Como se habrán imaginado, la cosa adquirió momentos de gran tensión, con gritos y algún que otro sobresalto. Hubo abucheos, pero también aplausos. El que cosechó el más amplio de estos últimos fue Carlos Álvarez, un accionista que estuvo especialmente activo en la junta, además de Ángel Luis Padrón, Alberto Padrón y Ricardo Ríos. Álvarez y Ríos centraron sus principales intervenciones en el mencionado convenio del Angulo Arena, y reclamaron su derecho a refrendarlo y, naturalmente, a conocerlo. Angulo defendió ese documento en base a lo que supone de fuente de ingresos para el club y en la necesidad de que contar con unas instalaciones de calidad acordes con la grandeza de la entidad (lo de la grandeza no tiene segundas, conste). La cosa llegó a la calentura con otro accionista, Clemente González, que increpó a los responsables del club y que tuvo que ser amablemente reducido por Paco Suárez. No llegó la sangre al río, pero el momento fue especialmente delicado.