que ha participado en la campaña; que ha evitado coincidir con Rajoy en los mítines; que no ha parado en ellos de preguntarse dónde rayos está el PP y los ha cerrado con vivas a España que encajan muy bien con su pasado falangista.

Los resultados en las encuestas

Las encuestas electorales señalan al PP como el partido más votado, aunque con un retroceso importante respecto a comicios anteriores. Hay gente que se dice sorprendida de que los peperos mantengan todavía tan considerable ascendiente. Como si no fuera hecho contrastado que no se pasa de la mayoría absoluta a rondar el cero de ahora para después. El proceso no se produce tan deprisa. Siempre habrá votantes fieles, otros que no se enteran de por dónde van las cosas y no pocos que sienten una especie de vértigo antes las bruscas oscilaciones y los batacazos. Es un colchón de aire que se desinfla poco a poco. En cualquier caso, ya es bastante que junto a PP y PSOE aparezcan otras dos fuerzas, vuelta con la teoría de los opuestos, a los que se obliga a aprender a gobernar y a ganarse la camiseta con hechos antes de ponerlos de titulares.

Por decir algo sobre el caso canario, del que hay en los medios de las islas suficiente y buena información, se me ocurre destacar la afirmación de Soria de que no cree que vayan a producirse grandes cambios en el Parlamento canario. Es una tontería, con la jornada de votaciones encima, tanto entrar a discutirle esa apreciación como considerarla revelación divina. Si, como parece, Podemos y Ciudadanos entran en el Parlamento, ya no será igual y dudo bastante de que CC esté en condiciones de alzarse con la presidencia si no consigue ser el partido más votado, como ha podido hacerlo hasta ahora pactando, con algo muy parecido a la desvergüenza, mediante el juego de las dos sillas ocupando una CC y disponiendo de la otra a conveniencia, adjudicándola ya sea al PP, ya al PSOE. Cuando la desahogada victoria electoral de Juan Fernando López Aguilar, que anulara el propio Soria pactando con Paulino Rivero, se vio clara la anomalía que ha deteriorado la imagen de la Cámara regional que llegó al colmo con el uso y la manipulación del Parlamento por el propio Soria con la bochornosa complicidad de CC. Una situación que no han querido eliminar los partidos que se benefician de ella ni los sectores económicos, en especial los tinerfeños que hoy hegemonizan las islas con los grancanarios de monaguillos. Como bien sabe Paulino Rivero al que ha condenado su propio partido por el intento de integrar a Gran Canaria con demasiado peso para dejarla ir por libre. ATI no ha dejado de estar ahí con el respaldo de la bobona CC de Gran Canaria. Un hecho que, por cierto, trata de capitalizar José Miguel Bravo de Laguna desde que Soria le impidió repetir como candidato a la presidencia del Cabildo, a pesar de ser el mejor calificado. Dado que Soria actúa por filias y fobias, es difícil saber hasta qué punto obró ofuscado por su mismo “imperium” para quitar de en medio a un tipo que detesta; o si es cierta la existencia de un acuerdo bajo cuerda con Fernando Clavijo para ofrecerle un florilegio de candidaturas grancanarias mayormente flojillas y sometidas a la voluntad del Jefe a fin de influir en el Gobierno de Canarias al alimón. Si sale Clavijo que aún no sabe con quién se juega los cuartos. Soria ha agotado su cuota de credibilidad en Gran Canaria y es posible que la derecha santacrucera lo considere todavía un aliado útil, lo que le deja todavía un camino por recorrer. Ya veremos lo que pintan los resultados. Lo que sí me parece evidente es que en los próximos cuatro años, o se coloca a los Cabildos donde debieron estar siempre o esto no lo arregla ni el médico chino.

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