Morir en Benarés

Hindú

Noé Ramón

La leyenda, según los occidentales o la religión, según los hindúes, dice que si mueres al lado del río Ganges se rompe la cadena de la reencarnación y tienes la oportunidad de dirigirte directamente al Nirvana. Por ello una auténtica riada humana se desplaza cada año a la ciudad india de Varanasi o Benarés con el simple objetivo de morir cerca del Ganga. En los márgenes del río se pueden observar casetas hechas de cualquier manera en las que reposa un moribundo deseando que la muerte llegue cuanto antes.

Y mejor morir en esa ocasión porque en caso de una cura milagrosa se interpretaría que no eres digno de ser aceptado en el Nirvana y por lo tanto el resto de tu vida solo encontrarás desprecio por parte de los demás. Los ricos tienen las mismas creencias pero lógicamente las viven de una forma muy diferente. En la orilla opuesta se pueden observar lujosas residencias entre las brumas que causa el calor sobre el agua de río.

Lo que más sorprende a los miles de occidentales que llegan a este enclave situado en el estado de Uttar Pradesh es la cremación de cadávares en la orilla del río. Hasta tres piras distintas arden diariamente. Hay que tener en cuenta que un cuerpo puede tardar en desaparecer cerca de doce horas.

Durante este tiempo los hombres de la familia están presentes vestidos de blanco dado que las mujeres no puede asistir a estas ceremonias. El olor a barbacoa invade la ribera del Ganges y se mete por las intrincadas calles de la ciudad a poco que se deje llevar por el viento.

Tradicionalmente Benarés es uno de los enclaves que despierta mayor sorpresa e interés entre los viajeros. Por un lado está su arquitectura milenaria, por otro la autenticidad en la que se puede observar la cultura india y por otro la aceptación de la muerte de un modo que a los occidentales nos resulta chocante.

En Benarés es posible encontrar mucho de original y otro tanto de similar al resto de lugares de la India. Por ejemplo, la masificación, la religiosidad, los ritos como elemento diario en la vida de estos ciudadanos… La ciudad está configurada entorno al río que se convierte así en su origen y final.

Todavía se recuerda con pavor las declaraciones de un diplomático francés que durante una visita a la ciudad afirmó que el río era impuro. Por supuesto al poco tiempo tuvo que rectificar sus palabras. Y es que al contrario de lo que se pueda creer bañarse en estas aguas de un sospechoso color marrón está considerado purificador.

Arquitectónicamente Benarés se constituye en una especie de palco sobre el río que funciona como escenario. Cada uno del centenar largo de accesos al cauce son denominados ghats. El origen de la ciudad puede remontarse a hace cuatro mil años y durante todo este tiempo ha sido bendecida con el devenir de la historia y sus respectivos ciclos de saqueos y recuperaciones.

No es extraño, leído todo lo anterior, que los hindúes consideren a Benarés como uno de los principales puntos de peregrinación. Su carácter santo estaría ratificado por toda una maraña de leyendas e historias, cuya originalidad sólo puede tener explicación en la cultura hindú. Y otro tanto debería ocurrir para el resto de la humanidad.

Varanasi puede ser considerada la Roma del hinduismo, aunque el título esté reñido con otras cinco ciudades. Desde el punto de vista turístico es imposible encontrar un lugar con mayor interés. Por ello, son miles los visitantes que cada año acuden a este enclave llevados por la nueva religión que es el turismo. La oferta para el visitante debe ser calificada, como mínimo, de variopinta. En cuanto a hospedaje incluye desde lugares de cierto lujo hasta hostales y pensiones diseñadas específicamente para mochileros.Todo un mundo establecido con precios económicos, al mejor estilo de esta cultura que es viajar por cuatro duros, como si se tratara de un safari cuyos trofeos son hacerse con los mayores chollos. La comida es igual de accesible. En definitiva, resulta imposible que un viaje salga más económico sobre todo si se tiene en cuenta lo exótico del destino. A Benarés se llega sobre todo por tren o guagua. En la primera categoría entra la muy establecida red ferroviaria herencia de los ingleses. En la segunda se puede encontrar de todo, desde vehículos de lujo hasta otros que rayan el suicidio o avisan de la tragedia.

En ambos casos y sobre todo en la época del monzón, hay que contar con el factor imprevisto, que es lo único que siempre e invariablemente sucederá en este país. Los viajeros tampoco tendrán problemas de comunicación.

