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Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El PP, contra sus propias liberalizaciones

Centro Comercial El Muelle.

No se están quietos, y así no hay manera de hacer descansar esta sección ni durante el mes de agosto. Paulino Rivero, tal y como había anunciado la semana pasada, convocó de urgencia al Consejo de Gobierno para escenificar institucionalmente el cabreo que ha generado que Soria haya vuelto a escoger la víspera de un puente, mayormente agosteño, para otorgar la que se supone será autorización definitiva a las prospecciones de Repsol en aguas canarias. El cabreo es de traca, aunque contenida, porque los planes para esta eventualidad ya estaban diseñados desde hace tiempo, a diferencia de la improvisación ministerial, fundada en la errónea creencia de que todos los vientos soplan a su favor. La consulta a la ciudadanía sobre las prospecciones se acelerará. Esta es la única novedad que ese Consejo de Gobierno, simbólicamente celebrado en Lanzarote, ha aportado a la causa, justo un par de días después de que la petrolera de Soria publicara en su web un especial sobre Canarias que se ha hecho de rogar. La información de la parte contratante que tanto han venido reclamando los indecisos y los partidarios de los sondeos ya está disponible para todo el mundo. Claro que con algunas verdades a medias, otras verdades completas y ciertas mentiras colosales. Para que nada falte en este atareado agosto, a Nacho González, presidente del Centro Nacionalista de Nacho (CCN), no se le ha ocurrido nada mejor que dejar de guardia a Benito Codina, que se está despachando un día sí y el otro también con sandungueros comunicados que alegran los comentarios de café de las redacciones de los periódicos. Su última y genial aportación ha sido proponer que la consulta sobre las prospecciones se celebre después de las prospecciones. Y no se crean que no lo argumenta el muchacho. Ahora lo desarrollamos todo.

Prudencio Lorenzo, de recadero

Primero, las cosas de comer mañana por la mañana. Tras muchas idas y venidas y tras las cada vez más frecuentes indefiniciones del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, la Consejería de Industria y Comercio, de la inconmensurable Paquita Luengo, ya ha puesto en circulación el decreto de apertura comercial en festivos en la ciudad. Es una papa caliente que Juan José Cardona, como era de prever, ha tratado de endosar al Gobierno de Canarias, sabedor de que es asunto que pudiera reportarle más degaste del que ya soporta. Sabe perfectamente que una ley de Rajoy ha arrebatado a las comunidades autónomas las competencias para regular las zonas de gran afluencia turística, merecedoras de la liberalización comercial, y que los gobiernos regionales han de limitarse a bendecir las propuestas que llegan de los ayuntamientos. Por eso, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria optó inicialmente por reducir los impactos al máximo, pero ante la contestación de las influyentes grandes zonas comerciales (con El Corte Inglés por bandera), sacó el bote del chocolate para todos y amplió su propuesta a todos los centros habidos y por haber, hasta el límite mismo del municipio, en Jinámar. Pero claro, tal disparate chocaba con los legítimos intereses del pequeño comercio y también con la lógica que indica que no todo tiene es zona de gran afluencia turística, por mucho que un alcalde se ponga haciendo el pino-puente para decirlo. Así que, como ya sabrán, la apertura libre queda limitada a las dos zonas que anteriormente ya la disfrutaban (Triana y Puerto-Canteras) a las que ahora se unen los centros comerciales El Muelle, El Corte Inglés y Las Arenas. Así las cosas, y dada la contrastada imposibilidad de que llueva siempre a gusto de todos, la patronal del pequeño comercio y los sindicatos han puesto el grito en el cielo. Pero, curiosamente, apuntando contra el Gobierno de Canarias, que es un mero gestor de las peticiones del Ayuntamiento y un ejecutor de una ley del Gobierno del PP que precisamente tiene recurrida ante el Constitucional (sin suspensión cautelar) por invadir competencias autonómicas.

Él, que se traga todos los embolados

Puede entenderse que el presidente de Cecapyme, Prudencio Lorenzo, no quiera ir contra el Partido Popular, que gobierna en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y que es responsable directo del resultado final del decreto de apertura comercial dominical en la ciudad. Y puede entenderse por el terror que habitualmente invade a toda organización empresarial a la hora de enfrentarse al PP, cosa que no ocurre con otros partidos, en este caso con el PSOE y con CC, que forman Gobierno regional y a los que se ha dirigido la patronal de las pymes para que les arregle el desaguisado. Ya se sabe que el PP se distingue habitualmente por llevar a los extremos los resortes del poder y en aplicar aquel adagio tan totalitario del “conmigo o contra mí”. Prudencio Lorenzo no ha tardado mucho en hacer de correveidile de Cardona, primero porque a él personalmente ya se la bufaba lo que pudiera ocurrir en el resto de la ciudad, que para eso su comercio está en la ya liberalizada Triana. Y segundo porque el Ayuntamiento se desvive cada vez que puede por dinamizar esa zona comercial con actividades que a no todos los comerciantes agrada por ese exceso de aperturas que a más de uno –Prudencio es uno- traen de cabeza. Pero lo que resulta del todo incomprensible es que dos sindicatos piquen en el mismo anzuelo que el presidente de la patronal. En legítima defensa de los puestos de trabajo del pequeño comercio tradicional, y ante su impotencia frente a los sindicatos amarillos en algunos grandes almacenes (verbigracia El Corte Inglés) a Comisiones Obreras y a la UGT le ha dado por criminalizar también al Gobierno, y en concreto al PSOE, saltando espectacularmente sobre las consideraciones legales anteriormente descritas. En algún momento no muy lejano descubriremos qué mosca les ha picado. Y perdón por lo de mosca.

