El pacto del que más se ha hablado en Canarias este jueves no está firmado todavía, pero existe. Existe desde muchos meses antes de las elecciones del pasado domingo, y es el que más apetece firmar a José Manuel Soria y a Paulino Rivero. Sin embargo, aún no se ha formalizado porque, a pesar de esas querencias, Soria y Rivero saben que un acuerdo así es suicida, salvo que se dieran una serie de condicionantes que en estos momentos no se dan. Y el primero es irrealizable: que haya un respaldo social y mediático suficiente para justificarlo. Imposible en la isla de Gran Canaria, donde tiene su feudo Soria y a donde quiere seguir yendo a dormir cada noche sin sobresaltos. En Gran Canaria se visualiza de modo claro el deseo de cambio político en Canarias y ni siquiera los votantes del PP entenderían que la isla fuera sometida de nuevo a los designios de ATI. De momento lo único que ha habido es río revuelto.