Hay lugares como la ciudad de los templos eróticos, Khajuraho en la que los improvisados guías, capaces de agobiar al viajero como en pocos puntos del mundo, incluso saben catalán o japonés. El carácter de los habitantes de Beranés es idéntico al del resto del gigantesco país y está caracterizado por la perenne sonrisa, el ensimismamiento y buen humor oriental.

No obstante, el empuje del turismo aconseja permanecer un tanto alerta, pese a encontrarnos en un destino plenamente seguro. Visto lo anterior no es extraño que el principal atractivo de Varanasi lo constituyan precisamente sus templos y la religiosidad. Conscientes de este carácter numinoso que rodea a la ciudad, cada noche se lleva a cabo un espectáculo a las orillas del río iluminado con la luz de las velas. Al amanecer, los fieles arrojan sus ‘pujas’ al agua: bolitas de anís, flores y comida, en un solemne tributo al dios del Sol, Surya.

La cultura mochilera ha dado lugar a nuevos atractivos, no siempre tan ligados a la espiritualidad. En realidad, Beranés es uno de esos destinos en los que no existe un monumento concreto de visita obligada, sino que el principal atractivo es pasear y vivir la ciudad. El uso de los rickshaw, motos acondicionadas para el transporte, es obligado previo un regateo que siempre resultará inútil porque al final pagaremos mucho más que los propios indios.

Decía el psicólogo y filósofo suizo, Carlos Jung pionero de la introducción de la cultura oriental, en Europa, que los indios de contar con una historia sería compleja de ordenar. Es tal la riada de acontecimientos y personajes que resulta imposible establecer una cronología y un relato mínimamente coherente de lo acontecido.

En la India la sabiduría vital y popular obliga a dejarse llevar por un caos, a veces ordenado y otras tantas arrollador. No hay principio ni final, sino tan sólo una sucesión infinita de acontecimientos, ante los cuales no queda otra posibilidad que adoptar una posición de aceptación pasiva y sonriente.

Nada más y nada menos que ochocientos millones son las personas que profesan creencias hinduistas. Y lo hacen además a lo largo y ancho del mundo con una fidelidad difícil de encontrar en otras religiones. Pues bien, su epicentro, se sitúa precisamente en Varanasi. Lugar perfecto para conocer la insondable y misteriosa alma del pueblo oriental.

Guías oficiales

Las guías turísticas oficiales relatan que la historia de Varanasi se remonta a tiempos inmemoriales, ya que está considerada la ciudad viva mas antigua del mundo, incluso más que Atenas. Su devenir comienza cuando el dios Shiva pasa por esta zona, que antes era boscosa y decide quedarse a vivir aquí por su paz y tranquilidad, entonces trae a su esposa para pasar el resto de sus vidas, dándole el nombre de Anandaban. En esta ciudad descansa según la tradición una de las cinco cabezas de Brahma, el Dios Creador en el vasto panteón hindú, y de ahí su categoría de ciudad santa. También los hinduistas creen que la mano izquierda de Sati, una de las reencarnaciones de Shiva, el Dios Destructor, cayó en la ciudad y por ello hay templos de cada una de estas divinidades diseminados por toda su trama urbana.

Varanasi no es sólo ciudad santa para el hinduismo, sino también para los budistas, ya que fue en una localidad muy cercana donde por primera vez Buda, el príncipe Siddarta Sakyamuni, pronunció un sermón ante sus cinco discípulos tras alcanzar la iluminación. Alberga además una mezquita musulmana, Aurangzed, cuya destrucción es reclamada por los integristas hindúes por hallarse en una urbe sagrada para su religión. En esta ciudad antigua de peregrinaje, la atracciones principales son los ghats de acceso al río. Un montón de gente llega aquí todos los días para bañarse y luego rezar en los templos que se encuentran al lado del cauce. Todavía se conserva la tradición de hace siglos de rezar ante el sol saliente.

La iglesia de Kashi Vishwanath está dedicada a dios Shiva. Se le conoce como el templo dorado por la capa de oro con que cuenta su torre de 15.5 metros de altura. Se ha utilizado en su construcción, una tonelada de oro donado por el Maharajá Ranjit Singh. Fue destruido durante varias invasiones y reconstruido en 1776 por la reina Rani Ahilyabai de Indore, ciudad situada en el estado central de la India.

Ubicada en la zona militar, la iglesia de Santa María tiene una torre no muy alta, una aguja, y un pórtico. Bharat Mata Temple o templo de la madre patria está situado a un kilómetro y fue inaugurado por el padre de la patria Mahatma Gandhi en 1936 para que los habitantes de la India pudieran homenajear a la estatua de mármol de la madre patria. Representa a la India en sus tres dimensiones que incluyen montañas, llanos y océanos.

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