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Pobreza infantil: Un problema real

Los problemas de los menores españoles no cuentan con respaldo político.

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

En España, casi 3 millones de menores viven en la pobreza. Las políticas sociales de nuestro país, lejos de paliar la situación, han aumentado el número de niños pobres en los últimos años. La crisis económica ha agudizado un problema ya existente. Sin embargo, países que también han sufrido la recesión económica han conseguido reducir sus tasas un 30%. Son 18 países como Chile o Polonia que rechazaron las políticas de austeridad e incrementaron ayudas a la protección de la infancia.

“Todos los países tenemos la responsabilidad pero la capacidad no la tienen todos”, declara Rosario Pérez, coordinadora de Unicef Canarias, aludiendo que España sigue siendo un país rico y que por lo tanto dispone de mecanismos que puedan cambiar esta situación.

En Canarias hay 130.000 niños que están bajo el umbral de la pobreza. 130.000 nombres y apellidos. “Las cifras no reflejan la verdadera historia”, señala Rosario Pérez. Son más de 100.000 menores que no están recibiendo una nutrición equilibrada porque sus padres no pueden comprar los alimentos adecuados. Son niños que no llevan todo el material al colegio y que cuando se enferman deben prescindir de algunos medicamentos.

La magnitud del problema se refleja en el número de personas que reciben ayuda de las ONGs. Cáritas en la provincia de Las Palmas atendió el año pasado a más de 9.000 personas, de las cuales la mayoría eran familias. De modo que la cifra de personas beneficiadas es mucho mayor, 34.000, de las que 7.000 eran niños.

¿Qué significa ser un niño pobre en España?

¿Qué significa ser un niño pobre en España?En España, ser un niño pobre no significa pasar hambre, pero sí tener más posibilidades de estar malnutrido. “Hay pediatras que ya han comunicado a Unicef Canarias casos de malnutrición”, manifiesta Rosario Pérez. Hay menores que solo desayunan y almuerzan porque lo hacen en sus centros educativos. Y hay mil familias en Las Palmas que solo han podido comprar productos frescos gracias a las tarjetas entregadas por la Cruz Roja.

“Desde Unicef pedimos que se prioricen las políticas públicas destinadas a la infancia, que se apoye a las familias en situación de desempleo, las becas y la educación infantil de 0 a 3 años”. La coordinada de Unicef en Canarias resalta la importancia de estos últimos centros educativos, en cuanto a que proporcionan alimentación adecuada en la primera etapa de vida y detección temprana de alguna discapacidad. Actualmente en España la educación en este período no es obligatoria dejando la competencia a los ayuntamientos.

Ser un niño pobre en nuestro país no significa vivir en la calle, pero si en una casa en la que el pequeño no tiene su espacio o donde se respira un ambiente de inseguridad y tensión. Significa en muchos casos sentir peligrar el hogar en el que viven. Y “¿cómo le explicas a un niño que debe abandonar su hogar?”, se preguntan desde la plataforma Stop Desahucios de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque los padres quieran aislar a sus hijos de esta realidad, en casa todo son sensaciones angustiosas. “Ellos no son tontos, saben lo que está pasando, son inteligentes y cuando llega la orden de desahucio se produce un daño colateral importante”.

Canarias es la quinta comunidad con más desahucios, se producen entre 13 y 14 al día. Es decir, más de 10 familias al día tienen que abandonar sus casas. En lo que llevamos de año se han producido cerca de 2.000 desahucios entre alquileres y créditos hipotecarios a los que no se les ha podido hacer frente. De ellos, uno 95% eran familias.

Hay menores que presencian como sus familias se rompen cuando empieza el problema. Esto no ocurre siempre pero cuando sucede, en la mayoría de los casos es el padre quien abandona el domicilio familiar dejando a la madre con los hijos en la casa de la disputa. “La situación económica repercute en el matrimonio y en muchos casos termina rompiéndose”, afirman desde la Plataforma.

Hay pequeños que además ven como su padre, angustiado por la imposibilidad de pagar su casa, ha desarrollado una enfermedad mental que le mantiene ingresado gran parte del tiempo.

