Es bueno el tal Larry Álvarez, vicepresidente tercero del Cabildo y hombre para todo de José Manuel Soria. Desde que lo nombraron secretario de Organización del PP canario ha sufrido una profunda transformación, consistente en sacar de su interior todo lo bueno con que le premió la madre naturaleza, aparte de la pintura. Entre esas bondades tiene Larry la de beneficiar a la oposición con sus declaraciones y comunicados. La última de sus salidas, la de exigir la dimisión de José Segura por el auto judicial que negó la paralización cautelar de la Gran Marisma, tuvo de inconveniente lo que tuvo de inoportuno. Nos explicamos: el delegado del Gobierno, caliente con algunos desplantes de Madrid que nada tienen que ver con el istmo, se había propuesto pensarse este fin de semana cosas acerca de su continuidad. Pero Larry lo ha blindado porque a ver cómo explicaría nadie dimitir después de que un personaje así te lo pida.