No tiene dinero el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ni para alquilarse un triste nicho en San Lázaro donde caerse muerto, y anda metido en dispendios que pocos comprenden. No les vamos a hablar de las pulseritas verdes que tanto sonrojo causaron al respetable, sino de las pistolas que la alcaldesa ha comprado a El Corte Inglés. Es sintomática la reacción de los que consideran que cuando hay síndrome de inseguridad ha de responderse con represión, con pistolas, que ya verán los problemas que van a causar. De momento ya han generado un movimiento crítico dentro de la Policía Local, donde se han rebelado los miembros de Intersindical Canaria. Dicen que están estudiando seriamente la posibilidad de acogerse a la objeción de conciencia, de utilizar solamente los instrumentos de defensa previstos en la normativa vigente, es decir, que prefieren ser los tradicionales bobbys británicos. Pero sin palangana.