Estos niños además de sentir la preocupación familiar por la falta de un empleo o porque no hay dinero para la comida, tienen miedo a perder la casa donde viven.

Ser un niño pobre en España no significa ausentismo escolar pero sí dificultades para tener una educación plena. No todos los niños pueden tener el material escolar al completo y necesitan de ayudas y becas que ahora mismo son insuficientes. Esto aumenta sus probabilidades de fracaso y abandono escolar. En esto también Canarias está por encima de la media española, un 27% y un 28% respectivamente. Hay 300 familias en la provincia de Las Palmas que han podido comprar los libros del colegio gracias a los vales de la Cruz Roja y más de 1.000 niños tienen mochilas y material escolar porque esta organización se los ha facilitado.

Ser un niño pobre en nuestro país no significa no tener acceso a la sanidad pero sí tener que privarse de medicamentos necesarios. Hay padres que deben sopesar qué medicamento es menos importante para poder comprar el resto.

Efectos psicológicos de la pobreza

Efectos psicológicos de la pobrezaLas consecuencias psicológicas se pueden manifestar en introversión o falta de relación con los demás niños de su edad. También hay efectos negativos en la educación, reduciéndose el rendimiento académico e incluso pueden aparecer problemas de conducta.

Hay autores que ya apuntan a una generación perdida. Son los menores que viven en situación de pobreza hoy y que en un futuro manifestarán consecuencias irreversibles.

“Los niños no viven ajenos a lo que ven en sus casas”, apunta Rosario Pérez. Episodios de pobreza en los primeros años de vida se manifiestan en inseguridad y estrés. Niños que ven que su familia no puede comprar una corona de flores a su abuelo fallecido y que tanto hizo por ellos. Padres que deben explicar a sus hijos que ya no pueden darles juguetes como antes. Madres que rebajan el colacao con agua porque no tienen suficiente leche. Son estos sentimientos de angustia lo que no reflejan las estadísticas. Detrás del 35% de pobreza infantil canaria hay historias, hay dramas y hay infancias perdidas.

La coordinadora de Unicef en Canarias se lamenta de las insuficientes medidas al respecto, “con buenas políticas públicas se podría mejorar pero quizá los gobiernos no estén haciendo todos los esfuerzos posibles”. Por ello Unicef ha propuesto el Pacto de Estado por la Infancia, un proyecto que busca aunar a nivel nacional políticas que erradiquen la pobreza infantil de nuestro país. Esta semana el Gobierno de Canarias, junto con el Diputado del Común, representantes de los grupos parlamentarios, la Federación Canaria de Islas(Fecai) y la Federación Canaria de Municipios(Fecam) se comprometieron con la firma del Pacto a desarrollar políticas destinadas a la infancia. Además, Rosario Pérez cree en “la necesidad de un segundo pacto por la infancia del Gobierno de Canarias, que contemple todas las acciones dirigidas a los menores y sobre todos a los más vulnerables, a los niños que están en situación de desamparo”. La pobreza, es por tanto un problema real, pero también se trata de un problema evitable.

La pobreza de España en cifras

El presidente de Unicef en nuestro país llegó a declarar que “la pobreza en España tiene rostro de niño” y los datos así lo demuestran.

Un 36,6% de menores viven en la pobreza, lo que supone 2,7 millones.

Es el tercer país de 41 que más ha aumentado el número de niños pobres entre 2008 y 2012.

En los Presupuestos Generales del Estado de 2014 se destinaron 17 millones de euros contra la pobreza. En los presupuestos del año que viene la partida es de 32 millones de euros. Esta cifra representa un 1,4% del PIB frente al 2,3% de la zona euro.

La Convención de Derechos del Niño y el compromiso de los Estados

Artículo 3

Todas las medidas respecto del niño deben estar basadas en la consideración de su interés superior. Corresponde al Estado asegurar una adecuada protección y cuidado, cuando los padres y madres, u otras personas responsables, no tienen capacidad para hacerlo.

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