Si es usted ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria y pasó este lunes en algún momento del día por la avenida marítima, pudo ver, entre el teatro y San Telmo, un pedazo de mancha canela, de certera sospecha, decorando un pedazito del tan debatido frente marítimo. Luego, si mira usted su recibo del agua, observará que se le están cobrando unos eurillos por la depuración de las aguas residuales, que deberían estarse destinando al regadío de tanto césped soriano, así como a la agricultura de medianías. La depuradora no fue, o al menos así nos lo aseguraron desde Emalsa, ni se rompió ninguna tubería de aguas residuales. Tampoco fue un barco, como quisieron que creyéramos, porque no tenía ni el color ni el olor de la sentina. En Medio Ambiente no sabían nada, ni nos llegó ningún comunicado quejoso de colectivo ecologista alguno. Pero la mancha estaba allí, se lo podemos asegurar, y nos hemos quedado con las ganas de saber qué era ese canelo. En fin.