La cosa se pone muy difícil para las corporaciones locales canarias, empezando por los Cabildos y terminando por el más humilde de los Ayuntamientos. Los problemas de financiación y de merma de ingresos se multiplican y no hay nadie que pueda aportar una solución mágica que salve a esas instituciones de un crack por falta de liquidez que impida incluso pagar las nóminas. La propuesta de ZP de permitir que partidas de inversiones puedan desviarse a pagos corrientes puede ser un bálsamo, pero se requiere del Gobierno de Canarias un esfuerzo similar, un gesto distinto a la altanería del consejero de Economía y Hacienda. Los presidentes de Cabildos, del PSOE y de CC, se preguntan hasta dónde aguantará Paulino Rivero la presión de los suyos ante la cerrazón de su vicepresidente y socio de gobierno. Porque, como es sabido, el PP no preside ninguna de las siete corporaciones insulares. Ojos que no ven, corazón que no siente.