Repsol se expresa

Ha tardado lo suyo la petrolera Repsol en dar a conocer de manera formal, estable y permanente los pormenores de su proyecto de prospecciones en Canarias. Lo ha hecho cuando ha obtenido el que, de momento, puede considerarse permiso definitivo otorgado por Industria, pendiente como ustedes saben de los correspondientes recursos administrativos y judiciales. Pero debió haberlo hecho antes para que los indecisos y los propensos pudieran nutrirse de argumentos tales como los 41millones de euros que, se desconoce en base a qué cálculos, se estiman podrán quedarse en Canarias en esta primera fase exclusiva de sondeos. Sin que hubiera una relación causa-efecto, el mismo día que Repsol publicaba ese dato, el presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, restaba grosor a cualquier estimación ampulosa de lo que puede dejarse por estos lares un buque de séptima generación que va a prospectar unos meses en aguas de Canarias. Otras afirmaciones de imposible sostén, adornan la web dedicada a Canarias, afirmaciones como “Canarias tiene una oportunidad sin precedentes que ningún otro país ha desaprovechado nunca”. No es cierto. Como hemos apuntado aquí en otras ocasiones, Noruega renunció a sondear las riquezas petrolíferas del archipiélago de las Lofoten precisamente por los mismos motivos naturales, científicos, pesqueros y turísticos que Canarias alega. Es el ejemplo más reciente, de 2013 sin ir más lejos, tras una presión social que obligó al Gobierno a echar un pulso a la todopoderosa Statoil. También contiene la web el inevitable gesto de apabullamiento propio de las multinacionales petroleras: “En caso de encontrar hidrocarburos en Canarias, un año de actividad podría superar el PIB que tuvo Canarias en 2013”. El dato parece tan potente que hasta asusta: un año de actividad de Repsol daría para un año de PIB canario. Sí, pero mientras que el PIB canario es riqueza que se genera y se queda aquí, un año de PIB en Repsol es exclusivamente un 30% de su beneficio para el Estado, que ya le habrá rebajado para entonces el anunciado 5% en el Impuesto de Sociedades. Porque a fecha de hoy, que alguien explique (Repsol no lo hace, prudentemente) cómo era aquello del impuesto especial con destino a las instituciones canarias. Cáscaras de lapas.

Riesgo “remoto o nulo”

Luego están las medias verdades, como por ejemplo, que las prospecciones se realizarán evitando “periodos sensibles” para las especies marinas, que en el lugar elegido son prácticamente todo el año. O sostener que la profundidad de las perforaciones de Repsol está por debajo de las que habitualmente realiza en otras partes del mundo. La propia autorización de Industria recoge que, efectivamente, una de las catas (Sandía) se realizará a 3.100 metros, pero también existe una tercera (Zanahoria), que se ejecutará en el caso de que las dos primeras no den resultados positivos, que se hará a 6.900 metros de profundidad. Con este baile de datos se queda cojeando la solemne afirmación de que “la posibilidad de incidencias en el proyecto de investigación en aguas próximas a Canarias es remota o nula”, sobre todo si se tiene en cuenta que viene detrás de una frase más preocupante todavía: “Según la Declaración de Impacto Ambiental realizada por expertos científicos”, a los que –añadimos nosotros- hubo que recordarles por el camino relevantes aspectos como los riesgos sísmicos o la dependencia humana del agua de mar para el consumo humano.

La consulta, después de las prospecciones

Pero la nota colorista al debate la ha vuelto a poner, cómo no, el portavoz “federal” del Centro Canario Nacionalista (CCN), Benito Codina, al que Nacho González ha debido haber dejado solo y sin que nadie le controle las notas de prensa. En lo que va de mes lleva emitidas media docena de ellas, mayormente dedicadas a defender las prospecciones petrolíferas. Así, el pasado día 14 ya lanzó una primera andanada contra Paulino Rivero por oponerse al proyecto de Repsol, y este miércoles se cubrió de gloria reclamando que la consulta popular que promueve el Gobierno sobre las prospecciones se haga después de las prospecciones, de modo y manera que sea entonces cuando nos pronunciemos acerca de qué hacer con el petróleo que aparezca. Hacerlo antes, sostiene Codina “es privar a los ciudadanos de las islas de la oportunidad de conocer qué hay detrás de tanta polémica”. La explicación tiene su enjundia, porque viene a revelar que el señor portavoz “federal” teme que sus conciudadanos voten que no a las prospecciones, lo que lo dejaría a él con las ganas de plantear la siguiente cuestión. Viene a ser lo mismo que defiende el PP, que dejemos que la luz que vaya delante sea la que alumbre, o dicho de otro modo, que descubierta la existencia del petróleo (si existiera o existiese) todos nos volvamos como el tío Gilito, y en vez de olas de la mar veamos billetes de cien dólares cayendo de los cielos.

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